De la "nueva normalidad" a la "nunca normalidad", de las "crisis múltiples" a la "policrisis", nuestro lenguaje sigue evolucionando para describir la volatilidad y la incertidumbre que los últimos años han dejado dolorosamente claras. La pandemia, los terremotos, las crisis económicas, las sequías, las guerras... la lista no es nueva, pero los costos han sido devastadores. Ahora más que nunca tenemos que preguntarnos qué podemos hacer para que nosotros y nuestros movimientos por la justicia social y climática seamos más adaptables, resistentes, sanos y eficaces.
Entre quienes cuestionan sus prácticas se encuentran las financiadoras del cambio social. El año pasado, Spring investigó y habló con profesionales de la financiación sobre cómo está cambiando la filantropía. Nos centramos en cinco tendencias para 2020-2022, cada una de las cuales examina los cambios que se han producido y las oportunidades que revelan. Para crear movimientos fuertes, necesitamos que el dinero se ponga al servicio de una labor justa y vital. Estas tendencias nos recuerdan que se están produciendo cambios en este campo y que ahora es el momento de seguir presionando para conseguir más y mejor financiación.
Cinco tendencias de financiación
Tendencia 1: Grandes promesas de financiación. Se promete mucho dinero para grandes causas. Desde 2020, los donantes bilaterales y multilaterales y las fundaciones filantrópicas se han comprometido en gran medida a financiar la igualdad de género, la acción por el clima, incluida la financiación para los pueblos indígenas y las comunidades locales, y la justicia racial. Algunas de estas promesas también se enfocan en el apoyo a nivel comunitario y a los movimientos.
Los compromisos no garantizan la transparencia y la rendición de cuentas. Sin embargo, a medida que más financiadores se plantean cuestiones sobre justicia, equidad y cambio de sistemas en su trabajo, tenemos que encontrar la manera de convertir ese discurso en una práctica real. En especial ahora, cuando los donantes buscan formas de poner el dinero en manos de grupos de base, movimientos juveniles, comunidades indígenas y otros líderes, es un momento crítico para aportar toda la sabiduría y experiencia posibles al desarrollo de estas nuevas relaciones y mecanismos de financiación.
Tendencia 2: Introducir flexibilidad, relaciones y salud organizativa en las prácticas de búsqueda de fondos. Durante la pandemia, algunas financiadoras en todo el mundo introdujeron una flexibilidad sin precedentes para sus donatarios, al ampliar los plazos, flexibilizar los requisitos de información, aumentar la financiación sin restricciones y desarrollar relaciones de mayor colaboración con los beneficiarios.
La necesidad de tales prácticas y quienes las proponen son muy anteriores a la pandemia, y siguen existiendo disparidades entre las organizaciones del Sur Global y las que están dirigidas por mujeres y personas de color en el Norte Global. Sin embargo, las financiadoras han visto que estos cambios funcionan. Cada vez hay más movimientos de donantes a favor de la financiación sin restricciones y la cobertura de los "costos totales", la práctica de la filantropía basada en la confianza y el fortalecimiento de los procesos participativos de obtención de fondos. Todo ello abre oportunidades para transformar la relación entre donantes y beneficiarios.
Tendencia 3: Nuevos usos de la riqueza extrema. A medida que las fundaciones y las instituciones donantes se cuestionan a sí mismas desde el interior, los individuos de alto patrimonio neto están perturbando las prácticas filantrópicas tradicionales desde el exterior. MacKenzie Scott ha donado más de 14 000 millones de dólares a más de 1600 grupos desde 2019 en donaciones en su mayoría grandes y sin restricciones. El Bezos Earth Fund y el TED Audacious Project han adoptado un enfoque similar, por el cual donan cantidades que superan con creces un ciclo de financiación anual típico. Yvon Chouinard, fundador de Patagonia, convirtió la empresa a una organización sin ánimo de lucro para luchar contra el cambio climático.
