La investigadora de derechos humanos Alexa Koenig dijo: “las imágenes suelen ser el puente entre las experiencias vividas en el terreno y algunas de las principales sedes del poder”, pero eso no fue lo que se imaginó Ashley Funk cuando recibió su primera cámara a los seis años.
Tomó fotografías de todo y, con el paso del tiempo, le atrajo la idea de fotografiar la naturaleza en la pequeña población rural carbonífera en la que creció. Un día vio basura a la orilla de la carretera y pensó que no sería difícil limpiarla. Así que Ashley, junto con una amiga de la preparatoria, creó un equipo de limpieza de carreteras para hacer de Mt. Pleasant, Pennsylvania, un lugar más agradable. Su equipo se convirtió en el primer proyecto de “Adopta una comunidad” (Adopt-a-Community) aprobado por el municipio en el condado para hacer frente a un problema decontaminación visible para todos.
Pero el interés de Ashley en enfrentar nuestros problemas colectivos de contaminación no terminó ahí. Su abuelo murió de neumoconiosis de los mineros del carbón, por haber trabajado en las minas de carbón del oeste de Pennsylvania. Esta pérdida, aunada a su preocupación sobre a qué edad contraería cáncer por haber jugado en pilas de residuos tóxicos durante su infancia, la llevó a adentrarse en la investigación de los efectos a largo plazo de los contaminantes menos visibles.
Durante su investigación a profundidad sobre los contaminantes en el aire, Ashley descubrió el trabajo del Dr. James Hansen, que en aquel tiempo era un científico de la NASA. Estudió sus gráficas en las que indicaba lo mucho que estaba cambiando el clima y lo poco que estaban haciendo nuestros gobiernos al respecto. Debido a su familiaridad con el trabajo de Hansen, también entendió la urgencia del cambio climático y las crecientes repercusiones de nuestro deseo insaciable de combustibles fósiles en los derechos humanos. En 2012, Ashley, de 17 años, se reunió con otros jóvenes comprometidos para llevar juntos su caso a las salas de justicia y el tribunal de la opinión pública.
Con el apoyo de Our Children’s Trust, Ashley presentó una petición ante cinco organismos de Pennsylvania, solicitando que adoptaran reglas para reducir las emisiones de dióxido de carbono del estado con arreglo a los información científica más avanzada sobre la recuperación climática. Ese mismo día, Ashley envió su relato personal —narrado a través del cortometraje TRUST Pennsylvania— a más de 200 responsables políticos a nivel estatal y federal, junto con una carta personal instándoles a tomar medidas para reducir las emisiones.
Trust Pennsylvania, Our Children’s Trust, WITNESS
En su cortometraje, Ashley explica: “cuando limpiamos la basura en nuestra comunidad, todos pasan y nos agradecen y aprecian lo que hacemos porque pueden ver la mejora que estamos logrando. Pero cuando nuestro gobierno impone nuevas reglas sobre la cantidad de gases de efecto invernadero que puede liberar una industria a la atmósfera, la mayoría de las respuestas son negativas porque la gente no puede ver cómo estamos dañando la atmósfera”. En una entrevista con la National Public Radio, el padre de Ashley corroboró su idea al mencionar que parte del motivo por el que no creía en el cambio climático era: “Si no puedo verlo, no puedo creerlo”.
Hacer visible lo invisible
La observación de Ashley respalda un hecho bien conocido por los expertos en comunicación sobre el clima: en lo que respecta a los seres humanos, hay que ver para creer. Y como no podemos “ver” la degradación lenta y gradual, aunque urgente e irreversible, que sufren nuestro planeta y los derechos básicos, es raro que tomemos medidas.
