El rabino Arik Ascherman es presidente y rabino superior de Rabbis for Human Rights, con sede en Jerusalén.
Hay días en los que despierto y digo: “John Lennon tenía razón”. Tal vez realmente estaríamos mejor en un mundo sin nacionalismo o religión. Es tanta la sangre que se ha derramado en nombre de estas creencias durante el curso de la historia, especialmente en mi parte del mundo, el Medio Oriente.
Aquí en Israel tenemos una democracia floreciente aunque imperfecta, acosada, como la mayoría de las democracias, por el racismo y la discriminación. Hay democracia en Israel en sí, incluso para aquellos palestinos que son ciudadanos israelíes. Sin embargo, no hay democracia para los palestinos en los Territorios Ocupados. Los israelíes están divididos profundamente con respecto a varios temas clave. Muchos de ellos apoyan las posiciones de la organización que he dirigido por más de 18 años, Rabbis For Human Rights (Rabinos por los Derechos Humanos), pero irónicamente la mayoría de las personas que nos apoyan en el tema de los derechos humanos de la población no judía son laicas. En los temas de derechos socioeconómicos dentro de la sociedad judeo-israelí, sin embargo, muchos judíos religiosos creen, como nosotros, que los judíos tienen la obligación de construir una sociedad que cuide a sus integrantes más débiles y pobres.
Sin embargo, y esto es algo que me duele como rabino, las encuestas muestran repetidamente que los judíos religiosos en Israel tienen más probabilidades de ser racistas y xenófobos, y de oponerse a los derechos humanos de la población no judía. Ellos son la vanguardia ideológica que sustenta el movimiento de colonización, ya que creen que la obligación religiosa de asentarse en las Tierras Bíblicas de Israel supera nuestra obligación religiosa de no oprimir a la población no judía. Para algunos, la obligación de no oprimir a los judíos no existe.
Así que, ¿por que no simplemente reconocemos la realidad y trabajamos para crear un mundo sin naciones ni religiones, en el que todos hablemos Esperanto?
He aquí la razón: Si el día de mañana elimináramos todas las divisiones entre nosotros, probablemente crearíamos divisiones nuevas justo al día siguiente. Por otra parte, la fe no es algo que simplemente se pueda apagar y prender, como una lámpara. Y finalmente, dado el enorme poder de la religión, sería un error terrible dejarles el campo libre a quienes la interpretan de formas xenofóbicas.
La religión como parte de la solución
Hace varios años, asistí a una conferencia patrocinada de manera conjunta por el Ministerio del Exterior de Noruega y una organización pacifista de Oslo. La premisa era que, mientras que durante años la sociedad civil y los diplomáticos pensaron que había que evitar a la religión para resolver los conflictos, la comunidad diplomática se había dado cuenta de que esto era imposible y de que la religión debía volverse parte de la solución.
En Rabbis for Human Rights, nuestro mandato principal es prevenir o reparar los abusos a los derechos humanos. El segundo es presentarle a los demás judíos israelíes otra manera de entender al judaísmo, una interpretación muy diferente de la que predomina en la actualidad.
La interpretación dominante difiere mucho del judaísmo con el que yo crecí. En Erie, Pennsylvania, simplemente se asumía que una parte básica de lo que significa ser judío era estar comprometido con la justicia social y los derechos humanos universales. Eso es lo que aprendí de mis padres, de mis rabinos y de mi comunidad. Las encuestas han demostrado repetidamente que el compromiso con la justicia es uno de los componentes clave de la identidad judía norteamericana.
Por muchos años, casi todo el apoyo financiero y moral que recibía Rabbis for Human Rights provenía de los judíos en Estados Unidos y Canadá, particularmente de nuestros colegas rabinos. Quedé realmente sorprendido cuando descubrí que los valores que yo consideraba axiomáticos no eran valores compartidos por todos los judíos israelíes, especialmente en el caso de los judíos religiosos.
Cada vez más, se socializa a los judíos religiosos, particularmente a los integrantes de lo que se conoce como el “ala religiosa nacional”, en una mezcla muy problemática de nacionalismo extremo y particularismo judío.
El particularismo significa que el valor fundamental es la supervivencia y el bienestar de la población judía. Significa que todos los maravillosos valores humanistas y mandamientos judíos derivados de las enseñanzas del Génesis 1:27, que los seres humanos fueron creados a imagen y semejanza de Dios, sólo se aplican a la manera en que tratamos a los judíos. Algunas personas ni siquiera los aplicarían a todos los judíos, sino solamente a su propia comunidad insular.
