Cuando el gobierno les dijo a los residentes de Temacapulín en México que, debido a la construcción de una presa, tenían que dejar sus hogares o se ahogarían, la comunidad se puso en contacto de inmediato con abogados de derechos humanos. Pero ¿a quién podían acudir en busca de ayuda para entender los planes de ingeniería y las evaluaciones de impacto ambiental? ¿Cómo podían desarrollar propuestas alternativas en sus negociaciones con el gobierno?
Casi todos los problemas de derechos humanos están relacionados con al menos un campo científico.
La amenaza que planteó la presa Zapotillo en México es solo un ejemplo de las muchas situaciones en las que la investigación, el asesoramiento y el análisis de los científicos, ingenieros y profesionales de la salud pueden fortalecer el trabajo de derechos humanos. Casi todos los problemas de derechos humanos están relacionados con al menos un campo científico: los médicos y psicólogos documentan los traumas en las peticiones de asilo; los antropólogos forenses identifican los restos de fosas comunes; los geógrafos utilizan la teledetección para analizar los efectos de los derrames de petróleo en las comunidades; los estadísticos monitorean los derechos sociales y económicos. No obstante, aunque hay una multitud de organizaciones que proporcionan asistencia jurídica para enfrentar las violaciones de derechos humanos, no es tan sencillo acceder a recursos para obtener conocimientos científicos y técnicos.
Reconociendo esta necesidad, la American Association for the Advancement of Science (AAAS) (Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia) creó On-call Scientists (Científicos de Guardia), un servicio voluntario de remisiones para cuestiones de derechos humanos. Desde su creación en 2008, casi 1,000 científicos, ingenieros y profesionales de la salud se han registrado para ofrecer de manera voluntaria su tiempo y sus conocimientos para ayudar a las organizaciones de derechos humanos. Estos voluntarios han trabajado con organizaciones de todo el mundo en más de 140 proyectos. Los ejemplos de colaboración incluyen el asesoramiento sobre métodos de investigación y diseño de encuestas, el análisis de muestras de tierra para detectar contaminación, la revisión de los datos gubernamentales existentes para elaborar indicadores de derechos humanos, la investigación de los efectos económicos que pueden tener las propuestas de reformas de políticas en las comunidades vulnerables y la capacitación de profesionales de derechos humanos en el análisis forense de imágenes digitales.
A veces, la consulta es muy breve, como cuando se responde una pregunta única; pero algunas de las colaboraciones se transforman en alianzas de largo plazo, en las que el voluntario sigue colaborando como perito en litigios o asume una función consultiva formal dentro de la organización. El biólogo molecular Keith B. Ward, por ejemplo, ha participado como consultor en las investigaciones de Human Rights Watch sobre el uso de armas químicas en Siria desde 2013. Del mismo modo, Courtney Cogburn, investigadora de psicología, fisiología del estrés y epidemiología social, ayudó al International Center for Advocates Against Discrimination (ICAAD) (Centro Internacional de Defensores Contra la Discriminación) con un proyecto que analizaba la discriminación étnica y de género en los sistemas judiciales. Más adelante, la organización la invitó a participar en uno de sus comités consultivos. Actualmente, la Dra. Cogburn forma parte de la Junta Directiva del ICAAD.
Las alianzas con expertos científicos y tecnológicos pueden generar muchos beneficios para los profesionales de derechos humanos. La evidencia científica puede reforzar la credibilidad de los informes de derechos humanos e incluso cambiar la percepción del público acerca de un tema. Por ejemplo, para ayudar a los habitantes de Temacapulín, el Environmental Defender Law Center (Centro Legal de Defensores del Medio Ambiente) solicitó la ayuda de un ingeniero con experiencia en el diseño y la construcción de presas hidroeléctricas. El voluntario preparó varios informes técnicos que los abogados utilizaron durante sus esfuerzos legales para detener la expansión proyectada de la presa. El ingeniero viajó a Temacapulín para examinar la ubicación de primera mano y para discutir las propuestas y las distintas opciones con la comunidad y sus abogados. También habló con las autoridades judiciales sobre las inquietudes técnicas respecto al proyecto. Gracias a estos esfuerzos de colaboración, se modificaron los planes de expansión de la presa y no se inundó la ciudad.
Flickr/UK Department for International Development (Some rights reserved)
From civil engineers to microbiologists, partnerships with scientific and technological experts have many potential benefits for human rights practitioners.
No siempre es sencillo crear esta clase de relaciones de colaboración entre sectores. Es posible que los científicos que no habían trabajado antes en cuestiones de derechos humanos no comprendan que los planes de una organización a menudo se ven interrumpidos por las crisis emergentes. Los profesionales de derechos humanos suelen diseñar proyectos en torno a un resultado de política deseado, mientras que los científicos organizan su trabajo en torno a una pregunta de investigación específica. Definir el papel del científico en el proyecto y asegurarse de que su trabajo será objetivo puede ser un desafío desde el principio. Si el científico va a realizar una investigación original, los colaboradores necesitan llegar a un acuerdo sobre cómo manejarán cualquier resultado inesperado. Simplemente pensemos en lo que significa la palabra “trial” en inglés para la investigación científica (ensayo o prueba) y luego para los derechos humanos (juicio). Incluso cuando se toman precauciones para evitar la jerga y los acrónimos, pueden surgir problemas de comunicación a partir de las palabras más básicas en los equipos interdisciplinarios.
El proceso de vinculación de On-call Scientists incluye algunas medidas destinadas a evitar que ocurran este tipo de problemas. Antes de hacer una remisión, los miembros del personal de la AAAS analizan la experiencia profesional y la educación del posible voluntario. También tenemos en cuenta la experiencia de los voluntarios con el trabajo en equipo, particularmente en equipos multidisciplinarios y multiculturales. Otros factores importantes son las experiencias previas del candidato trabajando en equipos con experiencias variadas y comunicando información científica al público no especializado.
Además, cuando hacemos una remisión para un nuevo proyecto, compartimos un conjunto de directrices tanto con la organización de derechos humanos que solicita ayuda como con el voluntario. Estas directrices abordan factores que suelen generar proyectos exitosos, con una lista de preguntas sugeridas que deben plantearse entre ellos los posibles colaboradores antes de iniciar el proyecto. Por ejemplo: ¿El estudio científico requiere métodos que podrían poner en riesgo la seguridad de los testigos? ¿Los resultados del científico se usarán en campañas de promoción o se planea utilizar las conclusiones en un tribunal de justicia? ¿Cómo manejará los datos el equipo del proyecto si los resultados no coinciden con las expectativas o con los informes de los testigos? ¿Será necesaria la participación del científico en las campañas mediáticas resultantes? Además de aclarar el papel de cada miembro del equipo en el proyecto, el proceso de determinar estas expectativas puede ayudar a crear confianza y establecer una relación de cooperación.
On-call Scientists refleja un interés cada vez mayor en los servicios voluntarios, que se complementa con una mayor atención a las investigaciones participativas, la ciencia cívica y las responsabilidades sociales de los científicos. Otras iniciativas que ofrecen asistencia técnica voluntaria son: Statistics Without Borders, DataKind y GISCorps. Las universidades también están creando centros de investigación que se centran en los derechos humanos, como el Programa de Desastres, Desplazamiento y Derechos Humanos de la Universidad de Tennessee. Con estos recursos disponibles, las organizaciones de derechos humanos tienen muchas opciones para integrar los conocimientos científicos en sus actividades de investigación, monitoreo, capacitación y evaluación.