¿Debe ser el "derecho a la fiesta" un derecho humano?

Crédito: Alejandro Ospina

La vida nocturna y las discotecas están firmemente ancladas en el paisaje cultural alemán. Sin embargo, el futuro de los clubes nocturnos alemanes es precario, como demuestran en particular las repercusiones de las medidas adoptadas para contener la pandemia de COVID-19. Debido a las profundas raíces históricas de los clubes nocturnos en la vida social y cultural de Alemania, está claro que los tiempos de crisis exigen más, y no menos, promoción gubernamental y social de la cultura de club alemana.

En marzo de 2021 se publicó el libro ilustrado Hush - Berlin Club Culture in Times of Silence, una revisión fotográfica de los clubes nocturnos de Berlín durante el bloqueo pandémico de 2020-2021. Las fotos muestran una paradoja visual: en lugar de fiestas exuberantes, como era de esperar en una publicación sobre la vida nocturna, aparecen pistas de baile vacías y las entradas desiertas de clubes populares del centro de Berlín. Las imágenes dejan claro que la discoteca vive en sus protagonistas, sin los cuales no es más que un telón de fondo sin contenido.

En las entrevistas complementarias de Hush, personas relacionadas con el ocio nocturno describen el carácter problemático de la política alemana COVID-19 y la condición de la discoteca como "último eslabón de la cadena" en cuanto a medidas de financiación y otras ayudas gubernamentales. Esta omisión es sorprendente porque la vida nocturna -especialmente en la capital alemana, Berlín- se ha convertido en una parte fundamental del marketing de la ciudad y desempeña un papel crucial en el panorama económico local. Durante el bloqueo de 2020-2021, se celebraron numerosas marchas de protesta en Berlín y otros lugares de Alemania; los manifestantes exigían una reducción de las medidas contra la pandemia para reactivar este medio cultural y social y devolver los beneficios de la vida nocturna a las ciudades alemanas.

La pandemia COVID-19 puso de manifiesto la importancia de las discotecas alemanas como lugares de encuentro y espacios de interacción social. En estos lugares no sólo se expresa y representa la cultura, sino que también se explora y amplía. Los clubes nocturnos son una parte elemental de la vida cultural en Alemania, pero el Estado ofrece poca ayuda para mantener su funcionamiento, especialmente en tiempos de crisis. 

Dado el papel fundamental que desempeñan las discotecas en la vida cultural alemana, ¿debería ser el derecho a la fiesta un derecho humano? ¿Cuáles son las razones para promover más la cultura de las discotecas alemanas y entenderla como un componente cultural elemental?

La base jurídica: Por primera vez en la historia de la República Federal de Alemania, se restringieron los derechos fundamentales de los ciudadanos en el contexto de la contención de la pandemia de COVID-19. Las medidas tuvieron que superar una prueba de resistencia teórica, que examina la idoneidad, el éxito esperado y la razonabilidad de las restricciones. La razonabilidad, en particular, es una cuestión controvertida que puede evaluarse de forma diferente dependiendo, por ejemplo, de la edad y la afiliación social: las opiniones variaban mucho, especialmente en lo que respecta al cierre permanente de los clubes nocturnos, sobre todo en el estado alemán de Berlín. A menudo se invocaron los fines primordiales de las discotecas, como el consumo de alcohol y música y el baile colectivo. Sin embargo, los locales de ocio nocturno también cumplen otras funciones.

¿La cultura de club como derecho fundamental? La libertad de las artes está protegida por el artículo 5, apartado 5, de la Ley Fundamental alemana y, por tanto, constituye un derecho fundamental. Desde 2020, la iniciativa alemana Kultur ins Grundgesetz (Cultura en la Ley Fundamental) lleva haciendo campaña para que este apartado de la legislación alemana sea algo más que palabrería en lo que respecta a la libertad y las artes, abogando por que el fomento y la participación en actividades culturales constituyan un derecho fundamental. Las discotecas también se beneficiarían de este reconocimiento. Un paso importante en esta dirección lo dio el Senado de Berlín en noviembre de 2020, que reconoció a los clubes nocturnos de la capital alemana como lugares culturales oficiales, como los teatros y teatros de ópera, y no ya como simples lugares de ocio.

