Para alcanzar el éxito, las agrupaciones locales de derechos humanos deben tener cierto nivel de apoyo local. Las agrupaciones locales siempre tienen la opción de pedir ayuda extranjera, pero los cambios duraderos requieren la participación a nivel nacional de los políticos, los actores estatales y la gente común. Es necesario que los políticos sientan la presión de sus electores con respecto a los derechos humanos, que los funcionarios crean que las agrupaciones de derechos humanos son confiables y que los miembros del público contribuyan con su voz, su dinero y su energía.
Los activistas de derechos humanos suelen ser pesimistas respecto a las opiniones del público, piensan que sus conciudadanos los ven con escepticismo, o algo peor. De acuerdo con las encuestas que realizamos en cuatro regiones del mundo, sin embargo, el público percibe las organizaciones y las ideas de derechos humanos positivamente. Además, las declaraciones de los críticos que afirman que los trabajadores de derechos humanos están vinculados a la intervención y las potencias extranjeras tienen poca aceptación entre el público. Nuestros datos sugieren que los activistas de derechos humanos pueden sentirse cautelosamente optimistas acerca de sus reputaciones públicas.
Percepciones de los activistas, encuestas al público
Para saber cómo se ven los activistas a sí mismos, primero entrevistamos cientos de trabajadores, activistas y expertos de derechos humanos a través de 60 países y les pedimos sus comentarios sobre la opinión que tiene el público sobre ellos, sus organizaciones y sus temas. Algunos creían que sus compatriotas los veían positivamente, como valientes defensores de la justicia. La mayoría, sin embargo, se sentían asediados, detestados e ignorados.
Para poner a prueba las percepciones de los activistas frente a las actitudes reales del público, insertamos nuestras preguntas en una encuesta pública periódica, México, las Américas y el Mundo, que lleva a cabo el CIDE, un destacado instituto mexicano de investigación. Su equipo aplicó nuestras preguntas a una muestra representativa a nivel nacional de adultos en México (N=2,400) en 2012.
Con base en esta experiencia, desarrollamos nuestra Encuesta de percepciones sobre derechos humanos, una serie única de preguntas sobre actitudes públicas hacia las organizaciones, los activistas y los temas de derechos humanos. Desplegamos la encuesta en Marruecos y la India en 2012 y en Nigeria en 2014. Encuestamos muestras representativas de poblaciones urbanas y rurales en el interior y los alrededores de Rabat y Casablanca (N=1,100); en la principal capital financiera de la India, Mumbai (N=1,680), y en la ciudad más grande de Nigeria, Lagos (N=1,000). Realizamos un sobremuestreo de las poblaciones rurales y las minorías étnicas o religiosas para recolectar suficientes datos desde perspectivas marginadas. Ponderamos nuestros resultados tomando en consideración este sobremuestreo.
David Crow (All rights reserved)
Pilot testing the survey in Morocco, September 2012.
Colaboramos con empresas locales en cada país para la aplicación de las encuestas, entre ellas, Data OPM en México, LMS-CSA en Casablanca, Team C-Voter en Delhi y Practical Sampling International en Lagos.
Elegimos estos países por una variedad de razones. Difieren drásticamente en factores como la historia, los antecedentes coloniales, las tradiciones religiosas, el idioma y la región. Dada esta variación, cualquier similitud entre países es una poderosa indicación de tendencias mundiales más amplias.
Sin embargo, los cuatro casos también satisfacen condiciones que hacen que analizar los derechos sea significativo y seguro. Todos tienen considerables sociedades civiles interesadas en los derechos, y todas cuentan con libertad política suficiente para que los miembros del público puedan expresar sus opiniones políticas y para que los encuestadores puedan preguntar sobre derechos humanos. Finalmente, todos tienen acuciantes problemas de derechos humanos que han atraído atención y esfuerzos de movilización nacionales e internacionales.
Optimismo con base en los datos
Nuestros resultados nos dejan cautelosamente optimistas con respecto a las posibilidades del movimiento de derechos humanos, incluso en esta época de creciente hostilidad gubernamental hacia la sociedad civil.
Hemos publicado varios artículos a partir de los datos (consulte aquí, aquí y aquí) y estamos preparando un libro. En conjunto, nuestros resultados nos dejan cautelosamente optimistas con respecto a las posibilidades del movimiento de derechos humanos, incluso en esta época de creciente hostilidad gubernamental hacia la sociedad civil.
