La confianza es esencial en las estrategias de los donantes con los grupos de base


En un momento en el que aumentan el autoritarismo, el odio y la discriminación en todas partes del mundo, el hecho de que Nadia Murad y Denis Mukwege fueran galardonados con el Premio Nobel de la Paz de 2018 es un recordatorio del poder del activismo de base. Zeid Ra'ad Al Hussein, antiguo Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, también señaló su importancia y argumentó que nuestro futuro depende de los líderes y movimientos de base: personas comunes que muestran un valor extraordinario en circunstancias extremas.

Sabemos, tanto por la historia como por la política contemporánea, que el cambio transformador es posible cuando los movimientos sociales son liderados por las comunidades cuyos derechos están siendo violados. En los Estados Unidos, por ejemplo, el movimiento #MeToo, nacido de una campaña popular, ha ocupado los titulares y la atención de millones de personas en todo el mundo, lo que ha llevado a las mujeres a denunciar el uso indebido de poder por parte de los hombres (en su mayoría) y exigir justicia. Y a lo largo del siglo pasado, los movimientos por los derechos de las mujeres lucharon con éxito para que las mujeres obtuvieran el derecho a votar, el movimiento por los derechos civiles trabajó para poner fin a la segregación y la discriminación contra los afroestadounidenses, y los grupos LGBTI se movilizaron para obtener el derecho a casarse y recibir un trato más igualitario ante la ley.

A pesar del éxito comprobado de las campañas populares y el reconocimiento de su capacidad para crear un cambio duradero, muchos en el sector de la filantropía continúan centrándose en intervenciones a corto plazo, en lugar de las posibilidades a largo plazo que ofrecen los movimientos sociales que combaten los abusos contra los derechos humanos. 

En el Fondo para los Derechos Humanos Mundiales (el Fondo), hemos pasado más de 15 años brindando financiamiento flexible y asistencia técnica a líderes comunitarios y grupos de primera línea en todo el mundo. A través de esto, hemos aprendido que los movimientos de base necesitan un tipo específico de apoyo, un apoyo que los enfoques tradicionales de la filantropía no tienen en cuenta.

Crear un movimiento de base no es un proyecto que tenga un principio, medio o final fáciles de definir. Por su naturaleza, los movimientos son de largo plazo, complejos e impredecibles, y los problemas de derechos humanos que abordan no se pueden resolver con inyecciones de financiamiento discretas, intensas y de corto plazo. Los marcos lógicos simplemente no pueden demostrar o predecir el trabajo necesario para cambiar las normas sociales y estructuras de poder arraigadas. Los donantes deben aprender a tener paciencia y comprender que los movimientos sociales están diseñados para abordar las causas fundamentales de la desigualdad, la marginación y la opresión. Este tipo de transformación lleva tiempo y requiere flexibilidad y tolerancia ante los contratiempos. Los procesos colectivos pueden ser complicados y, a veces, lentos, pero son más eficaces a largo plazo y son la mejor oportunidad que tenemos para crear un mundo en el que todas las personas sean tratadas con dignidad. 

Además, los modelos filantrópicos tradicionales suelen centrarse exclusivamente en los recursos financieros, pero los movimientos de base necesitan más que solo dinero para mantenerse y tener éxito. Necesitan acceso a lecciones y conocimientos a partir de los movimientos en otros países; apoyo en el desarrollo de su capacidad de gestión financiera, recaudación de fondos y comunicaciones, y estrategias de seguridad más holísticas. Estas son solo algunas de las necesidades que han expresado nuestros socios, y las lagunas que el Fondo ha tratado de cubrir a través de asistencia técnica, creación de redes y trabajo de convocatoria.

En Marruecos y Túnez, el financiamiento flexible de largo plazo, aunado al desarrollo de capacidades y el apoyo técnico del Fondo, ha permitido que las agrupaciones locales de derechos de las mujeres desarrollen grupos de apoyo poderosos a favor del cambio. En ambos países, el Fondo apoya una gama de agrupaciones de derechos de las mujeres de primera línea que han obtenido importantes victorias legislativas para proteger los derechos de las mujeres, y ahora trabajan para poner estas leyes en práctica en sus comunidades. No hace mucho tiempo, a medida que las agrupaciones locales de derechos de las mujeres en Marruecos crecían y refinaban su enfoque de defensa y movilización comunitaria, el Fondo facilitó programas de tutoría, intercambios y reuniones entre ellos y las agrupaciones de derechos de las mujeres rurales en Túnez, que estaban lidiando con el desarrollo de sus estrategias de movilización comunitaria. Este apoyo ayudó a los grupos tunecinos a conocer, adoptar y desarrollar enfoques de educación y movilización comunitaria que tuvieron éxito en Marruecos, como el desarrollo de centros de escucha móviles (que sirven como un espacio seguro para que las mujeres se organicen, aprendan sobre sus derechos económicos y sociales y busquen asistencia jurídica). Desde que se facilitaron estas alianzas, los movimientos por los derechos de las mujeres en Marruecos y Túnez han seguido apoyándose e influyéndose mutuamente, lo que ha fortalecido su poder y capacidad para afrontar las causas fundamentales de la desigualdad de las mujeres en ambos países. 

El apoyo efectivo a los movimientos de base requiere una desviación más radical de la filantropía tradicional en torno a la confianza. Es también lo más difícil de acertar. Porque “confianza” no significa únicamente que los donantes deban abstenerse de imponer soluciones prescriptivas sobre problemas de los que no saben gran cosa. También significa asumir los problemas como nuestros, observando cómo nos beneficiamos de las injusticias que aquejan a tantas personas alrededor del mundo, e incluso ayudamos a crearlas. Nuestros socios no son simplemente “otros” a los que tenemos que ayudar; son aliados en el trabajo conjunto para desmantelar esas injusticias. Debemos confiar en su experiencia, conocimientos contextuales profundos, estrategias pertinentes a nivel local y relaciones con la comunidad. A su vez, debemos pedirles que confíen en que apoyaremos sus visiones y esfuerzos de la manera que más lo necesiten y estaremos a su lado durante sus triunfos y fracasos.

Mientras el mundo se enfrenta a las crecientes desigualdades y la retórica populista, el activismo de base nos ofrece una solución: la capacidad de movilizar a las personas y crear grupos de apoyo poderosos a favor del cambio. Mediante la adopción de enfoques más flexibles, holísticos y basados ​​en la confianza para dotar de recursos y apoyar este trabajo, nosotros, en la comunidad de donantes, podemos ser parte de la solución. Este proceso requerirá que los financiadores hagan sacrificios, aprendan humildad y empiecen a cuestionar cómo los modelos filantrópicos anticuados pueden frustrar, en lugar de impulsar, el activismo de base y el cambio social.