Al tiempo que continúa el conflicto Israeli-Gaza, ¿cuáles son los dilemas que enfrentan los grupos de derechos humanos israelíes en Israel que trabajan para avanzar y defender los derechos palestinos? ¿Pueden tener una influencia o por lo menos dar una opinión sin perder credibilidad aunque ésta ya ha sido dañada por los eventos recientes?
No es fácil.
Sabemos de publicaciones previas en openGlobalRights que los grupos israelíes pasan un momento difícil recaudando dinero de sus compatriotas o creando un apoyo masivo para su causa (ver aquí, aquí y aquí). El rol de las organizaciones de derechos humanos que siguieron las investigaciones internacionales de supuestos crímenes de guerra durante la operación Plomo Fundido a fines del 2008 expuso y tal vez profundizó esos problemas.
Como encuestadora, estratega y analista de tanto políticos como de la sociedad civil, analizo cómo evolucionaron las actitudes israelíes hacia esta actividad sensible y exploro algunas de las opciones estratégicas que enfrentan los grupos en el futuro cercano.
Grupos de derechos humanos en Israel, Fase I: el primer levantamiento palestino (1987-92)
Los israelíes se ven a sí mismo como democráticos y respetuosos de los derechos humanos. Generalmente, los judíos israelíes no ven la ocupación de los palestinos como un reflejo de los derechos humanos de Israel. Durante los primeros veinte años, no lo veían para nada. Aunque había grupos de derechos palestinos como al-Haq operando en ese momento, tenían que lograr mucho impacto en la sociedad israelí (y aún tienen que hacerlo).
El primer levantamiento palestino en 1987 puede verse como la primera fase de un discurso emergente sobre derechos humanos. La Intifada hizo imposible ignorar los efectos de dos décadas de gobierno militar sobre los apátridas. Los israelíes estaban sorprendidos: durante la noche, las áreas palestinas que acostumbraban visitar, comprar sin gastar mucho, comer y pasear con impunidad se convirtieron en zonas amenazantes de protesta, quema de neumáticos y voladura de piedras.
Por lo tanto cuando surgieron grupos activistas de derechos humanos como B’tselem para documentar y criticar las violaciones a los derechos humanos en territorios palestinos, se convirtieron esencialmente en un fastidio para la sociedad israelí, como recordatorios frustrados de que la autoimagen de Israel no era tan halagüeña.
El ex primer ministro israelí Yitzhak Rabin expresó esto según los acuerdos de Oslo, cuando observó que la nueva Autoridad Palestina sería capaz de combatir la militancia palestina “sin B’tselem –y Bagatz”- el Tribunal Supremo de Justicia de Israel – implicando que serían más efectivos de esa manera. El término se ha convertido en una expresión común que significa ese sentimiento.
Pero de manera irónica la misma revuelta de 1987-1992 que introdujo los “derechos humanos” también transformó las relaciones palestino-israelíes en relaciones de conflicto activo. Como resultado, era fácil para la mayoría de los judíos israelíes ver a los derechos humanos como algo opuesto y subordinado a la seguridad nacional.
Para la mayoría de los israelíes – como la mayor parte de las personas en todo el mundo – la seguridad nacional fácilmente supera a los derechos universales. Como resultado de ello, pocos judíos israelíes abrazaron de verdad la causa de los derechos humanos con respecto a los palestinos bajo control israelí.
Fase II: El segundo levantamiento palestino (2000-02)
El segundo levantamiento palestino que comenzó en septiembre del año 2000 sepultó al esperanzador “paradigma de la paz” creado por los Acuerdos de Oslo de 1993.
Ahora, la Autoridad Palestina, que no existía aún durante la primer Intifada, tuvo reconocimiento internacional, autonomía administrativa parcial, presupuesto y acceso limitado a armas livianas. Se volvieron comunes los bombardeos suicidas de militantes palestinos contra civiles judíos.
Como resultado, muchos israelíes ahora veían el conflicto como uno entre iguales, en el cual su propio ejército luchaba con un rival palestino igualmente poderoso. Algunos hasta veían el conflicto como “asimétrico”, con los Palestinos representando la persecución eterna, hasta una amenaza existencial contra los judíos a lo largo de la historia.
