Véase la primera parte de este artículo sobre la influencia de los financiadores.
Con nuestros entornos digitales y físicos cada vez más entrelazados, lo que sucede en línea repercute fuera de línea. En consecuencia, la capacidad de ejercer y defender los derechos humanos está cada vez más condicionada por las decisiones de los intermediarios de la información.
Las organizaciones sin ánimo de lucro que representan a la sociedad civil, junto con gobiernos, empresas, académicos y expertos técnicos, desempeñan un papel clave en el sistema multilateral de gobernanza mundial de Internet. Este sistema trata de avanzar en política y tecnología a través del consenso. Dicho consenso, en la práctica, garantiza la interoperabilidad entre las distintas redes que constituyen la internet global, incluso en medio de la innovación y el crecimiento descentralizados. La legitimidad (y sostenibilidad) de este modelo requiere que cada actor del sistema de múltiples partes interesadas actúe de forma autónoma para representar los intereses de las partes interesadas. Si los patrones de financiación pueden influir en las agendas de las organizaciones sin ánimo de lucro para favorecer los intereses de sus financiadores (normalmente gobiernos y empresas) a expensas de las comunidades a las que las organizaciones sin ánimo de lucro pretenden representar, el sistema de múltiples partes interesadas fracasará.
Pedimos a 30 personas que participaban en una conferencia sobre derechos digitales (RightsCon) que compartieran sus recomendaciones para que las organizaciones sin ánimo de lucro logren unas relaciones positivas con sus financiadores que respeten la autonomía, la independencia y la responsabilidad. Lo que sigue es una síntesis de las recomendaciones que surgieron a lo largo del taller.
Fomentar la autonomía de las organizaciones sin ánimo de lucro
La autonomía garantiza que las organizaciones sin ánimo de lucro puedan tomar decisiones basadas en su misión sin sentirse presionadas por sus financiadores. Los mecanismos de comunicación y los instrumentos de financiación desempeñan un papel importante.
La comunicación puede crear oportunidades para que los financiadores sobrepasen los límites de los beneficiarios. Por ejemplo, varios participantes afirmaron que la microgestión por parte de las entidades financiadoras suele reducir el control sobre el proyecto por parte de sus responsables sobre el terreno, pero reducir los controles del proyecto podría mitigar este problema. Las organizaciones sin ánimo de lucro podrían preguntar a los financiadores si están dispuestos a recibir informes generales de las organizaciones, como un informe anual, en lugar de informes específicos de cada programa. Crear directrices sobre los límites también puede ayudar a garantizar la autonomía, asegurando que las expectativas sobre futuras oportunidades de financiación no influyan en el comportamiento de los beneficiarios.
Los participantes animaron a las organizaciones sin ánimo de lucro a que se sintieran cómodas pidiendo a los financiadores más gastos generales para permitir una mejor sostenibilidad de los miembros del equipo. También sugirieron encontrar recursos comunitarios locales para el mantenimiento y la sostenibilidad de los proyectos; en consecuencia, las organizaciones sin ánimo de lucro podrían trasladar sus decisiones en materia de presentación de informes del personal del fondo/programa a los líderes comunitarios.
En general, los participantes estuvieron de acuerdo en que la comunicación es clave y que la creación de un espacio en el que se puedan mantener conversaciones sinceras fortalecerá, en última instancia, las relaciones entre financiadores y beneficiarios.
Garantizar la independencia
La dependencia conlleva el riesgo de que las decisiones unilaterales de los financiadores modifiquen inadvertidamente las acciones de los beneficiarios. La independencia, por tanto, es clave para la resistencia de las organizaciones sin ánimo de lucro en el cumplimiento de su misión. Los participantes debatieron las conexiones específicas entre independencia y resistencia: en primer lugar, el flujo de caja y la buena gestión; en segundo lugar, mitigar el riesgo aumentando el número y la variedad de financiadores.
Una de las principales recomendaciones fue aumentar la financiación básica para apoyar la capacidad de las organizaciones de administrar recursos. Los financiadores también podrían proporcionar capacitación organizativa, como talleres y programas de formación para reforzar las habilidades administrativas de la dirección y el personal; estas áreas rara vez son el centro de atención de las subvenciones o el principal interés del equipo directivo. Una propuesta relacionada fue que los financiadores proporcionaran apoyo directo al personal en aspectos administrativos y técnicos, una sugerencia con la que no todos los participantes estuvieron de acuerdo debido a sus posibles repercusiones negativas sobre la independencia y la autonomía a largo plazo. Del mismo modo, algunos argumentaron que el uso de pagos a plazos en lugar de cantidades a tanto alzado podría ayudar a aliviar las cargas administrativas, mientras que otros lo veían como una posible limitación a la flexibilidad organizativa.
