Como defensoras de derechos humanos trabajamos en culturas, contextos y entornos políticos diferentes, siendo nuestras estrategias igualmente diversas y constantemente cambiantes. Nuestro trabajo puede ser peligroso, difícil o estar sujeto a acciones punitivas, por el simple hecho de que existimos o nos organizamos como grupos o colectivos jóvenes de derechos humanos. Algunxs de nosotrxs somos miembrxs de grupos LGBTQI* y no podemos admitir abiertamente nuestras identidades. Otrxs somos abogadxs y trabajamos en casos de violaciones de derechos humanos que requieren empatía y confidencialidad absoluta. Algunxs somos movilizadores de recursos y necesitamos hacernos caminos en las políticas del dinero. También hay entre nosotrxs artistas que escriben canciones, pintan murales, interpretan poesías y cantan canciones que desafían las estructuras opresivas.
En la lucha por la defensa de los derechos humanos y para que la justicia sea alcanzable y accesible para todxs, las defensoras de derechos humanos ponemos en riesgo nuestro bienestar físico y psicológico.
En la lucha por la defensa de los derechos humanos y para que la justicia sea alcanzable y accesible para todxs, las defensoras de derechos humanos ponemos en riesgo nuestro bienestar físico y psicológico. Las agresiones físicas contra defensoras de derechos humanos no son un fenómeno nuevo sino que no han hecho más que aumentar durante los últimos años, según el informe “Global Report on the Situation of WHRDs”(Informe global sobre la situación de las defensoras de derechos humanos) de 2012. Y, según la investigación recién publicada en colaboración con el Programa de Jóvenes Feministas de AWID y FRIDA ‘Brave, Creative, Resilient: The Global State of Young Feminist Organizing’ (Valientes, Creativas, Resilientes: El Estado Global de las organizaciones de jóvenes feministas), un 44% de lxs jóvenes feministas dicen que se sienten amenazadxs e insegurxs debido al trabajo que realizan. El 54% de lxs mismxs identifican a los grupos extremistas y los grupos fundamentalistas religiosos como la mayor amenaza para sus activismos. El auge de los fundamentalismos, el militarismo, las crisis democráticas, el neoliberalismo y la globalización coexisten en los contextos en los que trabajan las defensoras de derechos humanos. En consecuencia, se ha producido un alarmante incremento de las agresiones y amenazas contra nosotrxs. Hay miles de jóvenes activistas feministas que han experimentado diferentes formas de violencia física, psicológica y digital o están en situación de riesgo.
Photo credit: Deepa Ranganathan
En 2016 en la 13º Foro de AWID en Bahía, Brasil, se dedicó un lienzo a las defensoras de derechos humanos que perdieron sus vidas. Las participantes firmaron el muro con mensajes de despedidas como tributo. Créditos de la foto: Deepa.
En este contexto global, volátil y desafiante, la seguridad holística es una estrategia política que contribuye a la preservación y la sostenibilidad de los movimientos feministas. Para entender el significado de la seguridad holística, hay que estar atenta a los factores sociales, políticos, económicos, ambientales y otros factores sistémicos que provocan y reproducen tanto la desigualdad y la violencia como las actitudes y prácticas patriarcales. La seguridad holística reconoce los componentes de género específicos de la violencia, la cual puede manifestarse a nivel físico, emocional y psicológico, tiene en cuenta la manera en que las esferas públicas y privadas interactúan entre sí y ofrece una solución completa y continuada de autocuidado que contrarresta estos riesgos de seguridad. La seguridad holística también contextualiza nuestras necesidades, privilegios y riesgos.
El autocuidado es un mecanismo de seguridad que puede ayudar a las defensoras de derechos humanos a lidiar con los riesgos físicos y digitales que enfrentan y puede prevenir el síndrome burnout y las vulnerabilidades en los inicios de nuestro rol como activistas. En su fundamento el autocuidado desafía la visión patriarcal de las mujeres como cuidadoras de la familia y la comunidad a expensas de su propia salud y bienestar. Frecuentemente, el autocuidado está relacionado con el nivel individual. No obstante, no puede separarse del bienestar colectivo en el marco de nuestros colectivos y movimientos. El autocuidado colectivo, como parte esencial de la seguridad integral, es un acto feminista de resistencia y resiliencia que contribuye al cambio social transformador y que fortalece la sostenibilidad de nuestros colectivos y movimientos feministas.
