Fuente: Flickr / Rafael Antonio
La crisis climática afecta de forma desproporcionada a las mujeres y los niños. El cambio climático ha sido descrito como "un importante factor de estrés que provoca malos resultados en el embarazo y el desarrollo infantil." El calor extremo atribuible al cambio climático es un factor mediador clave.
Entre los riesgos al embarazo debido a las altas temperaturas se encuentran el nacimiento de mortinatos y el parto prematuro antes de completar las 37 semanas de embarazo. El nacimiento prematuro puede tener consecuencias irreversibles a lo largo de la vida del niño, por ejemplo, en relación con el sistema cardiovascular y el desarrollo cognitivo. Lo que no se suele tener en cuenta en este contexto son los efectos a largo plazo de los resultados adversos del parto, tanto en las mujeres como en los niños, que afectan al bienestar de los niños en la edad adulta.
Estos efectos podrían evitarse si los gobiernos mitigaran el cambio climático y ayudaran a las mujeres a adaptarse a las olas de calor al proporcionar la infraestructura sanitaria necesaria para la atención prenatal, perinatal y postnatal.
No hay tiempo que perder. El Sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) es inequívoco: "El cambio climático ya está afectando a todas las regiones habitadas del planeta, y la influencia humana contribuye a muchos de los cambios observados en el tiempo y los extremos climáticos". Las temperaturas cálidas (incluidas las olas de calor) han aumentado a escala mundial desde la década de 1950, como muestra claramente el informe del IPCC.
El informe también manifiesta una gran confianza en que el cambio climático inducido por el ser humano es el principal impulsor de los cambios observados en la mayoría de las regiones habitadas. Sólo en 2021 se registraron 86 olas de calor en todo el mundo, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Figura 1: 86 olas de calor registradas en 2021. Fuente: OMM, Extreme Events in 2021.
Las mujeres embarazadas corren un riesgo desproporcionado de verse afectadas por el calor y las olas de calor. Las investigaciones que ofrecen pruebas de los países industrializados, así como de los de ingresos bajos y medios, son convincentes en este sentido. El impacto del calor en las mujeres embarazadas es innegable y se ve agravado, por ejemplo, por la contaminación atmosférica y la pobreza (posición socioeconómica baja). La epidemióloga ambiental Sara McElroy y un equipo de investigadores sobre el clima ofrecen un análisis global de catorce países de renta media-baja, mientras que el experto en salud materna Matthew Francis Chersich y un equipo internacional de trece especialistas en salud pública y ambiental, con el apoyo de doce colaboradores de un Grupo de Estudio sobre Cambio Climático y Calor-Salud, se enfocan principalmente en los países desarrollados.
La clara vulnerabilidad de las mujeres embarazadas hace que el impacto del calentamiento global antropogénico no mitigado sea una cuestión de discriminación, ya que los Estados no protegen a las mujeres de los riesgos de la exposición al calor. El primer derecho humano afectado es el derecho a la vida, ya que los resultados adversos de los nacimientos también pueden dar lugar a la mortinatalidad o a la mortalidad materna. Además, la vulnerabilidad de los niños prematuros y su desarrollo interrumpido pone en primer plano el derecho del niño a un desarrollo saludable, y el efecto corrosivo de las altas temperaturas sobre las mujeres embarazadas implica igualmente su derecho a la salud.
Otros derechos afectados son el derecho a un ambiente sano, el derecho a una maternidad segura y el derecho a la vida familiar. Estos derechos entran dentro de la responsabilidad de un Estado y de las correspondientes obligaciones de adoptar medidas y acciones climáticas (por ejemplo, de mitigación y adaptación), al menos en la medida en que los Estados han acordado en el marco del Acuerdo de París.
El preámbulo del Acuerdo de París, además, reconoce que los Estados Partes deben, "al adoptar medidas para hacer frente al cambio climático, respetar, promover y tener en cuenta sus respectivas obligaciones en materia de derechos humanos, el derecho a la salud, los derechos de los pueblos indígenas, las comunidades locales, los migrantes, los niños, las personas con discapacidad y las personas en situación de vulnerabilidad y el derecho al desarrollo, así como la igualdad de género, el empoderamiento de la mujer y la equidad intergeneracional."
Los derechos humanos relacionados, como el derecho a un nivel de vida adecuado, tienen efecto legal en los tratados internacionales de derechos humanos, como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
Tenemos pruebas que apoyan la responsabilidad climática basada en los derechos con respecto a las mujeres embarazadas desde tres ámbitos. En primer lugar, del cambio climático que crea extremos de calor. En segundo lugar, de los extremos de calor que provocan partos prematuros y otros resultados negativos en los nacimientos. Por ejemplo, existe una relación entre el calor extremo y los partos prematuros en el condado de Harris (Texas), en EE. UU. También existe una relación entre la temperatura ambiente y los nacimientos prematuros en Nueva Gales del Sur (Australia). Y, en tercer lugar, en cuanto a las consecuencias a largo plazo de los nacimientos prematuros, las pruebas demuestran que las personas nacidas antes de tiempo tienen un riesgo significativamente mayor de sufrir disfunciones cardiovasculares y renales en la edad adulta.
Los resultados señalados por estos estudios indican que los Estados no cumplen con sus obligaciones en materia de derechos humanos, no garantizan los derechos de las mujeres embarazadas y no las protegen de la discriminación indirecta, ya que no se les reconoce su especial vulnerabilidad.
Tal como los glaciares que se derriten de forma irreversible debido al cambio climático, el impacto del calor en las mujeres embarazadas y sus hijos puede resultar irreversible y suponer una disminución de la calidad de vida de los adultos afectados y más costos para la sociedad para atender las enfermedades adultas relacionadas. Por ello, los legisladores y los responsables políticos deben reconocer con urgencia los derechos de las mujeres embarazadas expuestas a las altas temperaturas debido al cambio climático.
Estos efectos podrían evitarse si los gobiernos mitigaran el cambio climático y ayudaran a las mujeres a adaptarse a las olas de calor al proporcionar la infraestructura sanitaria necesaria para la atención prenatal, perinatal y postnatal.
También hay un llamado urgente para apoyar a las mujeres embarazadas agricultoras del Sur Global que pueden sufrir estrés térmico, así como la exposición a las sequías y los conflictos armados. Su riesgo de sufrir resultados adversos en el parto es aún mayor.
El calor extremo es sólo una de las consecuencias del cambio climático que afectan a los embarazos, aunque está bien estudiada, junto con los incendios forestales, las inundaciones y las sequías, que pueden influir de forma similar en los resultados del embarazo y provocar no sólo un parto prematuro, sino también la pérdida del embarazo, un crecimiento fetal restringido y un bajo peso al nacer.
¿Qué hay que hacer? Según la experta en salud perinatal Sandie Ha, una "solución satisfactoria debería implicar una estrecha colaboración de organismos interdisciplinarios y a varios niveles, entre ellos el gobierno, los socios comunitarios, el público, los médicos, los socios industriales, los profesionales de la salud pública y los investigadores".
Y como nos recuerdan el juez ambiental Brian Preston y las académicas de derechos humanos Julie Fraser y Laura Henderson, los defensores de los derechos humanos también tienen una responsabilidad: ser conscientes de la realidad del cambio climático, de cómo interactúa con los derechos humanos y de cómo podemos dar forma a la legislación (de derechos humanos) y contribuir a la justicia climática, y debemos añadir, a la justicia climática para las mujeres embarazadas y su descendencia.