La otra cuestión clave era garantizar un flujo constante de fondos que proporcionara estabilidad en un contexto de cambio constante. Los participantes argumentaron que para ello era necesario aumentar no sólo el número, sino también la variedad de financiadores, ya que cada uno de ellos podría enfrentarse a diferentes limitaciones que repercutirían en los beneficiarios (por ejemplo, recesiones económicas en el caso de las empresas, cambios de liderazgo en el caso de las grandes fundaciones y los gobiernos). Algunos abogaron por modelos de financiación variados que pudieran incorporar la venta de productos y servicios, así como el apoyo de base, aunque teniendo muy en cuenta cómo podría repercutir esto en los costes y las necesidades administrativas. Los financiadores podrían proporcionar recursos para explorar mejor la viabilidad de la diversificación.
Un participante también argumentó que los fondos deberían asignarse a una coalición o red que determinara el mejor uso de los recursos y fuera responsable de informar a los financiadores. Algunos subrayaron la necesidad de aumentar la afluencia de fondos a disposición de los beneficiarios. Los financiadores también podrían desempeñar un papel importante defendiendo a las organizaciones sin ánimo de lucro, reforzando su reputación y credibilidad y ayudando a crear redes que apoyen su misión y proporcionen acceso a recursos adicionales. Algunos participantes habían probado algunas de estas estrategias con éxito, mientras que otros aún no lo habían hecho, pero estaban entusiasmados con la idea.
Desarrollar mecanismos positivos de rendición de cuentas ante los financiadores
La rendición de cuentas implica la necesidad de explicar las acciones propias a los demás. Uno de los principales retos del modelo sin ánimo de lucro es lograr un grado de rendición de cuentas ante los financiadores que no se perciba como una influencia indebida y que deje satisfechas a ambas partes. Así pues, la confianza mutua debe construirse junto con los procesos para garantizar su sólida base.
Construir una relación de confianza puede ser difícil. Los beneficiarios pueden tener la sensación de que los distintos financiadores tienen expectativas distintas. Un participante comentó que uno de los métodos más eficaces consistía en facilitar debates regulares y abiertos entre los distintos financiadores, proporcionando una plataforma para el diálogo constructivo sobre las actividades de la organización, de modo que los distintos financiadores pudieran comprender las múltiples perspectivas implicadas. Las dificultades para generar confianza pueden verse exacerbadas por las fronteras culturales o la falta de comprensión (percibida o real) del contexto local por parte de los financiadores.
Un participante sugirió que, en las primeras fases, podría ser útil asociarse con una organización sin ánimo de lucro occidental registrada que pudiera comprender mejor los retos del contexto local, ayudar a validar los proyectos y mediar entre la organización y el donante hasta que se estableciera una relación de confianza. Una propuesta similar consistía en crear equipos de validación en el país para supervisar las organizaciones y los proyectos. Sin embargo, algunos mencionaron que introducir un intermediario entre la organización sin ánimo de lucro y el financiador sin una función claramente definida, como la elaboración de informes o el seguimiento de preguntas, también puede socavar los esfuerzos de rendición de cuentas.
La presentación de informes, cuando se estructura adecuadamente, puede ser una herramienta valiosa para garantizar que la confianza está bien establecida. Las organizaciones sin ánimo de lucro se benefician cuando las plantillas de los informes son lo suficientemente flexibles como para permitirles utilizar sus propias normas y comunicar toda la amplitud de su trabajo, sin tener que dedicar demasiado tiempo a descifrar qué se espera exactamente de ellas. En relación con esto, garantizar que la frecuencia de los informes siga siendo razonable es clave para evitar cargas excesivas a los beneficiarios o la percepción de una influencia indebida. Un participante argumentó que el desarrollo de una infraestructura común para el intercambio de información era clave y que plataformas como Guidestar, que ofrece informes públicos y calificaciones de transparencia para las organizaciones 501(c)3 de EE.UU., contribuyen a la rendición de cuentas y la confianza.
Además, la responsabilidad recíproca es clave. Al responsabilizar a los financiadores ante los movimientos sociales y las comunidades más amplias a las que representan, garantizando que las normas de los donantes se ajusten a los contextos locales en lugar de imponer políticas globales, las organizaciones sin ánimo de lucro pueden fomentar un compromiso más significativo y garantizar que los financiadores se alineen más con la agenda con el paso del tiempo.
Conclusión
La reconfiguración de la relación entre beneficiarios y financiadores requerirá una combinación de estas estrategias adaptadas a las necesidades y circunstancias específicas de cada organización. En particular, si no se avanza en estas cuestiones, se puede socavar la legitimidad del modelo multisectorial de gobernanza de Internet y la interoperabilidad de los sistemas de información mundiales. Al entablar un diálogo abierto sobre estos retos, las organizaciones sin ánimo de lucro pueden mantener su integridad, forjar relaciones más sólidas con sus financiadores y reafirmar su lealtad a las comunidades que representan.
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Agradecemos a los participantes en el taller sus contribuciones.