Como resultado, los grupos israelíes de derechos humanos pasaron de ser vistos como un fastidio a ser vistos como de extrema izquierda por algunos, posiblemente unos traidores.
El campo político judío israelí de izquierda también se hizo añicos. Los votantes expulsaron del poder a los políticos de centro izquierda, la opinión pública giró a la derecha y las actividades pacifistas disminuyeron. En un golpe de gracia, el líder israelí de derecha Ariel Sharon, alguna vez sancionado por Israel por las atrocidades contra los palestinos durante la guerra del Líbano de 1982, se convirtió en primer ministro. La comunidad israelí de derechos humanos se dio cuenta de que no tenía “socio” en su propio país.
Como resultado, muchos izquierdistas y activistas de derechos humanos llegaron a la conclusión de que la sociedad israelí no cambiaría desde adentro. Se volvieron hacia afuera, con la esperanza de que Escandinavia y Europa, con menos obligaciones hacia Israel que los EE. UU, ejercieran presión internacional.
Los activistas israelíes de derechos humanos también comenzaron a mirar al exterior por nuevos enfoques conceptuales especialmente por justicia internacional por casos de abusos severos.
Los activistas israelíes de derechos humanos se apoyaron en gran medida en el derecho internacional y exploraron la jurisdicción universal para el ejército o líderes políticos israelíes. De manera crucial, también juntaron fondos de fuentes internacionales, incluso de gobiernos extranjeros.
Fase III: Plomo Fundido y la Comisión Goldstone (2008-2010)
La operación Plomo Fundido de Israel contra Gaza en 2008-09 impulsó a la izquierda fragmentada israelí a buscar nuevas estrategias para oponerse a lo que veían como una guerra desproporcionada contra los habitantes de Gaza que vivían un bloqueo desde el 2007.
La sociedad israelí, no obstante, vio a Plomo Fundido como lo opuesto: una lucha con un régimen extremista que lanzaba cohetes a civiles israelíes. El apoyo público para el ejército aumentó y el mensaje de los derechos humanos fue o ignorado, rechazado totalmente o marcado como traidor y subversivo.
La investigación de post-guerra de la ONU hecha por el juez Richard Goldstone forzó el desenlace de esta hostilidad. El gobierno israelí se negó a cooperar, los grupos israelíes de derechos humanos proporcionaron la información que habían reunido durante la guerra.
El informe de Goldstone generó un ataque épico de furia israelí. Si bien culpaba a ambos lados, la crítica de Israel indignó al público judío. Tanto en Israel como en el exterior, los judíos desacreditaron lo que entendieron como una crítica atroz de un Occidente que había asesinado a seis millones de judíos sólo unas pocas décadas antes.
Debido a otras violaciones atroces de derechos humanos en todo el mundo, los judíos también se enfurecieron por lo que ellos percibían como una hipocresía global. ¿Por qué era Israel el blanco de las críticas cuando se veían abusos más severos ocurriendo en otras partes? En un cocktail al que asistí en aquella época, una mujer judía estadounidense me dijo: “¡Estamos viviendo una pesadilla!”
Los israelíes también dirigieron su ira hacia el “enemigo interno”: las organizaciones israelíes de derechos humanos que habían pasado información a Goldstone. Habían sido llamados “traidores” y un “cáncer” en foros públicos. Un grupo de la sociedad civil, Im Tirzu, hasta lanzó una molesta campaña personal contra un líder israelí de New Israel Fund, que apoyaba grupos israelíes de derechos humanos.
Muchos judíos israelíes habían llegado a creer que los grupos domésticos de derechos humanos eran financiados por el exterior y por auto-enemigos, disfrazándose a sí mismos como “personas compasivas” al tiempo que perseguían intenciones ocultas: destruir al estado de Israel desde el interior. Incapaces de distinguir entre palestinos y terrorismo, veían a los grupos israelíes de derechos humanos como quienes apoyaban a los terroristas palestinos y en lo más salvaje de las acusaciones creyeron que las organizaciones habían sido fundadas por terroristas o también por sus estados patrocinantes.