La cultura de club como constante cultural de los siglos XX y XXI: Ya en el año 1931, al final de la época de la República de Weimar, el escritor alemán Konrad Haemmerling publicó el cuento moralista Ein Führer durch das lasterhafte Berlin (Un guía por el Berlín depravado) bajo su seudónimo Curt Moreck. Moreck describe la creciente expansión de la vida nocturna berlinesa en esta época, popular no sólo por la introducción de la semana laboral de 40 horas y el consiguiente aumento del tiempo libre de los ciudadanos, sino también por las actuaciones de artistas internacionales como Josephine Baker. Tras los cierres provocados por la política nazi y las secuelas de la II Guerra Mundial, las primeras discotecas abrieron en Francia e Inglaterra en los años 50. Alemania les siguió a finales de la década, con música de discos en lugar de una banda en directo. Desde entonces, la discoteca ha sido una constante en el paisaje cultural alemán, no sólo como núcleo de DJ, artistas visuales y tendencias de la moda, sino también como elemento artístico en la literatura y el cine. Algunos ejemplos son la novela Rave, de Rainald Goetz, y la película Magical Mystery or: El regreso de Karl Schmidt, que muestra los eufóricos comienzos de la escena tecno en Alemania.

La discoteca como lugar de encuentro intercultural: En la década de 1990 surgió una escena tecno en las discotecas alemanas, donde la gente salía de fiesta junta independientemente de su estatus social, educación y bagaje cultural. Esta escena se consideraba un igualador social: ciudadanos de la antigua RDA y de Alemania Occidental se reunían en las pistas de baile y celebraban su propia definición de la reunificación. En los años siguientes, los locales se internacionalizaron cada vez más. Clubes como el Robert Johnson de Offenbach y el Sisyphos de Berlín han seguido siendo crisoles de diferentes nacionalidades, idiomas y orientaciones sexuales, tanto en la cabina del DJ como en la pista de baile.

Las discotecas como lugares sociales de la modernidad: Hay diferencias entre un simposio en la antigua Grecia y una rave en el club tecno Berghain de Berlín en el siglo XXI, pero quizá no significativas. La música, los procedimientos y el entorno social de los participantes han cambiado a lo largo de los siglos, al igual que los lugares. Lo que no ha cambiado es el objetivo de divertirse intelectualmente, establecer contactos, reunirse con personas de ideas afines y escuchar música. La discoteca de hoy puede entenderse como un lugar de encuentro social destinado no sólo al consumo, sino también a celebrar y negociar el zeitgeist, el clima cultural, intelectual y social del momento. 

Muchos clubes de todo el mundo han ampliado su horario de apertura en las últimas décadas, y las fiestas se celebran durante el día o durante varios días seguidos, como la serie de eventos SASOMO del club berlinés Kater Blau (abreviatura de los días que abren: sábado, domingo y lunes). La "vida nocturna" se está convirtiendo cada vez más en un término fluido que ya no se refiere sólo a los eventos nocturnos de los fines de semana, sino que incluye los lunes durante el día y está integrada en la vida cotidiana de las áreas metropolitanas.

Ya no podemos considerar las discotecas como meros lugares de ocio. Las necesidades a las que sirven estos lugares sociales y políticos quedaron decididamente más claras con la pandemia de COVID-19. El pleno reconocimiento de estos lugares de ocio nocturno y de sus funciones para la vida social es necesario para garantizar su funcionamiento continuado en el futuro, especialmente en tiempos de aburguesamiento y escasez inmobiliaria. Los locales de ocio nocturno son lugares esenciales para las reuniones sociales y el establecimiento y la continuación de movimientos juveniles y culturales, que a menudo sólo encuentran refugio en la vida nocturna.