Orden a partir del caos: ¿es la ONU una amiga o una enemiga?

Mientras la Asamblea General de las Naciones Unidas se reunía en septiembre en Nueva York, se cernía la ansiedad por las relaciones con Estados Unidos bajo el mandato del Presidente Trump. Estados Unidos es el miembro más poderoso de la ONU y su mayor contribuyente. Los funcionarios de la ONU temían que el presidente comenzara otra ronda de ataques contra los organismos internacionales, pero terminaron sintiéndose aliviados por sus débiles elogios a las actividades de la organización en materia de mantenimiento de la paz y asistencia a los refugiados.

Sin embargo, los llamamientos de Trump a favor de una soberanía centrada en el Estado se hicieron eco del ya antiguo escepticismo conservador de las organizaciones mundiales. Según una encuesta Pew de 2016, la mayoría de los republicanos creen que Estados Unidos no debe dejar que sus intereses se vean afectados por la ONU u otros organismos multilaterales como la Organización Mundial del Comercio. Desde este punto de vista, la ONU es una herramienta utilizada por otros países, incluidos los enemigos de Estados Unidos, para restringir los intereses estadounidenses.

Flickr/UN Geneva/(CC BY-NC-ND 2.0)(Some Rights Reserved).

The Trump administration has taken up the banner of ensuring that the U.N. serves the United States and its security imperatives.


Pero, ¿los demás países ven a la ONU de esta manera? ¿Qué piensa la gente de todo el mundo sobre las Naciones Unidas y Estados Unidos? En conjunto con la Asamblea General de la ONU, examinamos los datos de nuestra encuesta de 8,885 personas de seis países en todas las regiones del Sur global. Las encuestas se llevaron a cabo entre 2012 y 2016, y fueron representativas de países (México, Colombia, Ecuador) o de ciudades importantes y sus alrededores rurales (Lagos, Mumbai, Rabat y Casablanca). Utilizamos empresas locales establecidas de estudios de opinión para realizar entrevistas cara a cara.

Para nuestra sorpresa, las opiniones sobre la ONU en todas las poblaciones encuestadas  fueron de regulares a negativas. En una escala de 0 (nada de confianza) a 1 (mucha confianza), México, Ecuador, Colombia y Nigeria se inclinan muy ligeramente hacia el lado de la confianza, con respecto al punto medio (.5). El rango de valores encontrados fue de .54 a .56. Mumbai es una ciudad ligeramente desconfiada (.46), mientras que Rabat y Casablanca son muy escépticas (.29) (véase la gráfica 1).

Estas bajas calificaciones de confianza distan mucho de la aprobación rotunda que esperaríamos si, como argumentan a veces los conservadores estadounidenses, los países más débiles y los enemigos de Estados Unidos utilizaran a la ONU para aumentar su poder, obtener ayuda internacional y limitar la soberanía de EE. UU. Nuestros hallazgos también resultaron sorprendentes dado que otras encuestas, en particular una realizada por el Pew Research Center (Centro de Investigaciones Pew) en 2013, concluyeron que el público veía a la ONU de manera más positiva. Esa encuesta se realizó en siete países latinoamericanos y seis países africanos, y concluyó que las personas tenían una visión “favorable” de la ONU.

Nuestras encuestas incluyen opiniones más recientes y encontraron una visión ligeramente menos positiva de las Naciones Unidas.

Lo que quizás resulte menos sorprendente es que las poblaciones de estos lugares tienen opiniones ligeramente negativas sobre el gobierno estadounidense; el promedio de confianza fue de .43 a .49 (nuevamente, en la escala de 0 a 1) en India, México y Ecuador. En Marruecos, la cifra fue de -.24. Todas estas encuestas se realizaron antes de la elección de Donald Trump, cuyo discurso ante la ONU reafirmó una perspectiva de “primero Estados Unidos” que ha consternado a sus aliados y reforzado las sospechas de sus detractores. Otras encuestas han mostrado un desplome del apoyo a Estados Unidos durante 2017. En nuestras encuestas, incluso el respaldo en países proestadounidenses fue poco entusiasta (Colombia: .53, Nigeria: .59).

"Entre más desconfían las personas del gobierno estadounidense, observamos, más desconfían también de la ONU, controlando para una gran variedad de factores."

Sin embargo, nuestro hallazgo más interesante fue un vínculo fuerte y estadísticamente significativo entre la confianza en Estados Unidos y la confianza en las Naciones Unidas. Entre más desconfían las personas del gobierno estadounidense, observamos, más desconfían también de la ONU, controlando para una gran variedad de factores. Lo contrario también es cierto, lógicamente: entre más confían las personas en el gobierno de EE. UU., más confían en la ONU.

