Más del 60% de la población mundial está conectada a Internet, y la gente pasa varias horas al día mirando a través de sus pantallas mundos virtuales cuidadosamente diseñados. A medida que aumenta el tiempo que pasamos en línea, también lo hace su impacto en los intereses y derechos de las personas. Nuestra capacidad para alcanzar objetivos individuales y colectivos se ve cada vez más afectada, cuando no mediatizada, por Internet. Mientras tanto, las instituciones para la gobernanza democrática que se desarrollaron durante siglos para organizar los recursos públicos y satisfacer las demandas públicas dentro de cada país parecen estar luchando por ejercer su autoridad sobre empresas y organizaciones con operaciones cada vez más globales. Esta tendencia está alimentando la desconfianza en los gobiernos.
A escala mundial, existe una tensión permanente entre tres bandos. En primer lugar, las empresas multinacionales creen que están preparadas para autorregularse y desarrollar normas que se adapten a sus usuarios mejor que cualquier cosa que puedan emplear los gobiernos. En segundo lugar, China, Rusia y otros países sostienen que las Naciones Unidas deberían adoptar una posición más activa en el establecimiento de normas mundiales para Internet a través de un foro multilateral en el que los gobiernos negocien soluciones. En tercer lugar, Estados Unidos, la UE y otros países están interesados en un modelo multilateral en el que los gobiernos, los agentes técnicos, las empresas y la sociedad civil entablen conversaciones y propongan soluciones consensuadas. Este último sistema ha sido el predeterminado durante la mayor parte de las décadas de historia de Internet.
Esquema de las relaciones entrelazadas creadas por el modelo de múltiples partes interesadas. Elaborado por los autores con dibujo de obsidiana y dall-e.
Entre los principales actores del sistema multisectorial de gobernanza mundial de Internet se encuentran las organizaciones sin ánimo de lucro, financiadas principalmente por donaciones de gobiernos y empresas. Una cuestión clave, por tanto, es si este sistema permite a los organismos de financiación influir en la agenda de las organizaciones sin ánimo de lucro, lo que podría desestabilizar la credibilidad y legitimidad del sistema multilateral.
En junio de 2023, en la conferencia sobre derechos digitales RightsCon, convocamos a 30 profesionales -representantes de organizaciones sin ánimo de lucro, organismos de financiación y académicos- a un taller en línea para debatir la influencia de los financiadores sobre las organizaciones sin ánimo de lucro. Desglosamos la idea de la influencia del financiador, que ya habíamos tratado en un artículo de 2022, en autonomía, dependencia y responsabilidad, y los participantes debatieron hasta qué punto cada una de ellas, según su experiencia, afectaba a la capacidad de las organizaciones sin ánimo de lucro para cumplir su misión.
Captura de pantalla de los resultados de nuestro taller 2022: más información en OGR.
Autonomía, dependencia y responsabilidad: Lo bueno y lo malo
Autonomía
Los participantes consideraron que tenían cierto grado de autonomía respecto a los financiadores, agrupándose en torno a la mitad de la escala propuesta. La autonomía se definió como la capacidad de tomar decisiones sin ser presionado por los financiadores, y el ejemplo que se dio fue el de un beneficiario que no siente la necesidad de limitar su actividad o de masajear las comunicaciones de cara al público para protegerse de las reacciones negativas de los financiadores.
Los participantes comentaron una serie de experiencias positivas con el apoyo de las entidades financiadoras al trabajo sin ánimo de lucro, incluida la flexibilidad en su estructura de financiación, que anima a las organizaciones sin ánimo de lucro a explorar la mejor manera de llevar a cabo su misión. Un participante describió cómo su financiador permitió al beneficiario dar forma a un informe libremente, solicitando únicamente la visibilidad de la marca del financiador en el producto final. Otros se hicieron eco de la total libertad de sus financiadores en los proyectos, con requisitos que incluían la presentación de informes sobre los resultados generales del proyecto.
Entre las experiencias negativas, los financiadores exigían que los proyectos se adaptaran al discurso corporativo o a los marcos occidentales, lo que ahogaba los objetivos y los resultados de los programas. En el caso de la financiación pública, los cambios en la administración solían dar lugar a peticiones directas o indirectas de modificar el marco o los programas, lo que comprometía la autonomía de la organización. Otros casos incluyen asociaciones forzadas o un financiador que insiste en financiar un área de programa que no está alineada con la misión del beneficiario. En general, las cuestiones de autonomía pueden resultar más problemáticas en contextos de desequilibrios de poder profundamente arraigados.
Dependencia
A veces, sin embargo, el impacto en las agendas puede producirse a una escala más imperceptible, donde los cambios en las prioridades de los donantes hacen que el dinero esté disponible para algunas organizaciones mientras que se lo retiran a otras. Esto puede ocurrir sin la presión directa de los organismos de financiación sobre organizaciones sin ánimo de lucro concretas, por lo que la dependencia se definió como el hecho de que las decisiones de las organizaciones sin ánimo de lucro estén determinadas por las acciones de otros. Por ejemplo, si un proveedor de fondos da un giro a su misión interna, las organizaciones sin ánimo de lucro que dependen de esta financiación pueden sentirse presionadas a seguirlo, incluso sin el conocimiento o la intención del proveedor de fondos. Los participantes manifestaron que las organizaciones sin ánimo de lucro dependen en cierta medida de determinados financiadores.