Los defensores israelíes de derechos humanos fueron tomados desprevenidos cuando las puertas se les empezaron a cerrar.
Operación “Margen Protector”: ¿Cuál es el rol actual de los grupos de derechos humanos de Israel?
Marco Bottelli/Demotix (All rights reserved)
Black smoke rise following an Israeli air strike in Gaza city. Israel launched the "Protective Edge" Operation after Palestinian reaction following the death of Mohammad Abu Khdeir.
Nuevamente inmersos en una guerra, ¿encontrarán los grupos de derechos humanos un nuevo rol o entrarán en una nueva fase en las percepciones públicas? Todavía no se puede decir. Pero dada la sensibilidad de la frase previa, parecen probables algunos cursos de acción: hay argumentos que favorecen y desfavorecen cada uno de ellos.
No hay respuestas fáciles
Balance: B’Tselem, todavía uno de los principales grupos de derechos humanos en Israel ha condenado repetidamente a Hamas por lanzar cohetes desde Gaza hacia civiles israelíes, de la misma manera condenó el secuestro y muerte de tres adolescentes israelíes en Cisjordania. B’Tselem ha sido también igualmente tenaz en su crítica de las violaciones israelíes. Este enfoque no es nuevo pero al hacer énfasis en las violaciones de ambos lados, podría ayudar a reconstruir la confianza entre los judíos israelíes o por lo menos a crear una relación cordial de trabajo, dada la furia de la fase anterior. Pero la crítica más importante de este enfoque es que implica una culpa ecuánime y oscurece la naturaleza asimétrica del conflicto. A pesar de los cohetes y túneles de Hamas, Israel es todavía el lado más poderoso con una capacidad casi total de destruir, restringir, contener y reprimir a los palestinos. Podría argumentarse que, sólolas fuerzas políticas y sociales opuestas evitan que Israel desate su poderío total.
Enfatizar políticas y soluciones alternativas. Los grupos israelíes de derechos humanos, podrían decidir que la documentación y condena de violaciones no es efectiva. No aborda dilemas genuinos sobre seguridad y no proporciona alternativas realísticas.
En vez de esos los grupos de derechos israelíes podrían dedicar más atención al desarrollo de políticas, cooperando con el establecimiento de la seguridad, ofreciendo propuestas constructivas para aquellos que tengan la autoridad para considerarlas, más que simplemente ser un crítico externo.
No obstante algunos miembros de la comunidad creen que comprometería fundamentalmente el rol de los grupos de derechos israelíes como un guardián democrático o aun posibilitando una ocupación “liberal/tolerante” – pero continua.
Más politizados, no menos. Finalmente, los grupos israelíes de derechos humanos podrían convertirse en demasiado políticos, preconizando soluciones específicas al conflicto palestino-israelí, el cual es visto generalmente como la fuente primaria de violaciones sistemáticas.
Los grupos de derechos humanos, en otras palabras, podían elegir entre dos situaciones difíciles: continuar promoviendo los derechos humanos sin ser abiertamente políticos – y enfrentar acusaciones de tener un propósito oculto (debido a que la prensa fácilmente divisa a los activistas de derechos humanos en eventos de corte político como individuos privados) o ser abiertamente políticos y provocar aún más ira por abrazar posiciones impopulares.
No obstante, la última opción tiene un aspecto positivo. La sociedad moderna judío-israelí cree que los grupos de derechos humanos promueven posiciones políticas de extrema izquierda y pro-palestinas bajo el rótulo de “proteger los derechos humanos”. Si los grupos israelíes de derechos humanos se volvieran más abiertamente políticos, por lo menos ya no serían acusados de tener intenciones ocultas.
Esto no mostraría más a los judíos israelíes como la comunidad de los derechos humanos pero por lo menos desmitificaría lo que ellos creen y podría ayudar a los grupos de derechos humanos a parecer más transparentes y honestos.
No hay respuestas fáciles.