Transformar la arquitectura mundial de la ayuda para no dejar a nadie atrás

Una pancarta desplegada en Dublín en 2018. Crédito: Derick Hudson / iStock

En septiembre de 2023, los líderes mundiales se reunieron en una cumbre en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York para revisar el progreso de los Estados miembros hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En el ecuador de la Agenda 2030, la asamblea de líderes -incluidos gobiernos, agentes del sector privado, organizaciones internacionales y miembros de la sociedad civil- dibujó un panorama desalentador: menos del 15% de los ODS van por buen camino.

Las grandes perturbaciones mundiales provocadas por la pandemia del COVID-19, los conflictos en curso y su intensificación, y la crisis climática han exacerbado los problemas de la pobreza y la desigualdad. Al mismo tiempo, han puesto en peligro los derechos humanos, al adoptar los Estados políticas que sitúan a las comunidades en condiciones de mayor inestabilidad política, financiera y social. Ahora es más importante que nunca que los gobiernos, la sociedad civil, las organizaciones multilaterales, las fundaciones, el sector privado y otras partes interesadas en el desarrollo se unan y trabajen para alcanzar nuestros objetivos comunes.

Para hacer frente a estos apremiantes retos y cumplir las promesas de un desarrollo inclusivo y sostenible que no deje a nadie atrás, la plataforma mundial de la sociedad civil Alianza de las OSC para la Eficacia del Desarrollo (AOED) ha pedido un cambio radical de la arquitectura financiera internacional. La AOED afirma que esta acción debe incluir un aumento drástico de la financiación que los países desarrollados aportan a los países en desarrollo, así como mejoras en la calidad de la ayuda, con disposiciones que den prioridad a la equidad, la transparencia y la participación activa de los países en desarrollo y la sociedad civil.

 

Resultados de la Cumbre sobre los ODS

La necesidad de aumentar la financiación de los ODS fue uno de los temas centrales de la cumbre. Esta preocupación se reflejó en la declaración política resultante de las reuniones, con varias referencias a la importancia de proporcionar financiación para el desarrollo a los países en desarrollo. En la sección de llamamiento a la acción, la declaración afirma: 

"Garantizaremos una movilización significativa de recursos procedentes de diversas fuentes, incluso mediante una mayor cooperación para el desarrollo, el fortalecimiento de la capacidad para movilizar recursos nacionales y la inversión del sector privado a fin de proporcionar medios adecuados y previsibles a los países en desarrollo, en particular a los países menos adelantados".

La declaración también aborda el déficit de financiación de los ODS mediante el apoyo a un plan de estímulo de los ODS, comprometiéndose a "hacer frente al elevado coste de la deuda y a los crecientes riesgos de sobreendeudamiento". Sobre el papel, este llamamiento a la acción parece prometedor; sin embargo, no se desvía mucho de los compromisos existentes que no se han llevado a la práctica. Por ejemplo, este déficit de financiación se identificó al inicio de la Agenda 2030 en el Marco de Acción de Addis Abeba para la financiación del desarrollo sostenible en 2015. Sin embargo, el déficit de financiación anual necesario para alcanzar los ODS sigue siendo de la asombrosa cifra de 4,2 billones de dólares, lo que subraya el considerable terreno que queda por recorrer.

Además, el lenguaje utilizado es a veces vago y no se ajusta a las recomendaciones de acciones progresivas y tangibles formuladas por las organizaciones de la sociedad civil (OSC). Éstas incluyen recomendaciones para cumplir los compromisos financieros que ascienden a billones en ayuda no entregada, reformar la arquitectura de la ayuda internacional y establecer una convención sobre cooperación al desarrollo. 