Los participantes coincidieron en que el modelo de financiación podría aumentar la dependencia de los financiadores, incluso de aquellos que no tienen intención de alimentar dicha dependencia. Entre los aspectos positivos de la relación entre financiador y beneficiario, los participantes destacaron que los financiadores facilitaban la colaboración y la creación de redes entre organizaciones sin ánimo de lucro, reforzando los objetivos compartidos.
Las experiencias negativas tuvieron que ver con los problemas que planteaba la concesión de fondos a organizaciones de base a través de organizaciones intermedias que carecían de capacidad administrativa para ocuparse de los subsiguientes procesos de seguimiento, pago y evaluación. En ocasiones, este proceso conllevaba requisitos de información más amplios que disminuían el control y fomentaban dinámicas desequilibradas. La escasa transparencia de los financiadores dificultó el intercambio de valiosos conocimientos y lecciones aprendidas, fomentando una sensación de precariedad e inestabilidad.
En general, los participantes destacaron la importancia de la independencia financiera, la comunicación abierta y la colaboración equitativa con los responsables de los programas para mitigar la dependencia de las organizaciones sin ánimo de lucro de los financiadores. Por último, algunos participantes plantearon la cuestión de cómo los cambios en las políticas de los principales organismos de financiación son a menudo difíciles de predecir; estos cambios pueden restringir repentinamente el acceso a los fondos y ser difíciles de explicar a los miembros de la organización sin ánimo de lucro o a sus beneficiarios, creando una reacción violenta y una pérdida de credibilidad.
Rendición de cuentas
Las subvenciones tienen un aspecto financiero y, aunque la rendición de cuentas es un corolario comprensible, a menudo puede convertirse en un mecanismo de influencia indebida. En el taller, definimos la rendición de cuentas como el reconocimiento del imperativo de responder ante los demás por las acciones propias. Por ejemplo, las organizaciones sin ánimo de lucro tienen la responsabilidad de explicar las reasignaciones presupuestarias a sus financiadores. Este aspecto de la rendición de cuentas puede dar lugar a resultados contradictorios. Por un lado, puede permitir a las organizaciones sin ánimo de lucro demostrar su compromiso con el uso eficaz de los recursos. Por otro lado, puede proporcionar a los financiadores un mecanismo a través del cual ejercer un control sobre la asignación de recursos y el avance de los distintos programas, dando lugar a una influencia indebida.
Según los participantes, algunos de los resultados positivos de los procesos de rendición de cuentas incluían el fomento de colaboraciones a través de asociaciones reflexivas que permitían caminos más eficientes hacia objetivos preestablecidos. Las asociaciones con donantes dedicados y la rendición de cuentas de la financiación comunitaria se consideraron canales útiles para generar ideas y reafirmar la relevancia del trabajo ante la comunidad.
Las experiencias negativas surgieron cuando los financiadores no comprendían cómo los cambios de contexto podían exigir una reasignación de fondos, imponían actividades sin valor, creaban procesos engorrosos o cambiaban los requisitos a mitad de proyecto. Los intermediarios pueden pasar por alto errores financieros, lo que agrava los problemas de comunicación entre una organización sin ánimo de lucro y su financiador final. Estos problemas pueden poner a prueba los ya limitados recursos comunitarios y aumentar la precariedad de las organizaciones sin ánimo de lucro.
En general, los participantes subrayaron la importancia crucial de encontrar un equilibrio entre capacidad de respuesta y flexibilidad. Las asociaciones genuinas que maximizan el impacto positivo y mitigan las consecuencias negativas de los mecanismos de rendición de cuentas requieren que los financiadores reconozcan que la experiencia y la comprensión de los contextos locales recaen en el beneficiario.
Conclusión
Aunque las relaciones entre las organizaciones sin ánimo de lucro y sus financiadores pueden tener efectos positivos y ofrecer a las organizaciones sin ánimo de lucro una visión a vista de pájaro del terreno, también pueden implicar objetivos desalineados, procesos onerosos y requisitos cambiantes. Rara vez se habla de ello. Sin embargo, creemos que fomentar un mayor debate público sobre las relaciones entre financiadores y beneficiarios es clave para facilitar la labor de las organizaciones sin ánimo de lucro en las comunidades a las que sirven. Estos debates ayudarán a garantizar el correcto funcionamiento del modelo de múltiples partes interesadas que guía actualmente los intentos de sostener la amplitud planetaria de nuestro sistema de información global.
En la Parte II, presentaremos las recomendaciones que surgieron durante el taller sobre cómo afrontar mejor estos retos y limitar la influencia indebida de los financiadores.
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Agradecemos a los participantes en el taller sus contribuciones.