Pixabay/Geralt(Some Rights Reserved)
En un mundo interconectado, la información sobre derechos humanos debe ser continuamente actualizada y registrada para continuar aprendiendo y compartiendo el mundo.
La cantidad de información digital que producimos y consumimos aumenta de forma exponencial: hoy en día, se estima que Internet contiene cerca de cinco mil millones de páginas web. ¿Qué tan grande es eso? Para obtener los 680 mil millones de hojas de papel que se necesitan para imprimir toda la Internet, sería necesario talar el 2 % de la selva amazónica restante. El inmenso flujo de información digital que rodea nuestra existencia ha afectado la mayoría de las áreas de la vida humana.
En el contexto de la práctica de los derechos humanos, pocas cosas han influido más en la búsqueda de datos y la recopilación de pruebas que la aparición de videos en línea y de contenido generado por los usuarios en redes sociales, blogs y wikis. La difusión global de los teléfonos celulares con cámara y la aparición de servicios como Twitter, WhatsApp, YouTube y Telegram han transformado a millones de personas en fuentes de información y creadores de contenido. Desde que se subió el primer video a YouTube hace tan solo 12 años, la cantidad de videos públicos disponibles para supervisar y documentar las violaciones de derechos humanos se ha multiplicado: ahora es posible acceder a más de mil millones de videos únicos tan solo en ese proveedor.
Esta creciente abundancia de información digital les ofrece a los profesionales de derechos humanos una valiosa oportunidad para llegar a temas y áreas antes imposibles de alcanzar. Pero esa oportunidad viene acompañada de importantes desafíos en cuanto a la recolección, preservación y verificación. La recolección es clave, ya que requiere filtrar y descubrir material relevante en un mar de contenido que crece y cambia en tiempo real. Cada minuto se crean medio millón de tweets, y para encontrar la información adecuada se requieren habilidades y herramientas especializadas. La preservación también es crucial, ya que mucha de esta información es efímera o está controlada por terceros a los que suelen motivar los intereses comerciales, y no el interés público. En muchos casos, si los activistas no descargan los videos rápidamente o los preservan de alguna otra manera, las pruebas de las violaciones de derechos humanos pueden ser retiradas por una variedad de razones, desde solicitudes de eliminación por motivos políticos e incumplimiento de las condiciones de servicio, hasta inquietudes éticas o de seguridad relacionadas con los sujetos involucrados. Probar la autenticidad del material disponible en línea también puede ser extremadamente complicado. Por ejemplo, un video subido a una plataforma de uso generalizado como YouTube o Twitter suele mostrar muy poca información. A menos que el autor original sea una fuente confiable o decida agregar información contextual deliberadamente, es poco lo que pueden hacer los profesionales de derechos humanos para verificar el contenido que descubren en línea.
La preservación y la verificación son críticas para los activistas de derechos humanos por algunas razones adicionales. En primer lugar, hace tiempo que los defensores de todos los rincones del mundo comprenden el valor probatorio de los videos. Como señala la International Bar Association (Asociación Internacional de Abogados), “el estado actual de la técnica para investigar, procesar y presentar evidencia de fuentes digitales y tecnológicas está evolucionando rápidamente y es cada vez más central para el enjuiciamiento de delitos graves”. Por lo tanto, los profesionales de derechos humanos deben considerar que sus esfuerzos de búsqueda de datos podrían resultar relevantes para los esfuerzos formales de rendición de cuentas y obtención de justicia. Además, a medida que la producción de información se simplifica y se distribuye globalmente, vemos un aumento en la producción deliberada de noticias falsas y campañas de desinformación. Con frecuencia, la defensa y promoción de los derechos humanos sucede en la esfera pública, donde la reputación, la fiabilidad y la confianza son activos valiosos. La propagación de desinformación es perjudicial no solo para las campañas, sino también para las ONG y los activistas particulares.
La propagación de desinformación es perjudicial no solo para las campañas, sino también para las ONG y los activistas particulares.
