El seguimiento y la evaluación en el ámbito de los derechos humanos deben ser un medio para conseguir un fin: que los defensores tengan tiempo y espacio para reflexionar y aprender acerca de su trabajo. La reflexión organizativa es un proceso a través del cual los individuos y las organizaciones afirman la misión y el significado de su trabajo, encuentran sinergias entre sus esfuerzos y aprenden de forma holística de los éxitos y los desafíos. Con este objetivo en mente y como una extensión de nuestro trabajo con las narrativas, aquí compartimos nuestro viaje de cocreación de un enfoque de reflexión para cuatro ONG con enfoque legal en Australia, Hungría, México y Venezuela.
Nuestro punto de partida fue más bien tradicional al centrarnos en ayudar a nuestros socios a adoptar un enfoque basado en la evidencia para evaluar su trabajo de narrativas. Después de un año de creación de prototipos y experimentación, estábamos preparados para convocar a nuestros socios en abril para pensar en cómo podríamos evaluar sus intervenciones. Sin embargo, con el inicio de la pandemia de la covid-19, este enfoque parecía como un artefacto del pasado. Sabíamos que nuestros socios se esforzarían por construir ordenadamente sus proyectos para desarrollar indicadores de rendimiento, tomar líneas de base y medir los resultados.
La pandemia nos invitó a reconsiderar nuestro enfoque inicial y nos hizo centrarnos más en la reflexión y el aprendizaje. Descubrimos que, al reflexionar como un proceso repetido y semiestructurado, nuestros socios pudieron hacer un balance de su trayectoria y aprender tanto de sus éxitos como de sus fracasos, y adaptar sus planes de trabajo en un contexto de gran incertidumbre. En lugar de hacer hincapié en el informe final como responsabilidad exclusiva de nuestros socios, diseñamos un proceso que les proporcionaba la estructura y la documentación que necesitaban. En efecto, la redacción de un informe no era más que el ejercicio final de un proceso de reflexión compartido y secuenciado de dos meses de duración.
Creación conjunta de un enfoque semiestructurado
Este fue un ejercicio sobre cómo JustLabs y el Fondo para los Derechos Humanos Mundiales podían incorporar narrativas de derechos humanos en sus colaboraciones con sus socios. En lugar de un proceso de rendición de cuentas desde arriba para medir la eficacia de los prototipos en curso de cada socio —que iban desde un camión de derechos humanos que llegaba a las comunidades desatendidas en Caracas hasta una campaña de preparación en valores en Australia—, queríamos facilitar un intercambio que nos permitiera conocer los desarrollos que nuestros socios encontraban emocionantes, las cosas que les resultaban más difíciles y los cambios (¡si los había!) que se habían producido en sus organizaciones como resultado de este trabajo.
A lo largo del proceso, adoptamos distintos enfoques para las actividades de reflexión: realizamos llamadas de grupos más amplios con nuestra red global de colaboradores; realizamos entrevistas individuales entre una experta en narrativas y evaluación, Rebecca Lichtenfeld, y los socios; facilitamos sesiones de grupos pequeños y debates individuales entre pares con nuestros cuatro socios de narrativas; y, por último, elaboramos un resumen de sus principales conclusiones de todo este proceso. Todo virtual.
Cada paso de este proceso proporcionó a los grupos distintas formas y diferentes personas con las que debatir y reflexionar sobre sus proyectos. Una de las actividades consistió en crear un mapa que representara visualmente el recorrido de sus proyectos, que se compartió con nuestro equipo de narración. Si nos hubiéramos centrado únicamente en los logros y los resultados, probablemente habríamos pasado por alto esto en un informe escrito.
También pusimos a nuestros socios en conversación con su yo anterior. Desenterramos sus primeros materiales de ideación del principio de nuestro trabajo conjunto para recordarles lo que habían planeado antes de empezar a plantar las semillas de sus proyectos. Estas cápsulas de tiempo ayudaron a poner en perspectiva lo mucho que habían crecido en el proceso. También les animó a pensar de forma creativa en cómo podrían adaptarse al nuevo contexto en el año siguiente.
