El trabajo de derechos humanos en un Yemen devastado por la guerra

Foto: Aljazeera English/Flickr (CC BY 2.0)


A principios de 2011, después de la ola de protestas que se extendió por Medio Oriente y África del Norte, incluidos Túnez y Egipto, la juventud yemení comenzó una revolución en febrero contra el régimen del entonces presidente Ali Abdullah Saleh. La revolución de 2011 puso a prueba a la sociedad civil yemení, pero esta no ayudó a satisfacer las exigencias y aspiraciones del pueblo, debido a importantes factores políticos, sociales y geopolíticos que existían desde mucho antes de la revolución. 

Nuestra organización, Mwatana for Human Rights, ha luchado constantemente contra la reducción de espacios en Yemen, pero esta lucha ha requerido una persistencia implacable y cambios estratégicos en nuestra forma de trabajar. Esto no se debe a que no haya una sociedad civil en Yemen. De hecho, según el Banco Mundial, la cantidad de organizaciones no gubernamentales (ONG) registradas oficialmente en Yemen aumentó de 7,000 en 2011 a más de 8,300 en 2014. Pero, en general, estas agrupaciones no han podido generar un cambio significativo. En lugar de ello, los partidos políticos de la oposición, conocidos colectivamente como la Reunión Conjunta de Partidos (JMP, por sus siglas en inglés), transformaron la revolución de un levantamiento popular en una disputa política entre sus partidos y el régimen de Saleh. 

Las ONG partidistas son las principales responsables de que la sociedad civil no haya sabido aprovechar la energía de los jóvenes revolucionarios. Las ONG fundadas por los partidos de la oposición bajo el régimen de Saleh actuaron como enérgicas voceras contra el régimen. Sin embargo, cuando la coalición opositora JMP llegó al poder, esas ONG partidistas comenzaron a trabajar a favor de Hadi, el nuevo presidente. 

Las ONG partidistas son las principales responsables de que la sociedad civil no haya sabido aprovechar la energía de los jóvenes revolucionarios.

El país entró en un nuevo ciclo de conflicto armado cuando los hutíes y las fuerzas leales al expresidente Saleh tomaron el control de Saná por la fuerza el 21 de septiembre de 2014. Seis meses después, en marzo de 2015, Arabia Saudita desplegó una campaña militar con una coalición de nueve Estados árabes contra las fuerzas hutíes-Saleh respaldadas por Irán. Aunque declararon públicamente que su objetivo era “restaurar la legitimidad en Yemen”, a los saudíes solo les interesaba librar una guerra subsidiaria contra Irán. 

Otros problemas históricos, como la falta de planificación estratégica y de capacidad para gestionar los fondos e intereses de los donantes, entorpecieron la eficacia de la sociedad civil. Y como consecuencia de la guerra en curso, el espacio público para las ONG, las plataformas mediáticas y el activismo político se ha ido reduciendo gradualmente. Los hutíes han llevado a cabo una campaña masiva contra sus oponentes, que incluye el cierre de muchas organizaciones locales, y todas las partes han desplegado campañas de desprestigio contra los periodistas. La mayoría de las organizaciones locales activas han tenido que centrar su trabajo en la asistencia humanitaria y de emergencia. 

Mwatana siempre ha sido objeto de amenazas, detenciones y campañas de desprestigio. A pesar de que la agrupación se fundó en 2007 (con el nombre “Hewar Forum”), el régimen de Saleh se negó a otorgarle un permiso debido a las críticas de Hewar contra el gobierno, así que no nos registramos oficialmente sino hasta 2013. 

Dado que el objetivo central de Mwatana es documentar las violaciones de derechos humanos de todas las partes del conflicto, el personal de nuestra organización trabaja en circunstancias difíciles todos los días. Por ejemplo, el 4 de marzo de 2016, los hutíes confiscaron el pasaporte de Abdulrasheed Alfaqih, el director ejecutivo de Mwatana, en el Aeropuerto Internacional de Saná, cuando regresaba de una conferencia de solidaridad internacional en Jordania con periodistas yemeníes. 

El 14 de junio de 2018, Alfaqih fue detenido durante alrededor de 10 horas en el puesto de control de seguridad de Bab al-Falaj, en la provincia de Marib, que está bajo el control de las fuerzas del presidente Hadi. Solo cuatro días después, el 18 de junio de 2018, la coalición liderada por Arabia Saudita y las autoridades del aeropuerto de Seiyun, en la provincia de Hadhramout, confiscaron los pasaportes de Radhia al-Mutawakel, presidenta de Mwatana, y de Alfaqih, y después los detuvieron cuando viajaban para participar en un taller con la Unión Europea. Finalmente fueron puestos en libertad tras 12 horas de detención y una intensa presión local e internacional. 