Estas medidas han suscitado un debate útil acerca de la eficacia de la filantropía y el proceso de donaciones. Y aunque estas acciones no redimen la riqueza extrema, pueden ampliar nuestra imaginación (y la de los donantes y otras personas con grandes patrimonios) sobre cómo se genera y se utiliza la riqueza. Para las organizaciones que reciben estas cuantiosas sumas, el dinero también crea nuevas oportunidades de aprovechar su posición de crecimiento para renegociar las prácticas de financiación y las relaciones con otros donantes.
Tendencia 4: Los nuevos filántropos responden a las crisis. Los actos radicales de generosidad y solidaridad son difíciles de cuantificar, suelen estar arraigados en la comunidad y no suelen reflejarse en los informes sobre filantropía. Sin embargo, lo que sí nos dicen los informes es que la filantropía privada creció en muchas partes del mundo durante la pandemia. Estos informes, que se enfocan sobre todo en las personas con grandes patrimonios, citan que la filantropía privada creció sustancialmente en India, Estados Unidos, Brasil y otras partes de América Latina, así como en países africanos.
Junto a estos informes se encuentran datos incómodos sobre la profundización de la desigualdad y el hecho de que los diez hombres más ricos duplicaron sus fortunas durante la pandemia. Tenemos que seguir cuestionando la desigualdad. También necesitamos orientación y apoyo para las personas ricas que se plantean la pregunta "¿qué puedo hacer yo?". A la luz de la pandemia, existe la oportunidad de moldear la forma en que los nuevos filántropos entienden su papel en el ecosistema e introducirlos en la conversación sobre cómo devolver la riqueza a las comunidades e invertir en justicia social.
Tendencia 5: Nuevas herramientas y tecnologías financieras. Por último, se han producido continuos avances en la forma de movilizar fondos y potenciar la inversión privada en impacto social. En plena pandemia, la Fundación Ford y otras entidades emitieron bonos sociales para movilizar más recursos de apoyo a los grupos. También estamos viendo cada vez más usos de la financiación innovadora y la inversión de impacto, desde los bonos de impacto hasta las herramientas de inversión medioambiental, social y de gobernanza (ESG), como los bonos verdes. Cada vez son más las fundaciones que estudian cómo alinear sus carteras de inversión con sus valores.
Estas herramientas invitan a pensar de forma creativa sobre cómo incentivar los resultados de la justicia social, movilizar y aprovechar los recursos, y generar impacto más allá de las subvenciones. Sin embargo, las prácticas son todavía muy incipientes. Es necesario perfeccionarlas, criticarlas y entablar un diálogo mucho más inclusivo con los profesionales y las comunidades sobre su desarrollo y aplicación.
Aprovechar el momento
La filantropía no se ha transformado radicalmente y, sin embargo, a través de la pandemia y las crisis interrelacionadas, hemos visto a donantes y filántropos reflexionar, cuestionar y probar nuevas prácticas. Todas estas son ventanas de oportunidad para seguir impulsando una mayor creatividad, flexibilidad y expansión en la forma de aprovechar el dinero al servicio de un mundo mejor. Sea cual sea el enfoque de tu trabajo por la justicia social y climática, todavía hay oportunidades para ayudar a dar forma a cómo se mueve el dinero. Necesitamos más grupos que mantengan conversaciones y renegocien las relaciones con sus donantes, más historias sobre cómo se pueden cambiar las prácticas de financiación y más financiadores que sigan abogando dentro de sus instituciones y entre ellas por una mayor curiosidad y creatividad en relación con las nuevas prácticas.
En palabras del activista y estratega de la filantropía Theo Sowa:
"Cuando la filantropía está en su mejor momento, asume riesgos, tiene una mentalidad abierta y es visionaria. Este es el momento en que podemos empujarla a hacer más de eso porque los filántropos se cuestionan a sí mismos... [están] pensando 'quizá podría hacer más'. Y tenemos que encontrar la manera de ayudarles a hacerlo".