Responder al manual de la represión con el manual de la justicia

Crédito: Alejandro Ospina

Mientras escribo esto, estoy en un vuelo de regreso a Estados Unidos después de pasar una semana en Puerto Princesa, Filipinas, con 30 defensores de justicia comunitaria de América Latina, África y Asia. Entre estos defensores de la justicia hay abogados, asistentes jurídicos comunitarios, organizadores e investigadores. Proceden de distintos lugares y trabajan en temas diversos, pero tienen varias cosas en común. En primer lugar, son miembros de la Grassroots Justice Network,la mayor comunidad mundial de profesionales que ayudan a las comunidades a conocer, utilizar y transformar el derecho para promover la justicia. En segundo lugar, todos están comprometidos con el aprendizaje colectivo y comparativo para abordar las cuestiones más complejas a las que se enfrenta el movimiento de justicia de base. Por último, operan en contextos políticos marcados por diversos grados de autoritarismo creciente, democracias que retroceden y espacios cívicos que se reducen.

Trabajo de capacitación jurídica en condiciones represivas

Las personas que defienden  la justicia comunitaria  están en primera línea y expuestas a medidas represivas. Muchos se enfrentan a ataques, detenciones y amenazas. En 2023, casi el 70% de los miembros de nuestra red afirmaron que tenían dificultades para llevar a cabo una labor de empoderamiento legal en el contexto político y social de sus países. En la misma encuesta, cerca de la mitad de los encuestados informaron de que ellos mismos, o las comunidades con las que trabajan, habían sido amenazados, detenidos o acosados mientras buscaban justicia en el año anterior.

Las iniciativas de empoderamiento legal combinan el derecho y la organización para reforzar el poder de las comunidades, de modo que puedan impulsar cambios sistémicos. Sin embargo, en muchos lugares, la ley está siendo utilizada como arma de opresión, lo que dificulta el trabajo de organización comunitaria, ya que se restringen las reuniones públicas, se vigila a los activistas y se controla férreamente a los medios de comunicación. En un momento en que los defensores de la justicia comunitaria intentan aumentar el liderazgo y la participación de las comunidades en los espacios de toma de decisiones, éstas se enfrentan a riesgos cada vez mayores que las disuaden de movilizarse.

A medida que las normas antidemocráticas ganan terreno, los profesionales luchan por encontrar el espacio para defender la participación pública, la rendición de cuentas y las soluciones comunitarias a los retos del desarrollo. Como dice Catalina Marino, de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia: «El contexto político no es bueno para la justicia social. No es sólo que no dispongamos de recursos. También nos enfrentamos a un discurso público que no está abierto a escuchar reivindicaciones enmarcadas en un lenguaje basado en los derechos. No podremos convencer a ningún funcionario de que la gente tiene derecho a hacer algo porque no ven la realidad a través de ese prisma».

¿Cómo combinamos el poder del derecho y de la organización para hacer avanzar la justicia social y medioambiental en contextos de cierre del espacio cívico? ¿Cómo contrarrestar las narrativas antidemocráticas con una visión más audaz y positiva de un mundo justo e igualitario? Estas son algunas de las preguntas más complejas que los miembros de nuestra red se están reuniendo para responder colectivamente.

Responder al manual de la represión con el manual de la justicia

Parece claro que en la actualidad existe un  manual de pasos de la represión, es decir, una sorprendente similitud en los patrones de las técnicas represivas que se utilizan en todos los contextos regionales y políticos para restringir la labor de la sociedad civil. Los miembros de la red han esbozado un libro de jugadas de la justicia, una respuesta para contrarrestar el creciente autoritarismo y ofrecer una versión más profunda de la democracia, en la que las instituciones públicas rindan cuentas y sean receptivas, y los ciudadanos están facultados para enfrentar las decisiones que afectan a sus vidas. A continuación se exponen algunos de los temas más destacados:

  1. Construir poder comunitario: En esencia, el trabajo cotidiano de los defensores de justicia comunitaria  -que incluye generar conciencia sobre la importancia de los derechos y una perspectiva crítica frente a las causas de la injusticia  - es uno de los antídotos más poderosos contra el autoritarismo y la represión, porque lleva a las comunidades a una relación profundamente democrática con el Estado. Los trabajadores por la justicia comunitaria están ayudando a construir poder en las comunidades  y generando alianzas con movimientos de base como estrategia a largo plazo para profundizar en la democracia.

