¿Qué significa realmente la internacionalización para los movimientos de base? Y, ¿para los fines de quién? ¿Significa llevar a unas cuantas personas de las ONG pequeñas a reuniones con filántropos multimillonarios, ejecutivos de las fundaciones y académicos para demostrar que hay “africanos en la sala”? ¿Eso hace que el movimiento de derechos humanos sea incluyente de verdad?
En África, estamos trabajando en temas críticos en los que podemos lograr avances considerables, pero estos éxitos no se pueden mantener si los donantes realizan inversiones mediocres o incorrectas. Los donantes globales deben reconocer que las inversiones de activismo de derechos humanos deben ser estratégicas. Y para que sean estratégicas y sostenibles, deben estar informadas por los beneficiarios meta y responder a las necesidades específicas que articulan esas personas.
Queremos que los donantes globales crean en nuestras ideas y estrategias y que las apoyen, porque eso nos permitirá hacer lo que tenemos que hacer, de la manera en que debemos hacerlo. Los donantes internacionales tienen que escuchar y considerarse a sí mismos como facilitadores del trabajo que requiere apoyo. Las fundaciones al exterior de África deben aceptar que no pueden conocer realmente las prioridades de los movimientos africanos, pero que sí conocen a las organizaciones que saben cuáles son las prioridades, y que pueden crear alianzas honestas y respetuosas con ellas. A pesar de las buenas intenciones que tengan las organizaciones internacionales o los donantes con sede en el norte, no son africanos, y no son activistas LGBTI africanos que trabajan en un espacio africano.
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Foundations outside of Africa must recognize that they cannot truly know the priorities of African movements, but they do know organisations that know the priorities, and they can make honest, respectful partnerships with them.
Sabemos qué es importante, porque no solamente trabajamos en el terreno, nosotros somos el terreno. Sabemos exactamente qué podemos lograr. Sabemos cómo podemos ayudar porque existimos en nuestros movimientos y somos parte de estos movimientos. No estamos batallando con un problema existencial sobre quiénes somos o si somos o no relevantes. Sabemos exactamente a dónde queremos ir.
El trabajo para la comunidad LGBTI en África debe financiarse de manera duradera. Recibir una serie de donaciones de emergencia únicas para apoyar proyectos de uno a dos años no ayuda de forma duradera, e incluso puede resultar contraproducente. Necesitamos comenzar a pensar en el largo plazo, porque nuestros opositores ya están invirtiendo a futuro. Consideremos las manifestaciones de niños contra los homosexuales que ha patrocinado el gobierno de Museveni en Kampala, por ejemplo. La derecha cristiana mundial es una fuerza muy poderosa con la que tenemos que lidiar. Los grupos cristianos estadounidenses y de otros países están invirtiendo seriamente en el activismo contra la comunidad LGBTI, y estarán en África por largo tiempo. Están invirtiendo en una futura generación anti-LGBTI que ocupará los espacios académicos, los espacios políticos, las legislaturas y las judicaturas de nuestro continente africano. Esto debería hacernos reflexionar, ya que no se están realizando inversiones similares en los movimientos LGBTI africanos. En vez de invertir en cambios sistemáticos y estructurales, en reformas legales y políticas, en la creación de movimientos y el fortalecimiento de la sociedad civil o en la justicia social, la narrativa de financiamiento se concentra en la seguridad y el rescate.
Ahora más que nunca, los gobiernos africanos tienen la necesidad de aferrarse al poder, y usarán los derechos gay cada vez más como un tema divisorio. Las organizaciones panafricanas están tratando de repeler estos esfuerzos, pero cuentan con poco dinero y gastan todo su tiempo recaudando fondos. Si contáramos con el nivel de inversión que necesitamos realmente, los activistas africanos podrían diseñar estrategias y lograr mucho más.
Muchos donantes occidentales aún perciben a África como el 'continente oscuro.' No saben en quién confiar, y no creen que los actores locales son verdaderamente capaces.
Entonces, ¿por qué los donantes globales no invierten de manera duradera? El problema es que muchos donantes occidentales aún perciben a África como el “continente oscuro”, un lugar en el que se sienten asustados, incómodos e inciertos. No saben en quién confiar, y no creen que los actores locales son verdaderamente capaces. Prefieren invertir en organizaciones de derechos humanos globales que a su vez identificarán y colaborarán con “aliados locales en el terreno”. En vez de invertir directamente en una estrategia diseñada en África, por ejemplo, pagan para que algunos africanos participen en una sesión de diseño de estrategias en Ginebra o Nueva York dirigida por organizaciones del norte global. Una vez ahí, lo más probable es que los activistas expresen los intereses de quien haya pagado su viaje.
Debemos resistirnos a este miedo a la interacción directa. No podemos permitir que el miedo nos detenga. La Ley contra la homosexualidad de Uganda se aprobó a principios de 2014, y UHAI brindó apoyo inmediato a los activistas locales para que desafiaran a su gobierno en los tribunales constitucionales de Uganda. Ésta fue una inversión costosa. Pero sabíamos que era la inversión correcta, y valió la pena: la ley ya fue revocada. Pero los donantes globales que tienen la capacidad de realizar grandes inversiones se mostraron tímidos y cautelosos con respecto a nuestra estrategia. Muchos preferían hablar en cambio sobre el apoyo a los esfuerzos de rescate.
Además, existen temores sobre la rendición de cuentas en África. Ésta es una inquietud similarmente decepcionante, ya que si consideramos a UHAI como ejemplo, nuestras auditorías financieras y de sistemas de control interno han sido impecables, y todas fueron llevadas a cabo por empresas internacionales de auditoría que utilizaron estándares internacionales de rendición de cuentas. Así que es simplemente incorrecto decir que no existen mecanismos de rendición de cuentas.
Asimismo, el espacio para la sociedad civil se reduce rápidamente en África. Una manera importante en la que el movimiento LGBTI puede contribuir a la oposición a la opresión es contar con los recursos suficientes para invitar a las organizaciones principales a nuestro espacio, y no al revés. Eso requiere una inversión que no se deje influir por el temor. Los movimientos LGBTI en el norte global dictan qué se considera como una inversión relevante para sus países. Del mismo modo, debemos empezar a escuchar a los africanos e invertir en ellos.
Si los grandes donantes de derechos humanos verdaderamente desean internacionalizar el movimiento de derechos humanos, tendrán que empezar a confiar en nosotros para que manejemos sus donaciones. Enviar la ayuda a través de la cadena de financiamiento, de agrupación en agrupación, de Nueva York a África, no funciona. Conforme cada agrupación se queda con una parte, el monto se va reduciendo, pero las obligaciones de elaboración de informes y rendición de cuentas son cada vez mayores. Y el nivel de control efectivo de las agrupaciones locales, y su capacidad de trabajar con eficacia, desaparece. Esta clase de estrategia fragmentaria, como teléfono descompuesto, no funcionaría si el financiamiento fuera en el sentido contrario, de Nairobi a Nueva York. Entonces, ¿por qué creen que funcionará en África?
Las subvenciones pequeñas y de corto plazo no son apoyo suficiente como para preparar a los africanos para la magnitud del trabajo que se requiere para mejorar nuestras circunstancias. Debemos proporcionar a las organizaciones africanas inversiones sustanciales y sostenibles que puedan marcar una verdadera diferencia estratégica. Basta ya de dar moneditas.