En Rabbis for Human Rights, sin embargo, señalamos que el Génesis no dice que solamente los judíos, o solamente los ricos, fueron creados a imagen y semejanza de Dios. La Torah afirma específicamente que tanto los hombres como las mujeres, todos los hombres y las mujeres, fueron creados a imagen de Dios.
Cerrar filas
Muchos judíos estadounidenses y canadienses que tienen ideas liberales con respecto a casi cualquier otro tema de derechos humanos, con frecuencia actúan a la defensiva cuando se trata de Israel. La falta de voluntad para enfrentar la manera en que Israel trata a Palestina no depende solamente de las creencias religiosas, sino también de nuestra conciencia colectiva. Esta conciencia se deriva de 2,000 años de opresión y del antagonismo continuo en contra de Israel en nuestra región y más allá.
Escribí estas palabras poco antes de nuestra fiesta judía de Purim, en la que leemos el Libro de Ester, una historia sobre la precariedad de la vida judía cuando nuestro destino está en manos de otros. En abril, el Séder de Pesaj tradicional contiene las palabras: “En cada generación hay quienes se levantan para destruirnos”. Estas lecciones dan lugar a una fuerte sensación de que los judíos deben cerrar filas para protegerse del mundo no judío.
Muchos judíos a quienes les preocupan los temas de derechos humanos en Israel se guardan sus opiniones por miedo a que sus palabras sean tergiversadas por personas que quieren deslegitimar la mera existencia de Israel. Pueden ver como traidores a aquéllos que violen este tabú. Esta misma tendencia se observa en muchos grupos con una historia de opresión.
Muchos judíos israelíes aspiran a ser morales y justos. La mayoría realmente cree que los abusos de derechos humanos de los que hablamos son incidentes aislados y no representativos, que el gobierno está haciendo lo que puede para combatirlos y que tenemos el ejército más moral del mundo. Es frustrante que vivan en una burbuja, pero que aspiren a tener el ejército más moral del mundo es algo positivo.
En Rabbis for Human Rights, nuestra tarea es encontrar una manera de sostener un espejo frente a nuestros compañeros judeo-israelíes y decirles: “Sabemos que ustedes aspiran a ser personas buenas y decentes, pero miren lo que realmente estamos haciendo. ¿Esto es lo que queremos ser?”.
Es más fácil decirlo que hacerlo, claro. Decirles a los judíos israelíes que no tenemos el ejército más moral del mundo o que nuestros abusos de derechos humanos a menudo son intencionales y sistemáticos es matarles una de sus ilusiones más apreciadas. Las personas se enojan y se resisten cuando les matan las ilusiones.
Rabbis for Human Rights cumplió recientemente su 25º aniversario como organización, y estoy orgulloso de las numerosas ocasiones en las que hemos evitado o reparado abusos contra los derechos humanos. Entre ellas:
- En 2002, los palestinos que intentaban cosechar sus aceitunas (y las personas que participábamos como escudos humanos para protegerlos) recibían disparos, eran golpeados, amenazados, etc., y las fuerzas israelíes de seguridad no intervenían. Como resultado de una victoria ante el Tribunal Superior Israelí en 2006, el ejército actualmente defiende el acceso de los palestinos a lugares a los que no habían podido acceder durante años, en algunos casos hasta 15 años.
- Se han devuelto importantes extensiones de terreno a sus dueños palestinos. En 2009, Rabbis for Human Rights llevó de vuelta a casa a los residentes del pueblo de Bir El-Id, que había estado abandonado durante aproximadamente 10 años debido a la intimidación de los colonos.
- Rabbis for Human Rights ayudó a dar fin al Plan Wisconsin de Israel, un enfoque de premio y amenaza para hacer que los desempleados vuelvan a la fuerza laboral y que, alrededor del mundo, casi siempre ha contribuido a aumentar la pobreza.
Hemos ayudado a mejorar las vidas de nuestros compañeros judíos israelíes y del gran número de no judíos que son parte de nuestra sociedad o que están bajo nuestro control.
Pero también debo reconocer que pocos de nuestros éxitos están relacionados con el hecho de que somos rabinos. El 6 de abril de 2014, celebramos nuestro aniversario con una mesa redonda sobre cuál es, cuál puede ser y cuál debería ser la función del judaísmo en la lucha por los derechos humanos en Israel. Aún seguimos buscando las respuestas y explorando nuevas maneras de cumplir nuestra misión con más eficacia.