A medida que íbamos pasando por estas diferentes etapas, comprobábamos con cada socio que nuestras actividades les ayudaban a reflexionar. Al principio del proceso, nuestros socios se mostraron incómodos con el carácter abierto de nuestras instrucciones sobre lo que queríamos que contuvieran sus informes. Habíamos evitado dar instrucciones más explícitas para asegurarnos de que nuestros socios tuvieran espacio para contar la historia de su propio proyecto de la manera que tuviera sentido para ellos. Sabíamos que la forma en que decidieran contar esa historia sería tan informativa como lo que finalmente reportaran. Por ello, elaboramos una guía para estructurar su pensamiento mediante una serie de preguntas orientadoras, que también se incorporaron a las conversaciones que tuvieron con Rebecca.
Perspectivas del proceso
A continuación, se exponen algunas de las ideas más importantes que hemos destilado al facilitar las reflexiones mutuas con nuestros socios:
1. Dejar que el proceso informe al producto
Gracias a este enfoque semiestructurado, pudimos hacer que el balance y la reflexión fueran más contemplativos y menos ansiosos. El enfoque inicial de forma libre carecía de suficiente dirección, pero temíamos que un enfoque tradicional de informe hubiera hecho cortocircuito en la reflexión al especificar el producto. El enfoque secuenciado que elegimos daba suficiente forma al proceso sin prescribir su resultado o forma. Lo vimos en el estilo de los informes, que ofrecían información sobre el equipo de cada socio. Algunos incluían imágenes y cifras. Otros intercalaban la narración del proyecto con reflexiones personales. Estas idiosincrasias específicas de la organización eran informativas en sí mismas.
2. La flexibilidad ayuda a mitigar los puntos ciegos
El resultado de este proceso fue un conjunto de informes de nuestros socios que transmitían sus respectivos recorridos con mucha curiosidad y autoconciencia. Estos informes destacaban no sólo lo que habían hecho —lo cual habríamos podido obtener con un enfoque más tradicional—, sino también lo que había salido mal, lo que había sido especialmente difícil, lo que habían aprendido por el camino y cómo habían aplicado esas lecciones en toda la organización. Uno de nuestros socios describió cómo utilizó su investigación de la audiencia para mejorar sus iniciativas de recaudación de fondos. Otro aplicó las lecciones aprendidas en nuestro trabajo conjunto.
3. La reflexión es un hábito
La mayoría de las prácticas individuales de reflexión significativas —la oración, la meditación, la terapia y la astrología— se basan en el hábito y la repetición para facilitar la introspección. Al traer a varias personas para facilitar las reflexiones en un enfoque escalonado y acumulativo, nuestros socios pudieron aprovechar esta magia de la repetición para centrarse de forma holística en el desarrollo de sus proyectos y profundizar en su trabajo. También estamos integrando este enfoque reflexivo en nuestro acompañamiento y planeamos seguir escalonando las etapas de reflexión en nuestro trabajo conjunto en el futuro.
4. La posición es importante
Lo que aprendemos a través de la introspección debe ir acompañado de una cuidadosa consideración del punto de vista que estamos habitando. Al principio del diseño de este proceso, acordamos que tendríamos que emprender un proceso de reflexión similar con la ayuda de Rebecca para obtener la historia completa de esta iniciativa. Al igual que nuestros socios compartieron sus reflexiones con nosotros, queremos compartir con ellos lo que resultó de este proceso para nosotros.
En resumen, la verdadera reflexión es un proceso y un hábito. Debemos centrarnos menos en el resultado (un informe escrito) y más en el proceso. Descubrimos que un proceso semiestructurado e interactivo daba a nuestros socios el nivel adecuado de flexibilidad y espacio para contar su historia con su propia voz. Tanto el contenido como su forma han resultado increíblemente útiles para destilar nuestro aprendizaje colectivo, e incluso han inspirado a JustLabs a replantearse cómo estructurar y preparar nuestros propios informes. A otros financiadores les vendría bien cambiar su forma de pensar sobre los informes, pasando de una función exclusiva o incluso principal de rendición de cuentas a una de aprendizaje y reflexión mutuos. Esperamos que este relato ayude a dar ese impulso.
Este artículo es parte de una colección de JustLabs y el Fondo para los Derechos Humanos Globales sobre cómo dar vida a iniciativas narrativas en el trabajo de derechos humanos.