En septiembre de 2019, migrantes africanos que se encontraban varados en el estado de Chiapas, en el sureste de México, protestaron contra las autoridades mexicanas luego de que pasaron un mes y tres días emitiendo cualquier documento que les permita transitar por territorio nacional. EFE / Juan Manuel Blanco
Mientras surgían protestas por la justicia racial en todo el mundo el verano pasado, las manifestaciones en México resaltaron la manera en que el racismo y la brutalidad policial afectan a los migrantes negros en el país. Esta no fue la primera ocasión en la que los migrantes negros protestaron por el trato que reciben en México y, dado que en los últimos años se ha incrementado la migración de africanos y haitianos a través de México, no será la última. Aunque las “caravanas migrantes” centroamericanas suelen dominar la narrativa sobre la migración hacia y a través de México, las características demográficas de la población migrante en el país están cambiando. Ante este cambio, y el aumento de la atención dedicada a la justicia racial, es tiempo de que México haga frente a la xenofobia, el racismo contra las personas negras y otras formas de discriminación que afectan a los migrantes negros en el país.
Durante los últimos años, México se ha convertido en un país de tránsito fundamental para miles de migrantes africanos que realizan un arduo viaje por tierra a través de América Latina para llegar a los Estados Unidos. Las autoridades de migración mexicanas registraron la detención de solo 785 personas africanas en territorio mexicano en 2014. Para 2019, la cifra había ascendido a 7065. Una parte importante de estas personas detenidas procedía de países en guerra civil y con disturbios, como Camerún, la República Democrática del Congo y Somalia. Si bien son imperfectos, y no reflejan la cantidad total de migrantes que ingresan a México cada año, estos datos indican que la cantidad de africanos que se desplazan por México ha aumentado considerablemente en los últimos cinco años.
El aumento puede atribuirse en parte al enfoque cada vez más duro que ha adoptado la Unión Europea en materia de inmigración durante el mismo periodo. Por ejemplo, en 2016, la Unión Europea firmó acuerdos con Turquía y Libia que han dificultado la entrada de migrantes a Grecia o Italia a través del mar Mediterráneo. Estos acuerdos externalizan el control de la inmigración europea más allá de sus fronteras, impidiendo así que los africanos emigren con seguridad al continente. Por consiguiente, cada vez son más los africanos que, en busca de seguridad y supervivencia, vuelan a países sudamericanos como Ecuador o Brasil, viajan por tierra hasta Colombia y cruzan a Panamá a través de la selva del Darién —la parte más peligrosa del viaje—, antes de abrirse camino a través de Centroamérica hasta la frontera sur de México.
Durante el gobierno mexicano actual, se ha vuelto más difícil que los africanos y otros migrantes lleguen a los Estados Unidos. Por muchos años, los africanos que llegaban a Tapachula, una ciudad cerca de la frontera entre México y Guatemala, recibían “permisos de salida” de las autoridades migratorias mexicanas. Portando estos documentos, podían seguir avanzando hacia el norte y solicitar asilo en los Estados Unidos. Esta práctica terminó a mediados de 2019 cuando, por presión de los Estados Unidos, la estrategia migratoria de México se volvió más restrictiva. Al principio, las autoridades migratorias comenzaron a expedir “permisos de salida” que exigían que el titular saliera de México por la frontera sur, y después dejaron de expedirlos por completo. Al mismo tiempo, México aumentó sus medidas de control migratorio: desplegó efectivos de la Guardia Nacional en el sur del país para detener a los migrantes que viajaban hacia el norte sin documentos. A menudo, debido al color de su piel y el idioma que hablan, es más fácil identificar y aprehender a muchos migrantes negros —africanos y de otros países— que a otros migrantes indocumentados.
En consecuencia, a partir de mediados de 2019, cada vez más migrantes africanos se quedaron varados en Tapachula durante meses mientras esperaban que el sistema migratorio mexicano procesara sus casos. Muchos estuvieron recluidos en el centro principal de detención de migrantes, la Estación Siglo XXI, o tuvieron que acampar afuera. Miles de migrantes africanos se reunieron para formar la Asamblea de Migrantes Africanos y Africanas, que protestó por las violaciones de derechos humanos cometidas en su contra.
En particular, los migrantes africanos han sufrido frecuentes actos de racismo y hostilidad por parte de las autoridades migratorias en Tapachula. Nuestro informe recién publicado, basado en entrevistas a migrantes africanos y haitianos que quedaron varados en Tapachula en 2019, documenta la discriminación que sufrieron a manos de las autoridades migratorias, la policía y otros funcionarios de gobierno. Las entrevistas también describen el racismo que vivieron en los ámbitos del empleo, la vivienda y la educación. Para muchos, la discriminación que sufrieron significó que buscar asilo en México no fuera una opción viable. En palabras de Rui, migrante de Angola: “después de ver los abusos y la violencia perpetrados por los funcionarios de migración y la policía contra las personas negras, [México] no es un lugar en el que nos sintamos seguros”.
Las autoridades migratorias mexicanas han llegado a detener y, en algunos casos indignantes, a deportar a afromexicanos e indígenas mexicanos debido a la suposición discriminatoria de que no son ciudadanos.
La discriminación, por el color de la piel y la raza, es frecuente en todo México y afecta negativamente a los migrantes y ciudadanos negros e indígenas. Por ejemplo, un estudio de 2017 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de México encontró que los mexicanos de piel más oscura solían tener un menor nivel económico o educativo. De manera similar, en un estudio de 2019, investigadores de El Colegio de México encontraron que las personas con rasgos físicos racializados, incluido un tono de piel más oscuro, sufren discriminación en una variedad de esferas sociales en toda la sociedad mexicana. Las autoridades migratorias mexicanas han llegado a detener y, en algunos casos indignantes, a deportar a afromexicanos e indígenas mexicanos debido a la suposición discriminatoria de que no son ciudadanos. Como describe una declaración reciente de Black Lives Matter Tijuana, el racismo contra los migrantes negros y los afromexicanos persiste en diversas esferas sociales.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) de México ha hecho numerosas recomendaciones en respuesta a estas prácticas. Asimismo, órganos internacionales de derechos humanos –como el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD, por sus siglas en inglés) y el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas– condenaron recientemente la discriminación contra migrantes negros, indígenas y de sexo femenino en México. El CERD amonestó específicamente a las autoridades mexicanas por la elaboración de perfiles raciales y el uso de la fuerza contra los migrantes. También observó que “ha crecido el discurso de discriminación, odio racial y xenofobia en contra de migrantes” en el país.
La pandemia de COVID-19 ha afectado temporalmente los flujos migratorios, pero las fuerzas que impulsan a los africanos a emigrar de sus países de origen, atravesar Latinoamérica y entrar a México no van a desaparecer. Aunque es posible que el sistema de asilo de los Estados Unidos mejore durante el gobierno de Biden, el hecho es que muchos migrantes africanos y otros migrantes negros aún tendrán que vivir en México, ya sea de forma temporal o permanente. Por lo tanto, es imprescindible que México afronte el racismo contra las personas negras, así como la xenofobia y otras formas de discriminación que afectan a los migrantes en el país. Los esfuerzos de defensa y promoción que realizan los migrantes negros en México, así como el movimiento por la justicia racial que se extiende por todo el mundo, exigen que se tomen medidas urgentes para resolver este grave y persistente problema.