Rabbis for Human Rights fue fundada en 1988 por un grupo de rabinos ortodoxos, reformistas y conservadores liderados por el rabino David Forman (bendita sea su memoria). A finales de la década de los 1980, durante los difíciles días de la primera intifada palestina, el rabino Forman escribió una carta abierta dirigida a los Grandes Rabinos de Israel en la que preguntaba por qué la institución religiosa se enfocaba casi exclusivamente en la observancia del Sabbat y en el Kashrut, las leyes de alimentación judías. A pesar de lo importantes que son estos asuntos, decía el rabino Forman, ¿cuál era la postura de los rabinos con respecto a las urgentes cuestiones morales del momento? No debemos ignorar los verdaderos peligros que enfrentamos, afirmó el rabino Forman, pero estas amenazas no se deben usar como excusa para actuar de manera inmoral. En palabras del anciano Hillel: “Si yo no soy para mí mismo, ¿quién va a ser para mí? Si sólo soy para mí mismo, ¿qué soy? Y si no es ahora, ¿cuándo?”.
Hoy en día, Rabbis for Human Rights está integrada por alrededor de 100 rabinos de varias ramas liberales y ortodoxas del judaísmo, y su personal incluye unos 30 integrantes de medio tiempo y tiempo completo. Muchos de ellos son rabinos, pero otros son musulmanes, cristianos o laicos. La organización se define a sí misma como sionista. Creemos, sin embargo, que el verdadero sionismo, y nuestros propios intereses, yace en esforzarse por crear un Israel fuerte no sólo en lo físico sino también en lo moral, que satisfaga nuestros más altos valores judíos. Estos valores fueron parte de lo que soñamos cuando escribimos en nuestra Declaración de Independencia que Israel se basaría en “la libertad, la justicia y la paz según lo concibieron los profetas de Israel” y que garantizaría “igualdad política y social total para todos, sin importar la raza, la nacionalidad o el género”.
Un principio fundamental de mi sionismo es que no puedo pedir para mí algo que no esté dispuesto a otorgarles a los demás. Esto incluye los derechos humanos y las aspiraciones nacionales de los palestinos. Rabbis for Human Rights cree que la Ocupación debe terminar porque conduce inevitablemente a la existencia de violaciones de derechos humanos. Sin embargo, tomar una postura sobre si debe darse una solución de uno o dos Estados, sobre las fronteras o sobre las numerosas posibilidades que existen respecto a cómo terminar la Ocupación excede nuestro mandato.
Una luz para guiarnos a todos
Nuestra organización está involucrada en la protección de los derechos humanos de los judíos israelíes y la población no judía que forma parte de nuestra sociedad o está bajo nuestro control. Servimos de guía para todos aquellos judíos israelíes, religiosos o laicos, que creen que sus valores humanistas están arraigados a el judaísmo.
No le agradamos a la comunidad ortodoxa nacional y ésta con frecuencia tiene una idea equivocada sobre qué y quiénes somos. Pero están muy conscientes de que representamos un obstáculo para la relación de simbiosis que han creado entre el judaísmo y todas esas posiciones políticas antitéticas a los derechos humanos.
El trabajo de Rabbis for Human Rights a menudo genera una disonancia cognitiva y obliga a que las personas reexaminen sus estereotipos y creencias. Irónicamente, es posible que hayamos sido más eficaces en romper con los estereotipos de los palestinos sobre los judíos religiosos. En muchas ocasiones he ido a reconstruir una casa derribada o a defender los derechos humanos palestinos y encuentro a padres palestinos que insisten en que hablemos con su hijo palestino, quien quiere crecer y convertirse en terrorista, para que se dé cuenta de que no todos los israelíes vienen con pistolas a destruir sus hogares y pisotear sus derechos humanos.
Combatants for Peace, Rabbis for Human Rights and the Israeli Committee against House demolitions held a nonviolent demonstration alongside the inhabitants of Wallaje in Bethlehem province in January 2010.Richard Stitt/Demotix. All rights reserved.
El que actúa con decencia
La fe me ha ayudado a seguir con este trabajo durante tantos años, mientras que muchos otros se han desgastado por completo. Se nos enseña que: “No se espera que completes la tarea por ti mismo, pero tampoco estás en libertad de dejar de hacer tu parte”. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la gran obra de teatro que es el plan de Dios. Creemos que el resultado final será un mundo que honre la imagen de Dios, en cada ser humano.
Conforme a que los judíos de Israel y el Medio Oriente estén cada vez más motivados por las creencias religiosas, debemos luchar por el alma del judaísmo. Debemos encontrar una manera de incorporar nuestro entendimiento de la tradición judía al universo intelectual de los demás judíos israelíes. Debemos hacer que el judaísmo sea parte de la solución y no solamente parte del problema. El texto religioso, Pirkei Avot, nos enseña que: “En un lugar en el que nadie actúa con un mínimo de decencia, tú debes ser la persona que lo haga”.
Me gustaría añadir: “En los lugares en los que los rabinos están notablemente ausentes, tú debes ser el rabino que actúe como los rabinos deberían hacerlo”.