Chile y la revolución mundial por la dignidad

Foto: Fotomovimiento/Flickr (CC BY-NC-ND 2.0)


“No es por 30 pesos, es por dignidad”. Estas son las palabras escritas en uno de los múltiples letreros que los manifestantes han sostenido en alto durante las últimas semanas en las calles de Santiago, la capital de Chile. Lo que significan es que el movimiento social de protestas masivas de alcance nacional va mucho más allá de lo que encendió la mecha – un aumento de treinta pesos (0,04 USD) en la tarifa del metro. Más bien, las protestas, algunas de las cuales han derivado en violencia y saqueos, se alzan como un cuestionamiento del modelo socio-económico acérrimamente neoliberal) que Chile ha implementado durante los últimos 40 años, desde los tiempos de la dictadura de Augusto Pinochet.  

Pero los chilenos no están solos. Este año, masivas cantidades de personas han inundado las calles de Hong Kong, Barcelona, Puerto Príncipe, Bagdad y Beirut. Y más allá de esto, la década de 2010 probablemente pasará a la historia como una de las más agitadas de la que se tenga registro, incluyendo la Primavera Árabe, protestas estudiantiles, también en Chile, los movimientos de los “Indignados” y “Ocupa Wall Street” en Madrid y Nueva York, respectivamente, y los “Chalecos Amarillos” en París, por mencionar tan sólo algunos ejemplos destacados.  

¿Hay un factor común en todos estos movimientos, a pesar de su diversidad de localización geográfica y de su aparentemente inconexa oportunidad? De nuevo, el letrero de las calles de Santiago aporta una guía útil. Si uno pudiera resumir la diversidad de reivindicaciones de todos estos movimientos sociales en una sola idea, un concepto salta a la vista: la dignidad humana.

En efecto, se puede decir que es producto de un sentido fuerte de su propia dignidad que estudiantes, conductores, consumidores, súbditos y ciudadanos en general han salido a las calles para demandar un trato justo para sus legítimos intereses, derechos y aspiraciones. Pero, ¿qué significa una demanda por la dignidad? ¿Es posible definir un concepto más preciso de dignidad humana, para poder unificar todas las múltiples demandas levantadas por estos variados movimientos?

Lo que significan es que el movimiento social de protestas masivas de alcance nacional va mucho más allá de lo que encendió la mecha – un aumento de treinta pesos (0,04 USD) en la tarifa del metro.

No existe un concepto unívoco y claro de dignidad humana en la filosofía – ni tampoco en el derecho. En efecto, la dignidad humana ha sido caracterizada como lo que los filósofos llaman un “concepto esencialmente controvertido”.  Esto es, un concepto que tiene definiciones múltiples que compiten entre ellas para dar la mejor y más convincente explicación de la idea central subyacente. Otros ejemplos de tales conceptos esencialmente controvertidos incluyen a la “democracia” y la “justicia”.

De hecho, existen a lo menos tres vertientes de la idea de dignidad humana que pueden o no operar en conjunto en la práctica, aunque no son necesariamente incompatibles en teoría. La concepción de la “autonomía”, que postula la dignidad de todo agente racional – célebremente promovida por Immanuel Kant ; la concepción del “bienestar” – que dice relación con condiciones de vida material decentes y suficientes, las cuales la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha caracterizado como una “vida digna”; y la concepción del “rango” – desarrollada principalmente por Jeremy Waldron durante la última década, según la cual la dignidad es un estatus jurídico similar a la aristocracia, sólo que expandida ahora como una “nobleza universal” que demanda reconocimiento legal y respeto hacia todo ser humano. 

En efecto, de acuerdo a la concepción del rango, a partir de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, los privilegios, derechos y deberes antes reservados a la aristocracia fueron universalizados para todo ser humano. Estos incluyen el derecho a la vida y a la integridad física, el derecho a un juicio justo y el derecho a participar activamente en la conducción de los asuntos públicos como ciudadanos.

En todos estos movimientos sociales un concepto salta a la vista: la dignidad humana.

Regresando a las calles de Santiago – donde los manifestantes han rebautizado su principal lugar de encuentro como “Plaza de la Dignidad” – podemos preguntarnos ¿por cuál concepción de la dignidad humana se está luchando? ¿Se trata de un llamado por mayor autonomía individual? En cierta medida lo es, puesto que, aunque se trata de un movimiento de masas, se relaciona con el así llamado "lenguaje de los derechos”, una de las victorias más arduamente ganadas por el liberalismo individualista durante los últimos siglos. ¿Pertenece a la concepción del bienestar? Muy probablemente, ya que las demandas de los chilenos incluyen ítems tales como una tarifa de transporte reducida, mejor salud y pensiones para los jubilados, y un menor costo de la vida en general.

¿Podría la demanda de los chilenos por dignidad referirse también a la concepción del rango de la dignidad humana? Posiblemente. La concepción del rango está fuertemente vinculada a la capacidad de un grupo de gobernarse a sí mismo como una unión de ciudadanos libres e iguales, y esto se logra principalmente mediante una constitución de la comunidad política. A este respecto, otro ítem en la agenda en Chile hoy es una reforma profunda de todo el sistema político mediante la aprobación de una nueva constitución para superar la que fue legada por Pinochet en 1980.

En definitiva, pareciera como si las tres concepciones de la dignidad en competencia estuviesen combinadas en la revolución social de Chile de 2019, aunque la concepción del bienestar está probablemente sobrerrepresentada, mientras que la concepción de la autonomía está presente dado que se trata de un movimiento abiertamente impulsado por la defensa de los derechos, y la concepción del rango está aún por desplegar todo su potencial. Pero en el presente es difícil saber hacia dónde se dirige la revolución chilena por la dignidad – tanto como lo es para el resto del mundo. Para otras latitudes, cada protagonista debe preguntarse cuál es el tipo de dignidad por la que está luchando. Lo que es claro, sin embargo, es que este concepto de dignidad, aunque controversial, parece ser central en las protestas y luchas de la actualidad.