  2. Ser resilientes: Los defensores de la justicia de base adaptan sus planteamientos a medida que cambian los contextos políticos. Si aumenta la vigilancia sobre los hombres, los paralegales forman a las mujeres para que tomen la iniciativa. Si se prohíbe celebrar reuniones comunitarias en público, los organizadores las celebran en los hogares. Y si el espacio para las estrategias de confrontación es limitado, adoptan enfoques menos contenciosos sin dejar de rendir cuentas a sus comunidades.

  3. Reactivar coaliciones para reformar: Frente a las tácticas de «divide y vencerás» de los gobiernos autoritarios y otros actores poderosos, los defensores de la justicia comunitaria  están respondiendo mediante la creación de coaliciones para reformar las instituciones. Esto incluye declaraciones conjuntas de una amplia gama de actores de la sociedad civil en apoyo de los activistas que se enfrentan a ataques o detenciones. En Indonesia, los grupos de la sociedad civil están adoptando enfoques interseccionales que vinculan las luchas de los trabajadores, los agricultores, las mujeres y los estudiantes en una lucha común por la democracia. En Malawi, una organización de empoderamiento legal está vinculando las luchas de los profesionales del sexo, los vendedores ambulantes, las personas con discapacidad y las personas LGBTQI+ en una demanda colectiva de responsabilidad policial.

  4. Centrarse en el cambio sistémico: Las personas que trabajan en justicia comunitaria buscan equilibrar la lucha contra las amenazas inmediatas con la labor de cambio sistémico a largo plazo. Impugnan ante los tribunales leyes y políticas antidemocráticas y abogan por nuevas leyes y normas que ofrezcan mayor protección a los defensores de la justicia comunitaria. En contextos represivos, también están replanteando el significado de «cambio sistémico». En lugar de impulsar un cambio progresivo, el objetivo se convierte en asegurar los logros existentes, evitar que se sigan erosionando los derechos y crear un «poder de permanencia» que pueda sostener la democracia a largo plazo.

  5. Ofrecer una narrativa más positiva: No basta con luchar contra la represión y defender la democracia. Los personas que trabajan en justicia comunitaria  también se comprometen a ofrecer una forma de democracia más resistente. Reconocen que para contrarrestar las narrativas antidemocráticas hay que ofrecer marcos alternativos convincentes. Utilizan un enfoque de comunicación basado en la esperanza para replantear la forma de hablar de su trabajo, inspirar a la gente para que se una a sus luchas por la justicia y mantener la esperanza entre los que buscan justicia a través de los largos y difíciles procesos de cambio.

El aprendizaje como camino hacia la solidaridad

En Grassroots Justice Network, el aprendizaje siempre ha estado profundamente ligado a la acción colectiva y a la solidaridad. En 2021, inmediatamente después del golpe militar en Myanmar, miembros de Tailandia, Camboya y Sudáfrica se reunieron para decir a sus colegas de Myanmar: «No están solos», y compartieron sus propias experiencias de lucha contra el autoritarismo como inspiración. Cuando nos reunimos en Filipinas la semana pasada, los miembros compartieron las estrategias que están utilizando para ampliar la participación de la comunidad en la toma de decisiones o para comprometer a las instituciones estatales. Celebraron sus victorias e intercambiaron ideas sobre soluciones a problemas comunes.

Me voy de Puerto Princesa esperanzada. Estos defensores de la justicia de base no sólo están aplicando el manual de la justicia en sus propios contextos, sino que también están compartiendo sus estrategias entre ellos, prestando apoyo a las campañas y creando una red de soporte. Además, al resolver colectivamente las cuestiones candentes a las que se enfrenta el movimiento de justicia comunitaria en su conjunto, están sentando unas bases sólidas para que la democracia y la justicia prosperen a largo plazo.

Este blog forma parte de una serie en colaboración con Namati. Consulte otros blogs de esta serie aquí.