La gráfica 2 muestra la magnitud de este vínculo mediante un análisis de regresión. Las calificaciones de confianza en el gobierno de EE. UU. y en la ONU están en la misma escala de 0 (nada de confianza) a 1 (mucha confianza). En los seis países y ciudades, cuando los encuestados confían mucho en Estados Unidos (la escala está en su máximo de 1, a la derecha de la gráfica), la confianza en la ONU es .62. Cuando la confianza en Washington cae al mínimo de “nada de confianza” (0, a la izquierda de la gráfica), los encuestados desconfían de la ONU (promedio de .45), una enorme disminución de 17 puntos porcentuales, incluso si controlamos para una gran variedad de factores de actitud y sociodemográficos.

Este resultado es sorprendente dadas las percepciones del público estadounidense sobre la ONU. Mientras que muchos estadounidenses consideran que las Naciones Unidas se oponen o limitan el poder de EE. UU., nuestra encuesta sugiere que las personas en los países en desarrollo piensan lo contrario. Podemos inferir que muchas personas en el Sur global consideran que la ONU y Estados Unidos promueven intereses en común. Lo que es bueno para Estados Unidos es bueno para la ONU, y viceversa.

¿Por qué existe un vínculo entre la falta de confianza en la ONU y en el gobierno estadounidense? Para empezar, parece probable que las actitudes respecto a las autoridades estadounidenses influyan sobre las actitudes respecto a la ONU, en lugar de al revés; Estados Unidos es claramente mucho más importante y visible en el escenario mundial.

Sin embargo, es posible que tanto la falta de confianza en la ONU y como en el gobierno estadounidense se deban a una falta general de confianza en los actores internacionales. Para investigar, incluimos mediciones de desconfianza de los encuestados con respecto a la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) en nuestro análisis estadístico.

Tanto la UE como el FMI son más populares que la ONU o el gobierno de EE. UU. en los países que estudiamos. El análisis de regresión, además, muestra que la inclusión de actitudes hacia la UE y el FMI no elimina los efectos de la desconfianza de los Estados Unidos sobre la desconfianza de la ONU. En otras palabras, es posible que la falta de confianza en la ONU esté motivada por la falta de confianza en el gobierno estadounidense, más allá de cualquier otra opinión que tengan los encuestados sobre las instituciones multilaterales en general.

También es posible que la desconfianza de las Naciones Unidas esté motivada por el temor a un escrutinio no deseado en materia de derechos humanos, muy probablemente por parte del Departamento de Estado de EE. UU. bajo gobiernos anteriores. No sería difícil imaginar que ese fuera el caso en países agobiados por la guerra, como Colombia y Nigeria. Sin embargo, de acuerdo con nuestra encuesta, los participantes generalmente confían en las organizaciones locales de derechos humanos, lo que contrasta con su actitud respecto a la ONU. Por otra parte, cuando incluimos “confianza en las organizaciones locales de derechos humanos” en nuestras regresiones, permanece la asociación de la desconfianza del gobierno estadounidense con la desconfianza de la ONU.

En nuestra opinión, la asociación entre la ONU y EE. UU. se debe a que los encuestados perciben a la organización como una herramienta de intervención por parte de su miembro dominante, Estados Unidos. Dado el papel que desempeñó la ONU en Afganistán e Irak en la década anterior, y su creciente participación en la lucha contra el terrorismo mundial, las poblaciones del sur Global consideran que la ONU refleja una intervención al estilo colonial, a pesar de su importante influencia en el avance de la descolonización en las décadas de los 1960 y 1970.

Este hallazgo de una asociación entre la desconfianza de la ONU y de EE. UU. es notable, en la medida en que contradice la percepción prevaleciente entre los políticos conservadores estadounidenses de que la ONU actúa en contra de los intereses estadounidenses y a favor de sus críticos alrededor del mundo, especialmente en el Sur global. Así, nuestro muestreo del resto del mundo sugiere una perspectiva de que la ONU promueve los intereses de EE. UU., en vez de perjudicarlos.

La administración de Trump ha adoptado el estandarte de asegurar que la ONU sirva a Estados Unidos y sus imperativos de seguridad, un tema invocado en el discurso inaugural de Trump ante el organismo el 19 de septiembre. También es posible que desee asegurarse de que la ONU no se perciba aún más como una herramienta de Washington, a fin de aumentar la legitimidad del organismo internacional. La ONU, que debería gozar de un mínimo de apoyo público, debe esforzarse por mejorar su reputación mediocre o francamente negativa.

Este artículo fue publicado originalmente por The Brookings Institution.