Doblar la apuesta por los datos sobre derechos humanos

A nivel mundial, somos testigos de algo parecido a una mentalidad de crisis dentro de la sociedad civil. Un ejemplo vívido salió a la luz durante los meses previos a la Semana Internacional de la Sociedad Civil de 2014: CIVICUS y varias ONG firmaron una carta en la que sugieren que la “visión” de los derechos humanos incorporada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU “se encuentra en ruinas” y que los movimientos informales empiezan a desafiar profundamente a las ONG más establecidas.

Algunos expertos en desarrollo sostienen que las ONG se han alejado demasiado de las personas a las que pretenden representar. Quizás las ONG transnacionales son las que han recibido más críticas de este tipo con respecto a la rendición de cuentas. Y algunas investigaciones sugieren que los vínculos débiles entre las ONG, las poblaciones locales y las fuentes de financiamiento generan peores resultados; y que particularmente la asistencia para el desarrollo tiene efectos perjudiciales. Como señala la experta Fernande Raine, “Cualquier organización que dependa demasiado de un reducido número de financiadores, y no tenga una amplia base de apoyo de ciudadanos, corre el riesgo de perder contacto con las personas que trata de servir”.

¿Puede esta crisis convertirse en una oportunidad para la sociedad civil? ¿Qué remedios existen para ayudar a las ONG a, por ejemplo, tener más resiliencia y ser más eficaces? En una época de descontento entre las organizaciones de la sociedad civil, y en la que los gobiernos cada vez se esfuerzan más por cerrarles el camino a las ONG, doblar la apuesta por los datos sobre lo que piensan, saben y experimentan las personas en cuestión de derechos humanos es una respuesta. Los datos sobre la opinión pública se pueden utilizar para ayudar a reformular las agendas y aumentar los vínculos de las ONG con las poblaciones a las que deben atender.

Los datos sobre la opinión pública se pueden utilizar para ayudar a reformular las agendas y aumentar los vínculos de las ONG con las poblaciones a las que deben atender. 

He aquí un posible cambio de paradigma que resultará polémico para algunos y será aceptado por otros: avanzar y proteger los derechos humanos no tiene que tratarse solamente (o incluso principalmente) de evaluaciones metódicas del incumplimiento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por parte de los gobiernos; algo que ha sido parte esencial del mandato de algunas ONG como Human Rights Watch. Independientemente de la importancia de ese enfoque, las organizaciones también deben hacer un esfuerzo vigoroso para llevar los derechos “de los márgenes a la corriente principal”, en este caso mediante el uso de encuestas con muestras grandes y aleatorias de las experiencias que tienen las poblaciones con los derechos humanos. De acuerdo con mi propio trabajo con encuestas sobre derechos humanos en Rusia, y el trabajo que están haciendo académicos como James Ron, de la Universidad de Minnesota, y su equipo con sus encuestas sobre las percepciones de los derechos humanos en varias regiones del mundo o el que está realizando Jeong Woo Koo, de la Universidad Sungkyunkwan, en Corea, este enfoque es prometedor.

Si llevamos el enfoque un paso más adelante, podríamos utilizar las encuestas para evaluar mejor los impactos. Actualmente, casi no se utilizan estudios aleatorios controlados en el trabajo de derechos humanos. Durante mis cuatro años en USAID, frecuentemente observé que había confusión sobre cómo diseñar este tipo de pruebas en asuntos relacionados con los derechos humanos. Efectivamente, en los derechos humanos y el campo más amplio de la promoción de la democracia, este enfoque no se entiende bien, está subdesarrollado e incluso enfrenta resistencia. Algunas personas podrían argumentar que controlar quién recibe tratamiento, y quién no, implica problemas éticos, pero la asistencia y las intervenciones nunca cubren el 100 % de una población; los donantes y las ONG deben tomar decisiones, pero por lo general lo hacen sin tener en cuenta la oportunidad de obtener un aprendizaje planeado y sistemático.

