¿Es la incipiente clase media la mayor esperanza del activismo global de derechos humanos?

Hace más de un año, Stephen Hopgood presentó su muy controvertida tesis de que vivimos en la última era de los derechos humanos. Parte de su argumento consiste en que las organizaciones de derechos humanos no tienen la credibilidad y legitimidad necesarias ante las masas del sur para desarrollar una base de apoyo internacional de activistas, ya que éstos “[mantendrían] creencias que no ocupan un lugar importante en el pensamiento occidental sobre derechos humanos”. Él piensa que su mayor esperanza puede recaer en las crecientes clases medias de las potencias emergentes.

Independientemente de la opinión que se tenga sobre la naturaleza elitista de los derechos humanos, es importante saber cómo perciben los derechos humanos las clases medias de las naciones emergentes. Como bien argumentó David Petrasek, su comprensión y participación dará forma al futuro de los derechos humanos, al menos en parte.

Una nueva encuesta mundial encontró que las personas con mayor nivel educativo en Brasil, Rusia, la India y Sudáfrica entienden los derechos humanos de una manera similar a como lo hacen quienes viven en los EE. UU. y en el Reino Unido, y que dan prioridad a los mismos derechos. Los encuestados participaban de manera más activa en los temas nacionales y les atribuían mayor responsabilidad a las organizaciones no gubernamentales (ONG) locales que sus contrapartes occidentales. Para que las clases medias incipientes se involucren en la diplomacia relacionada con los derechos humanos en el exterior de sus respectivos gobiernos, las ONG internacionales deben aliarse con las ONG locales para crear una cultura de derechos humanos que trascienda lo local.


Adam Oxford/Flickr (Some rights reserved)

Una nueva encuesta mundial encontró que las personas con mayor nivel educativo en Brasil, Rusia, la India y Sudáfrica entienden los derechos humanos de una manera similar a como lo hacen quienes viven en los EE. UU. y en el Reino Unido, y que dan prioridad a los mismos derechos.

 


Las conclusiones se basan en una encuesta global sobre las percepciones de derechos humanos que realizó la agencia de investigación de mercado Winkle como una donación a Amnistía Internacional, Holanda. En abril de 2014, 4,612 hombres y mujeres de 15 países (Brasil, Rusia, la India, Sudáfrica [BRIS], Turquía, Japón, Holanda, el Reino Unido, los Estados Unidos, Francia, Alemania, Suecia, Polonia, Italia y Australia) completaron un cuestionario en línea diseñado para descubrir cómo se entienden y valoran los derechos humanos a través del mundo.

Las encuestas se realizaron en muestras a nivel nacional de entrevistados que son representativos, en términos de edad y género, de la población en línea. Todos los encuestados tenían acceso a Internet y respondieron al cuestionario en línea. La población con un nivel educativo más alto está sobrerrepresentada (con excepción de Suecia, Alemania y Australia); la sobrerrepresentación es incluso mayor en países en los que menos de la mitad de la población cuenta con acceso al Internet (Brasil, Turquía, Sudáfrica y, particularmente, la India). En estos últimos cuatro países y en Italia, la población urbana también está sobrerrepresentada.

 ¿En qué consisten los derechos humanos?

A diferencia de lo que se suele pensar, la encuesta descubrió que no existen grandes diferencias entre la manera en la que entienden los derechos humanos las personas del norte y las del sur global. En general, la población educada de todo el mundo tiene asociaciones principalmente positivas con los derechos humanos: los asocian libremente con la libertad, la igualdad y la justicia. Además, cuando se les presentó una lista de asuntos, la mayoría de ellos eligieron las mismas libertades (libertad de expresión y de religión) y derechos (derechos de las mujeres y de los niños). Los asuntos que se asociaron menos con los derechos humanos también fueron similares, como la tortura y la pena de muerte.

Tampoco se encontró evidencia que respaldara la hipótesis de que la gente en el sur da mayor prioridad a los derechos económicos que a las libertades civiles. De hecho, los encuestados en ambos hemisferios creen que los derechos al agua y la comida, la educación y el acceso a servicios de salud son los más importantes. Sólo los derechos de los niños se consideran relativamente más importantes en el sur. En Japón y Turquía, los tres asuntos más importantes incluyen otros derechos: la seguridad social, la ayuda en situaciones de desastre, la privacidad (Japón, y también en Rusia) y la no discriminación (Turquía).

Los asuntos considerados menos importantes también coinciden entre países: cambio climático, el uso de aviones no tripulados, la orientación sexual y la pena de muerte. Pero hay discrepancias. La encuesta de Winkle mostró que en Rusia, apenas un 38% considera importante la defensa de los derechos de las minorías sexuales. Sin embargo, el 80% en la India y Brasil (es decir, los residentes urbanos de mayor nivel educativo) la percibe como parte de los derechos fundamentales.

