La transfobia, definida como hostilidad, odio, miedo o incomprensión hacia las personas transgénero, es un problema importante en Malasia, una nación predominantemente musulmana donde los valores culturales conservadores y las creencias religiosas influyen mucho en las actitudes sociales. Aunque en general se percibe a Malasia como una sociedad tolerante e integradora, la realidad es que la transfobia sigue siendo un problema generalizado. Las pruebas históricas apuntan a una diversidad de género en el pasado en la península malaya, indicada por la aceptación social de clases de personas como los sida-sida. Sin embargo, los cambios políticos que se han producido desde la década de 1980, como una normativa más estricta sobre la identidad de género y la islamización política, han oscurecido esta herencia. Los valores culturales conservadores imperantes, profundamente arraigados en las enseñanzas religiosas, han contribuido a fomentar un entorno en el que persiste la transfobia.
Violaciones de los derechos humanos en Malasia
La transfobia no abordada en Malasia ha dado lugar a numerosas violaciones de los derechos humanos de las personas transgénero. Se ha legitimado la violencia de Estado, como demuestra el respaldo a las acciones contra las personas transgénero por parte del ministro de Asuntos Religiosos, Zulkifli Mohamad Al-Bakri. El ministro indicó que educar a las personas transgénero sobre la religión es tan importante como realizar detenciones para ayudarlas a "volver al buen camino", autorizando así plenamente al Departamento Religioso Islámico de los Territorios Federales a emprender acciones contra la comunidad transgénero.
Los inquietantes casos de agresiones y homicidios subrayan la urgente necesidad de atajar la transfobia en Malasia. Uno de esos casos es el de la paliza y asesinato de una mujer transexual, Sameera Krishnan, en el que la policía desestimó las alegaciones de que el asesinato constituía un delito de odio. Comparto la opinión de Nisha Ayub, fundadora de la organización de defensa de los derechos de los transexuales Justice for Sisters, de que el asesinato de Sameera Krishnan es un ejemplo del odio prejuicioso que sufren los transexuales en Malasia.
Además, es bien sabido que en Malasia leyes discriminatorias como la penalización del travestismo en virtud de la sharia alimentan la violencia y los prejuicios. En un caso histórico que abordaba los derechos de las personas transgénero, tres ayudantes de boda transgénero impugnaron la constitucionalidad de una prohibición del travestismo tras ser detenidas en repetidas ocasiones por las autoridades islámicas en virtud del artículo 66. El Tribunal de Apelación declaró inicialmente que dicho artículo prohibía el travestismo. El Tribunal de Apelación declaró inicialmente inconstitucional esta sección, reconociendo que violaba varios derechos constitucionales, entre ellos la igualdad ante la ley, la libertad de expresión, la libertad de circulación y la libertad de vida y libertad. Sin embargo, el Tribunal Federal revocó esta decisión, cuestionando la autoridad del Tribunal de Apelación para declarar inconstitucional la ley y perdiendo así una oportunidad crucial para promover los derechos de los transexuales.
Además, las personas transgénero son con frecuencia blanco de las autoridades religiosas, lo que da lugar a detenciones arbitrarias y malos tratos físicos. Un incidente destacado fue la detención de 16 mujeres trans en una fiesta de boda por parte de funcionarios del departamento religioso, donde sufrieron agresiones físicas, como asfixia, patadas y desgarro de ropa. Tras la detención, fueron recluidas en un pabellón masculino y les afeitaron la cabeza a la fuerza, en un aparente intento de invalidar su identificación de género.
El trato que reciben las personas transgénero durante los arrestos y detenciones es muy preocupante, ya que las expone a agresiones sexuales y extorsión. Además, las personas transgénero sufren violaciones de su derecho a la intimidad y humillaciones públicas cuando son detenidas, como describe el angustioso relato de una mujer trans detenida por travestirse. La obligaron a desnudarse, se burlaron de su aspecto y la hicieron desfilar desnuda ante otros reclusos, lo que le provocó humillación y miedo. Además, sufrió abusos deshonestos y fue obligada a realizar actos sexuales con reclusas y con el alcaide a cambio de protección.
Análisis del impacto
A la vista de estos informes, puede afirmarse que la persecución y el maltrato sistemáticos de las personas transgénero en Malaisia tienen repercusiones de gran alcance para sus derechos humanos. Estas violaciones menoscaban su dignidad y autonomía, perpetúan la discriminación y la intolerancia y fomentan un entorno de miedo y marginación.
Algunos pueden argumentar que estas violaciones están justificadas por normas religiosas y culturales. Como persona religiosa que soy, sostengo que es crucial recordar que los derechos humanos son universales y deben defenderse independientemente de las creencias culturales o religiosas. La discriminación y la violencia contra las personas transgénero no son aceptables en ningún contexto. La transfobia viola los principios fundamentales de los derechos humanos, que incluyen el derecho a la dignidad, la igualdad y la no discriminación, así como el derecho a vivir libremente. Muchas religiones hacen hincapié en los valores de compasión, respeto y aceptación hacia todas las personas, y estas actitudes deberían y deben extenderse a la comunidad transexual.
Los conservadores también pueden citar las leyes malayas para justificar el maltrato a los transexuales. Sin embargo, es importante señalar que las normas internacionales de derechos humanos, como la Declaración Universal de Derechos Humanos y los Principios de Yogyakarta, defienden los derechos de las personas independientemente de su identidad de género, lo que obliga a Malasia a adherirse a estas normas internacionales y proteger los derechos de los transexuales.
Un llamamiento a la acción
En pocas palabras, luchar contra la transfobia en Malasia es crucial no sólo para proteger los derechos de los transexuales, sino para fomentar una cultura que respete la dignidad, el valor y los derechos humanos de todos los ciudadanos. A medida que el mundo está más conectado, las políticas de Malasia hacia su minoría transexual servirán de modelo para el compromiso más amplio del país con los derechos humanos.
Es imperativo que Malasia tome medidas inmediatas para abordar la transfobia y proteger los derechos de las personas transgénero. Recomiendo encarecidamente una estrategia polifacética:
- Una campaña nacional de sensibilización pública para fomentar la comprensión y la empatía hacia las personas transgénero, destacando sus logros y los obstáculos a los que se enfrentan.
- Implantación de protecciones legales contra la discriminación en todos los sectores de la vida y derogación de las leyes discriminatorias.
- Acceso a terapias médicas y psicológicas especializadas para las personas transgénero, con formación en atención compasiva para los profesionales sanitarios.
- Integración de los estudios de género y la educación LGBTQI+ en los programas escolares para fomentar una comprensión temprana.
- Compromiso con los líderes religiosos para fomentar el discurso y la aceptación de la comunidad LGBTQI+.
- Colaboración internacional con organizaciones de derechos LGBTQI+ para proporcionar recursos y apoyo en la lucha contra la transfobia.
Es imperativo que el gobierno malasio tome medidas concretas para proteger los derechos de las personas transgénero y garantizar su seguridad y bienestar. Es un momento oportuno para que los malasios aceptemos a nuestros amigos, familiares, vecinos y compañeros de trabajo LGBTQI+ en lugar de someterlos al odio y al desprecio.