A pesar de estas circunstancias sumamente complicadas y de las amenazas y ataques constantes de todas las partes del conflicto, Mwatana se ha mantenido firme en su misión gracias a la creatividad y los cambios estratégicos. En marzo de 2015, cuando el conflicto armado en Yemen comenzó a intensificarse, Mwatana tenía solo siete miembros; ahora, en 2018, ha crecido a alrededor de 70 trabajadores de tiempo completo repartidos en 20 de las 22 provincias de Yemen. 

Mwatana se basa en la metodología de investigación, que consiste en recopilar e investigar información sobre las violaciones de derechos humanos (cometidas por todos los bandos) a partir de fuentes primarias, como las víctimas, los familiares, los testigos y los trabajadores de la salud. Esta metodología ayuda a desarrollar argumentos precisos basados en hechos concretos. También recopilamos todos los documentos de apoyo disponibles, como informes médicos y actas de nacimiento o de defunción de las víctimas, y tomamos nuestras propias fotografías para documentar los restos de armas y sus repercusiones para las comunidades. Sin embargo, resulta complicado evaluar las cuestiones de seguridad porque son muy dinámicas y, en ocasiones, los integrantes de nuestro equipo de campo han quedado atrapados en zonas donde ocurren ataques aéreos o terrestres repentinos.

Mwatana no recibe ningún apoyo o financiamiento de grupos, bandos o gobiernos involucrados en las violaciones de derechos humanos en Yemen.

Para evitar los problemas típicos que enfrentan las ONG locales en Yemen y los efectos del conflicto, Mwatana ha realizado cambios fundamentales en sus operaciones estratégicas y cotidianas. Estos cambios incluyen la aplicación del código de conducta de la organización, incluidos los conceptos de transparencia y participación, lo que nos ha ayudado a ganarnos la confianza de nuestros donantes y socios. Más importante aún, estos cambios han tenido efectos positivos al interior de la organización, ya que han hecho que los miembros del personal crean en el trabajo de Mwatana y sientan que son parte de él. Por ejemplo, Mwatana creó otras unidades de apoyo y equipos de gestión para que se centren en los asuntos financieros y administrativos. Estos miembros del personal no siempre tienen experiencia en materia de derechos humanos, pero su experiencia profesional en administración y en la gestión de recursos ha fortalecido considerablemente el trabajo de los investigadores. 

Una Unidad de Proyectos recién creada se centra en la recaudación de fondos y el mantenimiento de las relaciones con los donantes y socios locales e internacionales con el fin de conseguir fondos y apoyo financiero para las actividades de Mwatana. Como cada unidad tiene un mandato definido, tenemos una estructura organizacional cohesionada que fomenta la sostenibilidad de nuestro trabajo. Una de las consecuencias que nunca lamentamos tiene que ver con la capacidad financiera. De acuerdo con nuestro código de conducta, Mwatana no recibe ningún apoyo o financiamiento de grupos, bandos o gobiernos involucrados en las violaciones de derechos humanos en Yemen. Hemos rechazado financiamiento y alianzas varias veces por este compromiso (incluidas las subvenciones financiadas por completo por los gobiernos de EE. UU. o el Reino Unido, debido a su apoyo a la coalición de Arabia Saudita/EAU), incluso cuando la organización necesitaba recursos. Si bien la decisión de rechazar los fondos fue difícil, estamos orgullosos de que nuestro código de conducta no sea un simple accesorio.   

En consecuencia, Mwatana ha recibido el reconocimiento de la comunidad internacional, lo que incluye una reunión informativa en el Consejo de Seguridad de la ONU en 2017, que nos convirtió en la primera organización local yemení en hablar frente a este órgano. En la sesión informativa, Al-Mutawakel describió la situación en el terreno y expresó importantes demandas relacionadas con la situación humanitaria y de derechos humanos.

No hay nada mágico en la fortaleza particular de Mwatana. En cambio, los esfuerzos de la organización han sido el resultado de decisiones estratégicas y concertadas sobre cómo trabajar con eficacia en un espacio para la sociedad civil capturado y casi inexistente. La independencia de la organización, su compromiso con la precisión y su apego a los principios consagrados en el código de conducta han permitido que Mwatana siga realizando un trabajo eficaz y significativo, no solo para fortalecer a una sociedad civil débil, sino también para hacer que las partes beligerantes rindan cuentas por sus violaciones de derechos humanos.

 

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