Consideremos la Gráfica 1, que refleja las respuestas promedio a la pregunta “Qué tanto asocia [frase] con los ‘derechos humanos’?”. Preguntamos sobre frases que sonaban positivas, como “proteger a las personas de la tortura y el asesinato”, “promover la justicia social y económica” y “promover elecciones libres y justas”; frases que sonaban negativas, como “proteger a los delincuentes”, “proteger a los terroristas” y “no proteger ni promover los intereses de nadie ”; y frases que asociaban los derechos humanos con la intervención extranjera: “promover los intereses de Estados Unidos” y “promover valores e ideas extranjeros”.
En todos los países excepto México, también les preguntamos a los encuestados si asociaban los “derechos humanos” con “proteger los derechos de las mujeres”, un tema particularmente candente para los activistas de derechos humanos en todo el mundo.
Pedimos que cada encuestado calificara la fuerza de su asociación de 1, la calificación más débil, a 7, la más fuerte. Una calificación de 4, el punto medio, indica la neutralidad del encuestado; las calificaciones menores a 4 indican una asociación baja o nula, mientras que las calificaciones superiores indican una asociación cada vez más fuerte.
Encontramos algunos resultados notablemente consistentes. A lo largo de los cuatro casos, los encuestados tenían más probabilidad de asociar los derechos humanos con las frases que sonaban positivas que con las que sonaban negativas. En otras palabras, la actitud de la gente común hacia el término “derechos humanos” es más cálida que fría.
Por otra parte, las asociaciones de los derechos humanos con la intervención extranjera tuvieron poca aceptación. Al ponderar las calificaciones de cada país equitativamente, la asociación promedio de los cuatro países entre los derechos humanos y “promover los intereses de EE. UU.” o “promover valores e ideas extranjeros” fue de un bajo 3.6, por debajo del punto medio neutral.
Cabe destacar que los públicos también asociaron fuertemente el término “derechos humanos” con “proteger los derechos de las mujeres”, lo cual sugiere que, en la mente del público, el movimiento de las mujeres está estrechamente vinculado con su homólogo de derechos humanos.
La Gráfica 2 muestra otras noticias prometedoras. Les preguntamos a más de 6,000 encuestados sobre su confianza en toda clase de instituciones nacionales e internacionales, la cual expresamos en un rango de 0 a 1, o de “nada de confianza” a “mucha confianza”. De nuevo, calculamos una calificación promedio para cada institución, a la que cada país contribuye de igual manera.
En los cuatro países, las agrupaciones locales de derechos obtuvieron una calificación más cercana al extremo superior en el espectro de confianza institucional del público.
En todos los casos, los públicos expresan un gran nivel de confianza en las instituciones religiosas, cuyo promedio en los cuatro países fue de 0.65 en la escala de 0 (menos confianza) a 1 (más confianza). Los políticos, en cambio, estuvieron entre los actores en los que menos confía el público, con un pésimo promedio en los cuatro países de 0.32. El promedio de 0.52 de las agrupaciones de derechos locales las coloca en el extremo superior del rango de 0.32 a 0.65.
En conjunto, las Gráficas 1 y 2 sugieren que a lo largo de distintas regiones del mundo, los públicos ven favorablemente a los derechos humanos y las organizaciones locales de derechos humanos. Si combinamos a las personas que tienen mucha confianza en las organizaciones locales de derechos humanos (OLDH) con las que asocian más fuertemente los derechos humanos con “promover la justicia social y económica” y “proteger a las personas de la tortura y el asesinato”, encontramos que el 23 % del público, en promedio, es firme partidario de los derechos humanos.
Es posible que nuestras encuestas sean demasiado optimistas, pero las probabilidades de que más de 6,000 encuestados elegidos aleatoriamente respondan de maneras marcadamente consistentes en países muy distintos parecen ser bajas. En cambio, nuestras encuestas probablemente revelan una tendencia subyacente que queda oculta en los debates polarizados a nivel de las élites: la gente común, por lo general, sí apoya las ideas y las agrupaciones de derechos humanos, a pesar de que ambas son criticadas ampliamente en los medios de comunicación.
Los profesionales de derechos humanos trabajan en entornos altamente conflictivos, en los que los críticos a menudo alegan que las ONG y las ideas de derechos humanos están motivadas por intenciones perjudiciales o por los intereses de potencias extranjeras. La gente común, sin embargo, parece estar menos inclinada a pensar lo peor de los agentes que trabajan en el ámbito de los derechos humanos.
Se requiere más trabajo para probar y ampliar nuestros resultados, pero nuestra investigación sugiere que los promotores de los derechos humanos tienen motivos para ser optimistas.