En épocas recientes, los derechos humanos se han vuelto muy populares en el campo de la ayuda para el desarrollo, principalmente a través del así llamado enfoque basado en los derechos. Este enfoque hace hincapié en una comprensión del desarrollo y los derechos humanos como estrechamente vinculados e interdependientes, y un esfuerzo por incorporar los principios de igualdad, no discriminación, rendición de cuentas y participación a la ayuda para el desarrollo.
Tradicionalmente, el enfoque basado en los derechos ha sido impulsado en su mayor parte por organizaciones laicas de desarrollo. Con excepción de algunas ONG cristianas occidentales, muy pocas organizaciones religiosas han adoptado el enfoque basado en los derechos. De hecho, entre las más de 50 organizaciones de ayuda musulmanas que he visitado y estudiado a través de los años, muy pocas han integrado los derechos humanos, completa o incluso parcialmente, en su labor. ¿Por qué tiene tan poca resonancia este enfoque entre las organizaciones de ayuda musulmanas cuando tantas organizaciones laicas lo han aceptado?
Probablemente, a casi nadie sorprende que a las organizaciones de ayuda musulmanas les resulte difícil suscribir ciertos derechos humanos. Muchas son profundamente escépticas con respecto a los derechos de la mujer o de los homosexuales, por ejemplo, a los que perciben como expresiones altamente normativas de valores laicos e individualistas y, por lo tanto, difíciles, si no es que imposibles, de alinear con los valores religiosos conservadores de la familia y la comunidad. Estas acusaciones hacen eco de las percepciones de los derechos humanos como un proyecto imperialista de Occidente, que no sólo plantean los académicos islámicos sino que también se reflejan en el debate sobre los valores asiáticos y entre los denominados académicos de TWAIL (Enfoques Tercermundistas al Derecho Internacional, Third World Approaches to International Law).
Aunque este debate es relevante y necesario, hay otros conflictos, igual de importantes, presentes en la relación entre los derechos humanos y la ayuda musulmana.
Con base en los estudios sobre las organizaciones de ayuda musulmanas en Gran Bretaña, Arabia Saudita, Kuwait, Jordania y Bangladesh, este artículo explora las maneras en que estas organizaciones se relacionan, o no se relacionan, con los derechos humanos, señala tres posibles áreas de conflicto e identifica algunas de las estrategias que pueden utilizar estas organizaciones para superar dichos dilemas.
‘Lazos de compasión y empatía’
Uno de los conflictos entre las organizaciones de ayuda musulmanas y el discurso de los derechos humanos gira en torno a las concepciones sobre la relación entre los donantes y los beneficiarios de la ayuda. Según el enfoque basado en los derechos, la ayuda es un derecho de los beneficiarios y, como tal, la relación entre donante y beneficiario se puede concebir en términos de un contrato entre partes iguales. Las organizaciones de ayuda musulmanas, por el contrario, a menudo conciben la ayuda como un regalo para un beneficiario agradecido de parte de un donante generoso, el cual se siente obligado por un deber religioso hacia Dios y hacia la comunidad definida por la religión, la umma.
A woman receives alms in East Java, Indonesia. Arief Priyono/Demotix. All rights reserved.
‘Solidaridad entre los hijos de la umma’
Un segundo motivo para la renuencia de varias organizaciones de ayuda musulmanas a adoptar un enfoque basado en los derechos puede radicar en la lógica subyacente de solidaridad que da forma a una buena parte de la ayuda musulmana, y que está estrechamente relacionada con la ‘sensación de familia’. Según esta lógica, los musulmanes tienen la obligación de mostrar solidaridad y apoyarse entre ellos porque pertenecen a la misma comunidad religiosa. Esta declaración de una ONG kuwaití puede ilustrar lo anterior:
[La caridad] es una de las herramientas más eficaces de la fe para difundir los valores de solidaridad y apoyo entre los hijos de la umma. Los anima a permanecer unidos como un solo cuerpo; si una parte de éste sufre una dolencia, todas las demás la acompañan, y comparten la fiebre y las noches sin dormir.
Al usar términos como ‘sociedad islámica’ o ‘hermandad islámica’, muchas organizaciones buscan fomentar un fuerte sentimiento de solidaridad entre los miembros de esta comunidad. El donante brinda ayuda para un hermano (o hermana) musulmán en un país lejano porque ambos son parte de la misma comunidad, la Umma. Al recibir el regalo, el beneficiario también se alinea con la Umma, y así afirma su existencia.
Al contrario de la lógica de los derechos humanos, entonces, la lógica de la solidaridad parece dar prioridad a la comunidad sobre el individuo. Además, esta lógica choca con el énfasis que pone el discurso de los derechos humanos en la no discriminación, en la medida en que fomenta un enfoque particular en los demás musulmanes, en lugar de un enfoque universal en la humanidad como tal. Esto se refleja en la elección de grupos meta de la mayoría de las organizaciones de ayuda musulmanas, los cuales consisten principalmente, si no es que completamente, en comunidades y países musulmanes. En palabras de un miembro de una ONG kuwaití: “Un musulmán debe ayudar a sus hermanos y hermanas primero”.
‘El Islam es la solución’
El tercer conflicto, y quizás el más básico, entre los derechos humanos y la ayuda musulmana tiene su origen en una interpretación particular del Islam, moldeada por el resurgimiento islámico y que está presente en muchas organizaciones de ayuda musulmanas contemporáneas. Encarnado en el lema de la Hermandad Musulmana, ‘El Islam es la solución’, esta interpretación ve la religión como una solución integral no sólo para los problemas éticos y morales, sino también para los problemas económicos, políticos y (sobre todo) legales; lo que Bruce Lincoln, historiador de las religiones, llama una ‘religión maximalista’. Como proclama el director de una ONG jordana: “El Islam es un sistema integral: trata sobre política, ley, economía, sistemas sociales, cultura, todo. No se puede tomar solamente una pequeña parte y dejar de lado todo lo demás”.
