Por qué la libertad de internet debe ser la prioridad de la agenda democrática mundial

/userfiles/image/Abdelwahab_Image_07-02-21.jpg


Cuando el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reunió con el presidente ruso, Vladimir Putin, en Ginebra el mes pasado, la Casa Blanca dijo que en el orden del día figuraba “toda una serie de cuestiones apremiantes”, incluida la participación del Kremlin en los ciberataques mundiales y en las campañas de desinformación. Durante esas conversaciones —y en la próxima Cumbre de las Democracias, en la que Biden se ha comprometido a convocar a sus aliados— es crucial que Estados Unidos reconozca que la libertad de internet está siendo asediada en todo el mundo. Es ahora el momento de cuestionar la cibersoberanía y de presionar para que se establezcan protecciones urgentes que garanticen que las personas puedan comunicarse entre sí y acceder a la información que necesitan para estar seguros, sanos e informados.

No podemos dejar que la cibersoberanía, o la idea de que los países deben ejercer la soberanía sobre internet dentro de sus fronteras, se convierta en un sustituto de la ciberseguridad.  Los actores estatales iliberales utilizan la soberanía como defensa para la censura local de contenidos en plataformas globales, a menudo para buscar un control más estricto sobre las puertas de entrada a Internet. La cibersoberanía también conduce a la tecnología y las políticas que se denominan “controles de la información”. El potencial para sofocar la libertad de expresión y el derecho a la información es quizás una de las razones por las que los marcos de ciberseguridad democrática tienden a evitar los controles de información enmarcados en la cibersoberanía. Aún así, se está produciendo ese cambio para centrar la información y los datos, en lugar de las personas.

Los hacedores de política tienen la oportunidad de potenciar el movimiento por la libertad en internet mediante una inversión que reafirme los principios democráticos de la gobernanza mundial de internet a través de una ciberseguridad que centre a las personas, establezca alianzas y refuerce las infraestructuras.

Las restricciones a la libertad de internet se han acelerado en todo el mundo, lo cual plantea graves amenazas a los derechos humanos y a la seguridad. Las recientes tomas militares en Myanmar provocaron cortes de internet que no sólo le cortaron el acceso al mundo exterior a los residentes, sino que también impidieron que el resto del mundo conociera las atrocidades que estaban ocurriendo dentro de las fronteras del país. Los efectos de la pandemia de la covid-19 han puesto en peligro aún más la salud mental, física y económica de las comunidades menos conectadas.

El organismo internacional de vigilancia de los derechos humanos Freedom House hace poco reportó que estamos viendo cómo los gobiernos ejercen más influencia para censurar las noticias y las comunicaciones de fuera de sus fronteras. El informe se centra en el año 2020 y destaca que los gobiernos están incluso utilizando la pandemia como excusa para cerrar la información que no quieren que circule.

En medio de este momento histórico difícil, los hacedores de política tienen la oportunidad de potenciar el movimiento por la libertad en internet mediante una inversión que reafirme los principios democráticos de la gobernanza mundial de internet a través de una ciberseguridad que centre a las personas, establezca alianzas y refuerce las infraestructuras.

Cabe destacar que muchas preocupaciones podrían justificar las intervenciones de los Estados en la seguridad de la información. Los países democráticos (incluidos Estados Unidos, Japón y gran parte de la UE) proponen gobernar los flujos de datos en un esfuerzo por luchar contra la desinformación y, dicen, proteger la seguridad pública. Pero la desinformación también se utiliza a menudo como razón para prohibir internet. Estos ejemplos se basan en la cibersoberanía. El objetivo de combatir la desinformación suele ser bien intencionado, pero debe hacerse con cuidado, pues de lo contrario se corre el riesgo de abrir una puerta a los malos actores estatales para legitimar una censura en línea perjudicial.

La comunidad de la libertad en internet está mejor situada para navegar este balance entre ciberseguridad y cibersoberanía. Pero necesita el apoyo de los países democráticos y de las empresas para que internet cumpla su promesa de ser una gran fuerza para el bien y, al mismo tiempo, siga siendo un espacio seguro y democrático.

Los aliados globales de la libertad en internet deben centrarse en tres áreas específicas que requieren un interés e inversión reales. Esta agenda promoverá prácticas sólidas de ciberseguridad al tiempo que fomentará la libertad de pensamiento en internet.

Primero, la alfabetización digital general es una parte importante de la vida cívica cotidiana. En lugar de exagerar las innumerables amenazas en línea, necesitamos una mayor comprensión de que no existe una solución rápida para la ciberseguridad. Sin embargo, existen herramientas que ayudan a mejorar la seguridad digital, como las redes privadas virtuales y los gestores de contraseñas. Nuestra investigación reveló que uno de cada cuatro usuarios en todo el mundo no está familiarizado con la tecnología VPN. Arraigadas en la idea de que Internet trasciende las fronteras nacionales, las VPN ofrecen a los ciudadanos una forma de eludir la cibersoberanía al tiempo que ayudan a proteger su ciberseguridad.

Debemos fomentar las alianzas, desde los gobiernos hasta las empresas tecnológicas, para que se unan a la sociedad civil en la lucha por la libertad en internet, de modo que podamos garantizar un compromiso internacional duradero con el uso libre, abierto y democrático de internet.

Tal y como están las cosas, el acceso a estas herramientas es mayoritariamente una elección del consumidor o de la empresa; pero dada su importancia, instamos a los hacedores de política a que consideren su responsabilidad de educar a las instituciones y al público sobre los beneficios de las herramientas de elusión para que los censores no puedan utilizarlas como herramienta de defensa.

Segundo, es esencial proteger y financiar a los grupos de creación de comunidades como el Fondo de Tecnología Abierta (OTF) y sus beneficiarios, que permiten a miles de millones de personas en todo el mundo navegar por internet de forma segura y libre de censura y vigilancia. Es importante que la comunidad de la libertad de internet no vuelva a enfrentarse a déficits de financiación como los experimentados en 2020, cuyos efectos son perjudiciales para el avance de las tecnologías de derechos humanos.

Por último, debemos fomentar las alianzas, desde los gobiernos hasta las empresas tecnológicas, para que se unan a la sociedad civil en la lucha por la libertad en internet, de modo que podamos garantizar un compromiso internacional duradero con el uso libre, abierto y democrático de internet. Un modelo de financiación diverso en el que participen las empresas tecnológicas, los grupos de derechos humanos y los gobiernos fomentaría la ciberseguridad al responsabilizar a los principales actores, lo que permitiría a las comunidades de defensa de la libertad en internet continuar con su importante labor.

Tenemos la responsabilidad de proteger los ideales de libertad y apertura sobre los que se construyó internet al tiempo que abordamos los desafíos modernos. Es importante recordar que la cibersoberanía enmarca las cuestiones como propias del Estado, y la ciberseguridad requiere la cooperación de todos. Teniendo en cuenta la cooperación, podemos fortalecer el movimiento por la libertad en internet si nos lo proponemos.