Desde el punto de vista de la sociedad civil, es profundamente decepcionante que la declaración pase por alto el papel vital de las OSC y otros actores no estatales a la hora de impulsar las siguientes fases de los ODS. Se centra predominantemente en los resultados de los Estados miembros y del sistema de las Naciones Unidas, mientras que sigue sin reconocerse la contribución fundamental de la sociedad civil en la promoción de los ODS, el fomento de la transparencia y la garantía de la rendición de cuentas por parte de los gobiernos. Sorprendentemente, la sociedad civil sólo se menciona una vez en el documento, escondida entre varias partes interesadas, dentro de un compromiso para mejorar las asociaciones locales.

 

La sociedad civil al frente del cambio

Las OSC han estado siempre en primera línea de todas las respuestas a las crisis. Su inestimable contribución al mantenimiento del tejido social a nivel local, a la prestación de servicios esenciales, a la protección de los recursos naturales, a la conservación de la memoria histórica y a la promoción de la inclusión de las mujeres, las niñas, los jóvenes y los más marginados sigue estando infravalorada, cuando no ignorada. 

Los enfoques verticalistas de la formulación de políticas, la insuficiencia de consultas y de seguimiento de datos y la preocupante tendencia a la reducción de los espacios cívicos obstaculizan considerablemente la capacidad de las OSC para actuar con eficacia como agentes independientes del desarrollo. En los últimos años, los gobiernos han aprovechado la pandemia del COVID-19 como pretexto para reprimir y restringir aún más el derecho de las personas a organizarse y expresar sus preocupaciones colectivas. Las ramificaciones de este aumento de la represión son de gran alcance y suponen un gran obstáculo para alcanzar las ambiciones colectivas incluidas en los ODS. 

Como se pone de manifiesto en la edición de 2023 del estudio anual de la AOED sobre las Revisiones Nacionales Voluntarias (RNV), sólo 17 de 109 OSC participan en el proceso de RNV de su país, que evalúa la implementación de los ODS por parte de los gobiernos nacionales y se presenta en el Foro Político de Alto Nivel de la ONU. El informe concluye que "las decisiones sobre cómo implementar los ODS, desde la financiación hasta el seguimiento, se toman sin consultar debidamente a la sociedad civil y los grupos marginados y sin recibir sus comentarios". 

 

Próximos pasos: Medidas urgentes que den prioridad a la inclusión

Los Estados y los actores del desarrollo deben reconocer y apoyar el papel de la sociedad civil a la hora de garantizar una arquitectura de la ayuda eficaz, dirigida localmente y centrada en abordar la pobreza y las desigualdades. Los principios de eficacia de la AOED ofrecen un anteproyecto para una respuesta más inclusiva a los acuciantes retos mundiales, que puede alinearse con los marcos feministas y de derechos humanos. El mensaje de la AOED a la Cumbre sobre los ODS subraya la importancia de emplear los principios de eficacia. Estos principios, que incluyen la apropiación por parte de los países de las prioridades de desarrollo, un enfoque en los resultados, el fomento de asociaciones inclusivas y la promoción de la transparencia y la rendición de cuentas, son esenciales para garantizar que la cooperación al desarrollo, en particular la ayuda oficial al desarrollo (AOD), contribuya a los ODS.

La cuestión de la financiación es fundamental en los debates sobre la Agenda 2030. La AOED participó en el Diálogo de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre la Financiación para el Desarrollo tras la cumbre, abogando por un aumento de los niveles de ayuda, salvaguardias para proteger los actuales presupuestos de ayuda a los países en desarrollo y reformas integrales en la arquitectura financiera internacional. Estas reformas deben dar prioridad a la equidad, la transparencia y la participación activa de los países en desarrollo y la sociedad civil.

La 4ª Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo está prevista para 2025, lo que representa una oportunidad para que la comunidad internacional supere los retos acuciantes que obstaculizan los ODS. Las organizaciones de la sociedad civil pretenden seguir de cerca la evolución de esta conferencia, junto con la próxima conferencia de la ONU COP28 sobre cambio climático en noviembre de 2023 y la Cumbre del Futuro de la ONU en septiembre de 2024. Las organizaciones de la sociedad civil seguirán exigiendo medidas urgentes para cumplir los ODS sin dejar a nadie atrás.