El enfoque en los datos de encuestas no tiene que ocurrir a expensas del trabajo en asuntos de derechos humanos controvertidos o que se perciben como marginales; para ser más eficaces y crear bases de apoyo, es posible utilizar los datos sobre el conocimiento y las experiencias reales de las personas en materia de derechos humanos para ayudar a obtener apoyo a través de campañas de marketing social. Ciertamente, en términos de hacer frente a violaciones de derechos humanos específicas, como combatir la trata de personas y la esclavitud moderna, la falta de datos  se ha reconocido ampliamente como un problema que obstaculiza la construcción de un movimiento genuinamente global, así como el diseño de programas eficaces. El Informe sobre el desarrollo mundial de 2015,  “Mente, sociedad y conducta”, dio gran énfasis a prestar “especial atención al modo en que las personas realmente piensan y deciden”, al utilizar datos de encuestas en vez de simplemente hacer suposiciones para diseñar programas de desarrollo. CIVICUS, el grupo de incidencia de la sociedad civil global, también señala la importancia de “la participación, la tolerancia, la confianza y las actitudes públicas” como elementos que ayudan a crear un “ambiente habilitante” para la sociedad civil.


Flickr/U.S. Agency for International Development (Some rights reserved)

USAID workers conduct a healthcare services survey in Uganda.


Hay obstáculos, sin duda. Pocos líderes de ONG y profesionales de derechos humanos son científicos sociales capacitados. Sería necesario desarrollar un binomio o alianza entre los científicos sociales que quieran ayudar a las ONG y las ONG que quieran contribuir a recopilar y entender datos de encuestas.  Para algunos activistas, la simple idea de escuchar a la población y dar forma a una intervención basada en datos puede resultar algo extraño. Tradicionalmente, los donantes públicos y privados que financian el trabajo de derechos humanos no se han interesado en los datos de encuestas; muchos los perciben como un lujo en vez de una herramienta fundamental.

Pero hay excepciones. La Ford Foundation ha apoyado la realización de encuestas sobre derechos humanos, y ha ayudado a organizaciones, como Opportunity Agenda en los Estados Unidos y Memorial en Rusia, a entender qué piensan las poblaciones locales sobre los asuntos en los que trabajan. En USAID, mientras tanto, algunas nuevas estrategias incluyen la recolección de datos de encuestas como un elemento crítico para saber qué funciona mejor. La manera en que se implementen y midan los Objetivos de Desarrollo Sostenible después de 2015 también puede ayudar a impulsar la demanda de datos de encuestas y ofrecer oportunidades para crear alianzas.

Una organización mediadora podría ayudar a abordar las brechas de legitimidad e influencia que tanto preocupan a los activistas de la sociedad civil. Una organización de este tipo, un grupo colaborativo internacional de derechos humanos, ciencias sociales y ONG, podría empatar a los científicos sociales con las ONG. Podría empezar a funcionar en unos pocos países, o en un conjunto de centros regionales o temáticos en los que ya estén invirtiendo los donantes. A partir de ahí, podría convertirse en una plataforma mundial que cree un ambiente de aprendizaje entre colegas complementado por los científicos sociales. Esta colaboración no sería de ninguna manera el único remedio para el espacio cada vez menor que hay para la sociedad civil en el mundo, pero los datos se podrían utilizar para aumentar el apoyo filantrópico a nivel nacional para las ONG y podrían proporcionar una forma concreta de ayudar a que las ONG sean más sostenibles y estén mejor vinculadas con las personas a las que desean ayudar.

 

Este artículo es una adaptación de la obra de la misma autora “Dark Days for Civil Society: What’s Going Wrong—And How Data Can Help” (Días oscuros para la sociedad civil: qué está mal; y cómo pueden ayudar los datos), Foreign Affairs, 11 de marzo de 2015. Para obtener una versión más extensa, consulte su informe, “Why Governments Target Civil Society and What Can Be Done in Response: A New Agenda” (Por qué los gobiernos atacan a la sociedad civil y qué se puede hacer en respuesta: una agenda nueva), abril de 2015, CSIS.