Desde esta perspectiva, no hay necesidad de sistemas legislativos adicionales como el sistema internacional de los derechos humanos, en cuanto la ley islámica proporciona ya un conjunto integral de derechos. “Se pueden derivar derechos humanos del Islam”, afirma una mujer de una asociación caritativa jordana. En efecto, el derecho internacional en materia de derechos humanos no sólo es superfluo; también es potencialmente peligroso en la medida en que establece un sistema legal paralelo al islámico, con lo que desafía la autoridad de este último.
A pesar de las dificultades esbozadas anteriormente, algunas ONG musulmanas sí están intentando integrar un enfoque basado en los derechos en su trabajo, reinterpretando los principios y tradiciones de ayuda musulmanes de diversas maneras y en distintas medidas.
Zakat: un derecho de los pobres
Un ejemplo de una reinterpretación ‘leve’ de los principios de ayuda musulmanes es el de algunas ONG musulmanas que cambiaron una comprensión de la ayuda como un regalo por una comprensión de ésta como un derecho. Esta reinterpretación no se relaciona de forma explícita con los discursos de derechos humanos, sino que se basa completamente en discursos sobre la ayuda musulmana. Sin embargo, lo hace en formas que pueden facilitar una alineación implícita con los enfoques hacia el desarrollo basados en los derechos.
En vez de acentuar una percepción de la ayuda como un regalo o un favor del rico para los pobres, esta reinterpretación promueve una comprensión de la ayuda como un derecho que Dios otorgó a los pobres y como un deber que impuso Dios sobre los ricos, con base en las tradiciones islámicas de la justicia redistributiva. “Dios les ordena a las personas tomar de los ricos para dar a los pobres. Dios también dijo que es un derecho de los pobres recibir este dinero”, me dice una persona, citando el Corán: “Y aquéllos sobre cuyos bienes hay un derecho reconocido para el mendigo que pide y para el desafortunado que perdió su propiedad y bienes”. Como tal, esta perspectiva fomenta una relación contractual entre iguales, que es más fácil de alinear con un enfoque basado en los derechos que la de dar regalos, pero que permanece completamente dentro de las tradiciones musulmanas bien establecidas en brindar ayuda.
‘Nos importa la humanidad, no nos importa su fe’
Otras organizaciones reinterpretan de manera algo más radical las tradiciones musulmanas de ayuda, involucrándose de una manera más explícita con los discursos de derechos humanos y los enfoques hacia el desarrollo basados en los derechos. El cambio de una lógica basada en la solidaridad religiosa por una basada en principios de universalidad y no discriminación es un ejemplo de lo anterior.
En algunas organizaciones, ya no se restringe la provisión de ayuda a los demás musulmanes, sino que se extiende a “aquellas personas que la necesitan, sin importar el género, la fe, los antecedentes o la nacionalidad”, como escribe una ONG. Otra organización declara: “Muslim Aid cree que todos los seres humanos tienen derecho al desarrollo”. En términos concretos, esto significa que estas organizaciones ahora incluyen en su provisión de ayuda a cristianos, hindúes y otros beneficiarios no musulmanes. “¡Incluso les damos de nuestros paquetes alimenticios para el Ramadán a quienes no son musulmanes!”, declara un integrante del personal. “Nos importa la humanidad, no nos importa su fe”.
La organización busca una justificación religiosa para el cambio, refiriéndose a dichos islámicos y versos del Corán. Una persona explica: “La mayoría de las enseñanzas del Profeta Mahoma y el Sagrado Corán tratan de motivar a la gente a ayudar a los demás, a apoyar y ayudar a los pobres. Y no mencionan a qué tipo de pobres; no dicen de qué género, de qué raza, de qué religión”. Otra persona dice: “Éste es el espíritu humanitario del Islam”.
‘No necesitamos izar la bandera islámica…’
Tales referencias al ‘espíritu del Islam’, ‘los valores caritativos islámicos’ y ‘las enseñanzas humanitarias del Islam’, denotan una interpretación del Islam como una ‘referencia ética’, en vez de una religiosidad visible y ortodoxa. Y esto apunta a un tercer ejemplo, algo más general, de cómo las organizaciones de ayuda musulmanas contemporáneas buscan hacer espacio para los derechos humanos:
Alejándose de la religiosidad ‘maximalista’ que abarca todo e influye en todos los aspectos de la provisión de ayuda, algunas organizaciones, por el contrario, promueven una comprensión más ‘minimalista’ de la religión, relegada a la esfera de los valores organizacionales, los principios subyacentes y la motivación personal. Una persona de una ONG británica musulmana dice: “No necesitamos izar la bandera islámica cuando hacemos labor humanitaria, no necesitamos decir que somos más humanitarios porque somos islámicos”.
Comparada con una comprensión de la religión como ley, este tipo de religiosidad, interesada en los valores y la moral, puede abarcar con mucho mayor facilidad los discursos de derechos humanos y un enfoque basado en los derechos hacia el desarrollo. Como señala el Relator Especial sobre la libertad de religión Heiner Bielefeldt, “los principios de derechos humanos se pueden vincular de manera significativa con el espíritu de la sharia, siempre y cuando se entienda a la sharia principalmente como un concepto ético y religioso, más que legalista”.