A las organizaciones de derechos humanos podría serles útil explorar los marcos existentes para el descubrimiento y la gestión de información en línea, como el Modelo de Referencia de Descubrimiento Electrónico (EDRM, por sus siglas en inglés) que desarrolló la Facultad de Derecho de la Universidad Duke. Si bien este modelo se dirige principalmente a los litigios, su adaptación podría brindar solidez metodológica a los esfuerzos de documentación. Un caso ejemplar es el Syrian Archive (Archivo Sirio), que adopta dicho marco y lo mejora con una estrategia de prevención de daños y mitigación de riesgos.
Además de los marcos aparentemente complejos como el anterior, hay un puñado de herramientas y técnicas disponibles que pueden mejorar las capacidades de preservar y verificar contenidos. El Manual de verificación, elaborado por el European Journalism Centre (Centro Europeo de Periodismo), ofrece una guía valiosa para verificar el contenido digital. Disponible en varios idiomas, es un gran recurso que proporciona herramientas y utiliza casos que los profesionales de derechos humanos podrían incorporar a su labor. Algunas organizaciones experimentadas como WITNESS, que se ha centrado en el uso de videos en pro de los derechos humanos desde 1992, redactaron el documento Video as Evidence Field Guide (Guía práctica sobre el video como evidencia).
Por otra parte, el Citizen Evidence Lab (Laboratorio de Evidencia Ciudadana) de Amnistía Internacional ha documentado una gran variedad de tácticas y estrategias que van desde opciones técnicas para tareas específicas hasta las garantías éticas necesarias para proteger a las personas mencionadas en el material en línea. Las organizaciones más nuevas como Bellingcat, cada vez más conocida por su uso efectivo de la inteligencia de fuentes abiertas u OSINT, por sus siglas en inglés (es decir, datos recopilados de fuentes disponibles públicamente), y FirstDraft News, una coalición sin fines de lucro centrada en la confianza y la verdad en la era digital, a menudo documentan y divulgan las técnicas que utilizan en su trabajo de verificación. Además, observar lo que hacen las fuerzas del orden y los científicos forenses podría ayudar a comprender qué es lo que se reconoce como herramientas estándar en entornos que toman en cuenta tanto la cadena de custodia como la admisibilidad en un tribunal de justicia.
Existen varias herramientas con barreras o curvas de aprendizaje bajas que los activistas pueden utilizar para mejorar o simplificar sus flujos de trabajo de verificación y preservación. Check es un servicio centrado en flujos de trabajo de verificación colaborativos y distribuidos; Video Vault hace posible una conservación utilizable del contenido en línea; HTTrack (Unix), DeepVacuum (OSX) y WinHTTrack (Windows) permiten copiar con facilidad los sitios web; y por último, Internet Archive, quizás el proyecto de archivo de interés público más conocido, ofrece formas útiles de enviar páginas y recursos a su repositorio.
Los profesionales de derechos humanos ciertamente no están solos en este esfuerzo por usar la tecnología y pueden aprovechar recursos como el Human Rights Methodology Lab (Laboratorio de Metodología de Derechos Humanos), que reúne a expertos para que ofrezcan orientación sobre proyectos de investigación en materia de derechos humanos, a fin de innovar e impulsar la metodología de investigación; el Cuerpo de Verificación Digital, que capacita a los profesionales de derechos humanos sobre las técnicas utilizadas para recolectar y verificar el material en línea; el laboratorio de investigaciones de fuentes abiertas del Centro de Derechos Humanos de UC Berkeley, que trabaja en la verificación y documentación de violaciones de derechos humanos y posibles crímenes de guerra con un equipo de estudiantes y expertos en diferentes lugares del mundo, y el Centro de Ciencias de los Derechos Humanos de la Universidad Carnegie Mellon, que se centra en el desarrollo y la aplicación de métodos científicos para recolectar, analizar y comunicar información de derechos humanos.
Nuestro uso cada vez mayor de la tecnología ha creado una infinidad de oportunidades para la determinación de hechos en materia de derechos humanos. Para que se conviertan en una parte integral y sostenible de la práctica de los derechos humanos, es primordial que revisemos y actualicemos continuamente las metodologías que implementamos para adaptarnos a estas nuevas condiciones, sin abandonar la investigación rigurosa que caracteriza el trabajo eficaz en derechos humanos.