Fuente: Flickr / Neil Williamson
La dignidad humana se refiere al valor especial de todos los seres humanos. Este valor se reafirma con frecuencia ante los desafíos existenciales que se ciernen sobre la humanidad. La preservación de la dignidad humana está ahora también en el centro de la bioética, el derecho humanitario y el derecho a la intimidad.
La idea central de la dignidad humana es la idea de un valor interior "elevado por encima de cualquier precio" que hace algo insustituible y genera una demanda absoluta de respeto.
¿Por qué los seres humanos tienen un valor especial en relación con otras especies? Este debate sigue produciendo nuevos e importantes puntos de desacuerdo. En nuestro último libro, exploramos cómo la dignidad humana está conectada con las luchas políticas y con las ideas de justicia, moralidad y razón.
La biodignidad es una forma de expresar nuestra capacidad de solidaridad y nuestra común susceptibilidad al cambio climático en el marco de una amenaza compartida.
Sin embargo, dado que la actual crisis climática está impulsando la evolución del régimen internacional de derechos humanos (pensemos en la noción de ecocidio), es oportuno volver a evaluar el concepto de dignidad humana. Al fin y al cabo, no sólo la humanidad se enfrenta a uno de sus mayores peligros, sino también el planeta y la vida misma.
Si este es el caso, ¿puede el concepto de dignidad humana seguir ayudándonos a reaccionar ante las tragedias derivadas de la crisis climática? Creemos que es importante rescatar el poder de esta idea, pero alineándola con un nuevo concepto: la biodignidad. Una primera idea orientadora de esa "biodignidad" podría ser la dignidad de la vida o la dignidad de los vivos.
La biodiversidad y la crisis climática
La dignidad humana, cuando afirma la primacía moral de la humanidad en el mundo, o cuando sobrevalora la razón humana, es sintomática de la relación autodestructiva y dominante de la humanidad con la naturaleza, y no una solución.
A la inversa, la biodignidad —como valor de la diversidad humana y natural— brinda una posición desde la cual se puede exponer y desafiar las formas de dominación. Y la defensa de la diversidad presenta una vía entre los objetivos, por lo demás divergentes, de la descolonización y la descarbonización: sus métodos y objetivos comunes son rastrear y desafiar la dominación y las amenazas a la diversidad.
La biodignidad es una forma de expresar nuestra capacidad de solidaridad y nuestra común susceptibilidad al cambio climático en el marco de una amenaza compartida. Y al igual que la dignidad humana consiste en encontrar un punto de certeza moral que impida el triunfo de lo colectivo sobre lo individual, la biodignidad exige la protección de lo insustituible y lo diverso frente al aplanamiento del mundo hasta convertirlo en mercancía homogénea y sustituible.
Las (bio)tecnologías a la luz de la biodignidad
Si es la vida o lo vivo como tal lo que tiene dignidad, las evaluaciones éticas de los avances tecnológicos no deben limitarse a medir la calidad de la vida humana (individual), la mejora de las capacidades humanas o la defensa de la naturaleza humana y su dignidad. Cuando decidimos aplicar nuevas tecnologías, también debemos considerar las consecuencias para otras formas de vida, la naturaleza, el clima, como en el caso del consumo de energía y la producción de herramientas (bio)tecnológicas más sostenibles. Por ejemplo, la prolongación significativa de la vida humana puede plantear serios retos en cuanto a la distribución justa y el consumo sostenible de los recursos (energéticos), al tiempo que las personas mayores sufren más el cambio climático. Hay que sopesar de manera cuidadosa las implicaciones para una vida digna de todas las formas de vida.
La vida como tal está abierta al cambio y a la variedad. La biodignidad puede apoyar las ideas del transhumanismo en las modificaciones creativas y lúdicas de la propia vida y del propio cuerpo (ciberpunk, artes cibernéticas), pero no en el sentido de obedecer el dictado de la autoptimización. Nos insta a desarrollar nuevas tecnologías y soluciones creativas para hacer frente a las crisis ecológicas, sin caer en un tecnoptimismo simplista ni en un delirio de omnipotencia tecnológica.
El respeto a la dignidad de la vida implica respetar los límites del poder y el control humanos. En lugar de enfocarnos en el posible estatus humano de la IA consciente (¿es una persona?), deberíamos dedicar nuestras energías a transgredir los límites (entre los humanos, los animales, la naturaleza y las tecnologías, entre nosotros y "el otro") y tejer redes más sólidas para apoyar la vida en nuestro planeta. Este tipo de red es una estrategia política, una fuerza de resistencia y resiliencia.
La dignidad encarnada de la vida
La biodignidad está ligada a luchas que comparten dos dimensiones relevantes. En primer lugar, los individuos se resisten a la erosión de sus derechos mediante la ayuda mutua y las organizaciones de base. Es la resistencia global de las jóvenes feministas y las redes de solidaridad en los barrios de América Latina. En segundo lugar, vinculan sus respectivas luchas a la protección de la vida. Por ejemplo, los pueblos indígenas de la Amazonía que reclaman el respeto a los derechos de su tierra, una reivindicación que también pretende proteger la biodiversidad de la selva. También las luchas de los jóvenes del Sur Global por un ambiente sano y la justicia climática.
A través del novedoso lente de la biodignidad, es posible apreciar cómo determinados colectivos se resisten a las injusticias a las que se enfrentan y, al mismo tiempo, demostrar cómo sus luchas apoyan la protección de la vida humana y no humana.
El camino a seguir
La dignidad humana consiste en encontrar un punto de certeza moral para evitar el triunfo de lo colectivo sobre lo humano individual. La biodignidad implica la protección de lo insustituible y diverso. La biodignidad fomenta una actitud específica hacia la vida, que combina la creatividad y la gratitud basadas en el respeto a la diversidad, la dinámica y el poder evolutivo de la vida, así como a su fragilidad y contingencias. La biodignidad nos obliga a ver la inseparabilidad de las luchas por los derechos y la protección de la naturaleza.