Las ONG locales o internacionales

Una encuesta de WorldPublicOpinion.org de 2008 encontró que el 40% de los encuestados prefieren que los gobiernos nacionales tomen las decisiones sobre asuntos relacionados con los derechos humanos, el 37% prefieren que lo haga la ONU y el 13%, que lo hagan las organizaciones regionales. En la encuesta de Winkle, la mayoría de los encuestados de los 15 países tienen la expectativa de que sus gobiernos promuevan los derechos humanos que consideran más importantes. La ONU, la Unión Europea y las ONG internacionales ocupan el segundo lugar en los países europeos, los EE. UU. y Australia; mientras que en los demás países, los actores locales desempeñan un papel tan importante como el de las ONG internacionales. Además, entre las organizaciones locales o internacionales, la mayoría de las personas en los países “Occidentales” eligen a las últimas (con excepción de Japón y Estados Unidos, en donde la opinión de las personas está dividida) para abordar cuestiones de derechos humanos. En Brasil, India y Sudáfrica, por otro lado, la mayoría de las personas atribuyen esta función a las organizaciones locales.

 Participación

En la mayoría de los países, alrededor de la mitad de los encuestados han participado en el activismo de derechos humanos, principalmente donando dinero. Sin embargo, el 70% de los encuestados de Japón nunca han participado activamente, mientras que dos terceras partes de los encuestados suecos e italianos (y 80% de las élites indias) han donado, han recaudado fondos o se han movilizado a favor de los derechos humanos. La mayoría de las personas de los países de Europa occidental, particularmente los holandeses, se enfocan en cuestiones internacionales cuando participan en actividades de derechos humanos. En cambio, los residentes de Japón y de las economías emergentes participan principalmente en asuntos nacionales. Aunque, una vez más, no hay dicotomías norte-sur claras: los estadounidenses y polacos también participan en el activismo sobre asuntos nacionales de derechos humanos. Hacer que las sociedades civiles del sur se involucren más en la política exterior de su propio gobierno, y de los gobiernos de otros países, es esencial para presionar a las nuevas potencias globales y regionales para que promuevan los derechos humanos a nivel internacional 

El futuro del activismo de derechos humanos

La encuesta de Winkle, junto con varias otras encuestas internacionales, sugiere que existe un fuerte consenso internacional a favor de los derechos humanos. Los resultados refutan los supuestos sobre dicotomías norte-sur en las percepciones de los derechos humanos. En todas las regiones se consideran como esenciales los derechos a las necesidades básicas, la educación y los servicios de salud, aunque hay algunas diferencias entre países respecto a la manera en la que las clases medias valoran los derechos humanos, y en cómo participan. Por ejemplo, las personas en Japón suelen mostrarse más indiferentes ante los derechos humanos y estar menos dispuestos a manifestarse contra la pena de muerte (solamente el 12% de la población) y, junto con los turcos, tienen opiniones diferentes sobre cuáles son las cuestiones importantes en comparación con la población educada de otros países. La cantidad de personas en Turquía y Rusia que asocian la privacidad con los derechos humanos y la consideran un derecho importante es relativamente mayor.

Hacer que las sociedades civiles del sur se involucren más en la política exterior de su propio gobierno, y de los gobiernos de otros países, es esencial para presionar a las nuevas potencias globales y regionales para que promuevan los derechos humanos a nivel internacional.

Ese tipo de activismo ayudará a superar el sesgo hacia el norte de la sociedad civil global, lo que a su vez aumentará su eficacia para promover la acción colectiva que es tan necesaria en un mundo multipolar. La encuesta de Winkle muestra que aún queda trabajo por hacer para conseguir que las clases medias incipientes participen en el activismo de derechos humanos más allá de las fronteras nacionales. Para ayudar a construir una cultura de derechos humanos que trascienda lo local y subregional, las ONG internacionales podrían difundir activamente información sobre violaciones de derechos humanos en todo el mundo, invertir en la educación sobre derechos humanos y fortalecer las redes de solidaridad transnacionales. Mientras las ONG internacionales expanden su propia presencia en el sur global (una tendencia controvertida), deben complementar el trabajo de las agrupaciones locales de derechos humanos. En particular, deben apoyar los intentos del movimiento sureño de derechos humanos de impulsar a sus gobiernos a que adopten medidas para responder a las violaciones de derechos humanos por todo el mundo.

Hay esperanzas de que las crecientes clases medias de las naciones emergentes se involucren en los temas de derechos humanos en sus países y, con tiempo y un esfuerzo creativo, también en el extranjero.