James Balog: Time-lapse Proof of Extreme Ice Loss, TED Talk, Sep. 9, 2009
El material visual sobre el clima en los tribunales
Aunque, formalmente, los tribunales no consideran elementos ajenos a la sala cuando emiten sus fallos jurídicos, los politólogos llevan mucho tiempo estudiando la sensibilidad y receptividad de los jueces a la opinión pública sobre cuestiones sociales importantes que se ven influidas por la evolución de las normas y los valores. Por ejemplo, en el caso Obergefell vs. Hodges de 2015, la Corte Suprema de los EE. UU. legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en todo el país, tras décadas de movilización social que culminaron en un mayor apoyo público al matrimonio igualitario. Dada la posición que ocupan las comunicaciones sobre el clima entre los medios de comunicación, la opinión pública y las leyes, estas comunicaciones pueden fomentar el aumento de la conciencia, la educación y la consolidación de movimientos, a la vez que sirven de piedra angular para los litigios estratégicos sobre el clima.
A la fecha, la mayor parte del trabajo de comunicación sobre el clima se ha centrado en ayudar al público a entender los efectos que el cambio climático ya tiene sobre nuestra vida. Pero al campo de los litigios climáticos le sigue costando entender cómo el material visual podría servir para que los tribunales comprendan mejor su contribución esencial al aplanamiento de la curva climática y la reducción de las violaciones de derechos humanos por parte de las industrias extractivas.
Cuando se le preguntó a Stephen Breyer, magistrado de la Corte Suprema de los EE. UU., cuál era su opinión sobre el alcance de la doctrina del fideicomiso público federal, una cuestión jurídica clave en varios litigios estratégicos sobre el clima como el de Juliana vs. los EE. UU., respondió: “no lo sé”. Explicó que los jueces son “generalistas” y deben confiar en que los juristas y profesionales del derecho informen a los tribunales sobre cómo interpretar y aplicar la ley en relación con las circunstancias mundiales cambiantes.
Es evidente que la respuesta del magistrado Breyer es una llamada a la acción. Dado que tienen la responsabilidad de transmitir con claridad los hechos de un caso y vincularlos con las leyes, los litigantes en materia climática deben plantearse integrar eficazmente el material visual para reforzar los casos y, en consecuencia, garantizar la justicia y la rendición de cuentas para los demandantes. La comunidad indígena de Sinangoe en Ecuador y su equipo jurídico ofrecen un ejemplo inspirador de cómo los abogados pueden responder a esta llamada a la acción y utilizar con éxito las pruebas visuales en la sala del tribunal para lograr sentencias históricas.
Los altos picos andinos de la Reserva Ecológica Cayambe-Coca en Ecuador salvaguardan la cabecera del majestuoso río Aguarico —un importante afluente del río Amazonas— que es vital para docenas de comunidades indígenas y el hogar ancestral del pueblo kofán de Sinangoe. Un día, la Guardia Indígena Kofán escuchó un zumbido bajo, y decidió volar un dron para investigar desde lejos. El dron capturó imágenes de la extracción ilegal de oro en las orillas del río Aguarico. Tras una investigación más profunda, el pueblo kofán descubrió que el gobierno ecuatoriano prácticamente había entregado la cabecera del río a la industria minera sin avisar ni consultar a la comunidad.
En los meses siguientes, la Guardia Indígena viajó al sitio remoto, en las profundidades del territorio kofán, y utilizó teléfonos y drones para grabar metódicamente videos que mostraban agua contaminada, suelo compactado y bosque destruido. Después, presentaron una demanda contra el gobierno ecuatoriano, a la que incorporaron las pruebas visuales. El equipo jurídico combinó las abundantes grabaciones de teléfonos y drones con imágenes satelitales y mapas para compilar un conjunto robusto de pruebas imposibles de ignorar. Con base en todo el conjunto de pruebas jurídicas, el tribunal falló a favor del pueblo kofán. El caso culminó con la revocación de 52 concesiones mineras y estableció un precedente histórico para los pueblos indígenas de toda la región amazónica.
A medida que las pruebas visuales impulsan movimientos en todo el mundo y ofrecen pruebas irrefutables, hay una oportunidad para los litigantes climáticos. Utilizando en los tribunales las pruebas obtenidas mediante satélites, drones y teléfonos, es posible mostrar cosas que no se podrían ver de otro modo. Juntos, podemos ser una vanguardia en el movimiento y aprovechar las pruebas visuales para argumentar y persuadir.