Words by Maryam Alkhawaja, Urgent Action Fund's board member. Art by @mosaiceye. Original Insta post by @urgentactionfund.
El Fondo de Acción Urgente recién lanzó una página en Instagram dedicada completamente a publicaciones sobre autocuidado y bienestar. “Siendo defensora de derechos humanos, no solamente te pones tu vida en riesgo. Pones en riesgo a todos los que amas. Tu familia, tus familiares, tus amigos y tus companerxs de trabajos”, Palabras de Maryam Alkhawaja, integrante de la junta directiva del Fondo de Acción Urgente. La pieza de arte es de @mosaiceye. Publicación original de Instagram: @urgentactionfund.
En FRIDA, algunos de los grupos de jóvenes feministas que forman parte de nuestra comunidad incluyen el autocuidado como parte de su estrategia de trabajo. Como muchos trabajan en la erradicación de diferentes formas de violencia, para ellos es fundamental tomar pausas frecuentes entre talleres y sesiones intensas. Muchas veces las reuniones globales y regionales que organizamos con los grupos co-partes, el equipo y las asesoras de FRIDA, las iniciamos con afirmaciones positivas mutuas, tomándonos las manos, ofreciendo abrazos, haciendo rituales y ejercicios de respiración en conjunto. Estas herramientas son parte esencial de la metodología de nuestras reuniones. Además, siempre ofrecemos espacios seguros durante nuestras reuniones para sesiones de autocuidado, por ejemplo, gestión de estrés, autodefensa feminista, comer, bailar, y prácticas de yoga en conjunto. Establecer pausas y tomar pasos concretos para cuidarnos mutuamente es especialmente importante para nosotras, ya que somos una organización que solamente reúne a todas sus integrantes en el mismo lugar alrededor de unas dos veces al año.
A nivel organizacional regularmente re-construimos nuestras políticas y prácticas de autocuidado colectivo. Priorizamos la seguridad holística en nuestras políticas internas y las traducimos en acciones. Al ser un equipo que trabaja en diferentes zonas horarias siempre tratamos de encontrar espacios tanto en línea como presenciales que sean seguros dedicados al fortalecimiento del equipo y las reflexiones colectivas. Nuestras reuniones semanales en equipo comienzan con conversaciones informales sobre todo menos trabajo, antes de sumergirnos en el mismo: ¿qué hemos cocinamos? ¿qué zapatillas estamos usando? ¿Qué canción tenemos hoy en la cabeza? Verbalizar estas cosas que parecen insignificantes se han convertido en una manera de “poder respirar” y ha tenido un impacto gigante en nuestro bienestar mental. Nos hace sentirnos más cercanos las unas a las otras, a pesar de que nos separan miles de kilómetros y de que nuestros roles son muy distintos. El año pasado nuestro equipo co-redactó este blog sobre nuestras prácticas para el autocuidado individual y colectivo. Fue el primer artículo que nuestro equipo escribió de forma colaborativa .
La lucha por los derechos humanos es una tarea diaria para muchxs de nosotrxs y nuestra interacción con esta lucha ocurre más allá de nuestro trabajo. Sin embargo, en ocasiones puedes sentirte sola o que sea una experiencia desagradecida. En estas situaciones saber que tienes el apoyo incondicional de tu equipo es de suma importancia. El mantenerse motivadxs todos los días para continuar la lucha a veces puede ser una tarea abrumadora. Por ello tenemos que buscar el apoyo y la solidaridad de nuestros compañerxs y otras feministas en nuestro entorno frecuentemente, para asegurarnos que nunca estamos aisladas ni solas. Cuidar nuestra salud mental es fundamental para que podamos contribuir al movimiento plenamente.
Como defensoras de derechos humanos, tenemos que liderar el camino para asegurar que la seguridad holística es parte crucial de nuestro trabajo. Como jóvenes feministas, no podemos permitirnos el caer en la trampa de replicar los mismos sistemas que queremos cambiar en nuestros movimientos y organizaciones, contribuyendo a la exhaustación de las integrantes, dinámicas desiguales de poder, y el terminar en un entorno de trabajo que es desequilibrado y dañino. Es importante que en nuestras organizaciones incorporemos políticas de autocuidado que sean comprehensivas. Además, tenemos que asegurar que existan recursos suficientes disponibles para promover esta cultura feminista de bienestar colectivo dentro de nuestros movimientos.