Nuevas herramientas para un poder justo: Cómo los movimientos pueden luchar y soñar hacia adelante

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Son tiempos difíciles para los movimientos de justicia social y los defensores de los derechos humanos.

Los gobiernos, los políticos y las fuerzas conservadoras utilizan los ataques a los «otros» para conseguir apoyos basados en el miedo y el odio. Las industrias extractivas han intensificado las incursiones en los recursos naturales, provocando la brutal represión de las comunidades que protegen sus tierras y el medio ambiente. Las narrativas, a menudo falsas, encienden las emociones negativas hasta convertirlas en violencia y división. La tierra, los cuerpos y la vida misma son objeto de ataques.

Las políticas autoritarias y la imposición de los intereses empresariales transnacionales están cerrando las vías democráticas tradicionales para representar los intereses de la mayoría global. Muchas formas tradicionales de organización han perdido eficacia en este entorno hostil y rápidamente cambiante. Sin embargo, los movimientos sociales fuertes son más necesarios que nunca.

Entender el poder para construir una estrategia

Para hacer frente a este reto, un grupo de veteranos creadores de movimientos de todo el mundo empezó a reunirse. En una entrevista, Shereen Essof, feminista zimbabuense y directora de Just Associates (JASS), describe el proceso: «Estábamos asistiendo a un preocupante aumento del autoritarismo, unido a oleadas populistas y fundamentalistas de derechas, y a la intensificación de los niveles de represión y de medidas enérgicas contra la disidencia. Las conversaciones subrayaron la necesidad de una reflexión más profunda sobre el poder, pero también sobre la estrategia».

Después de varios años -incluyendo una pandemia que cambió el juego-, JASS publicó un compendio de reflexiones y ejercicios llamado «Poder Justo: Guía para activistas y agentes de cambio». La guía disecciona el poder como una fuerza opresora y liberadora que moldea contextos y vidas, desde los aspectos más íntimos a los más públicos, afectando a lo que construyen los movimientos sociales y a cómo trabajan juntos.

Postula que un análisis del poder cuidadoso y basado en el contexto es esencial para la estrategia: para identificar y evaluar quién y qué está en la raíz de las desigualdades sistémicas y estructurales, las injusticias y la violencia; para señalar dónde y cómo centrar los esfuerzos de cambio en un contexto y momento determinados, invirtiendo al mismo tiempo en el proceso de construcción de poder a largo plazo; y para dirigir el trabajo de organización y cambio dentro del ecosistema más amplio del movimiento.

Un análisis del poder para tiempos cambiantes

La premisa: todo contexto tiene una ecuación de poder subyacente que fluctúa y puede modificarse intencionadamente. El poder no es intrínsecamente bueno o malo: sus cualidades dependen de quién lo utilice, cómo y con qué fines. El poder se disputa en todas las esferas de la vida -pública, privada e íntima- y afecta a todos de forma diferente en función del género, la raza, la etnia, la casta, la clase, la sexualidad, la capacidad y la ubicación.

Hay cuatro tipos de poder dominante: el poder visible, que incluye al Estado; el poder oculto o de facto, como las empresas y el crimen organizado; el poder invisible, que configura las normas y creencias; y el poder sistémico, que define la lógica subyacente de las estructuras y relaciones dominantes, lo que Essof denomina «el sistema global y entrelazado del capital y el patriarcado, el racismo estructural, el colonialismo, el imperialismo, que es más difícil de percibir y desmantelar que los otros ámbitos de poder».

James Savage, director de programas del Fondo para los Derechos Humanos Mundiales que apoyó el proyecto, explica el valor de este tipo de análisis del poder:

«Muchos de los activistas con los que trabajamos tienen una comprensión innata del poder porque viven la realidad de cómo se abusa de él y se dirige contra ellos y contra las comunidades y grupos con los que trabajan, y sin embargo muchas de las estrategias que se estaban desplegando se dirigían en gran medida a una cara del poder: el poder visible, el poder del Estado. En general, faltaba un análisis más complejo de las otras formas de poder que estaban en juego y que tenían que ver con el papel de los actores ocultos y en la sombra, el papel de las empresas, el papel de los grupos religiosos que influyen en los gobiernos, la cultura y las comunidades, y el poder invisible de la cultura y las normas y comportamientos sociales».

A medida que los movimientos comprenden y se enfrentan al poder opresor, construyen su propio poder colectivo para el cambio, denominado poder transformador. El Consejo Cívico de Organizaciones Indígenas y Populares de Honduras (COPINH), la organización fundada por la líder feminista, indígena y ecologista Berta Cáceres, muestra cómo un análisis detallado del poder puede conducir a una estrategia exitosa. La guía destila algunas de las lecciones de su experiencia organizando a sus comunidades para suspender un proyecto hidroeléctrico en territorio indígena lenca:

  • El COPINH investigó quién financiaba el proyecto, a quién beneficiaba y las relaciones entre inversores, empresas pantalla y organismos estatales. Identificaron a los responsables de la toma de decisiones y las estructuras. La recopilación de información sobre el poder fue esencial para la organización, la estrategia y la construcción del liderazgo.

  • El COPINH empleó estrategias culturales arraigadas en su identidad, prácticas y cosmovisión indígenas para mantener un compromiso compartido y un sentido de comunidad.

  • Fomentaron comunidades locales fuertes y la participación comunitaria para construir su poder y fortalecer la unidad y la capacidad de movilización.

  • Forjaron alianzas locales, nacionales, internacionales y con los medios de comunicación para movilizar apoyos, ganar peso y ejercer una mayor influencia.

Navegar por nuevos terrenos

La guía también analiza las condiciones contemporáneas que afectan a la construcción de movimientos en la actualidad. Savage y Essof mencionan dos que deberían aparecer en cualquier guía de organización del siglo XXI: la tecnología digital y las narrativas como terreno crítico en el que se disputa el poder.

Los medios digitales y las redes sociales pueden desempeñar papeles positivos o negativos a la hora de proporcionar información, movilizar y conectar. Pero, como señala Savage, también han contribuido a las desigualdades y a una cultura masculina tóxica en la que magnates de los medios de comunicación extremadamente ricos y poderosos controlan los foros públicos. Las redes sociales sirven para difundir narrativas que conforman el debate público y las actitudes, lo que presenta tanto peligros como posibilidades para el trabajo de cambio social.

Quizá nunca antes las narrativas - «no las narrativas como estrategia de comunicación, sino las narrativas como visión profunda del mundo», en palabras de Essof- han sido tan fundamentales para definir nuestra percepción de la sociedad. Las narrativas tienen el poder de introducir cambios beneficiosos, pero también de promover campañas que atentan contra los derechos y la democracia. Un capítulo de la guía se centra en la elaboración de narrativas transformadoras mediante la identificación de valores y objetivos colectivos y la creación de declaraciones breves y positivas que los transmitan a los demás. Algunos ejemplos son Black Lives Matter, el uso por parte del movimiento prodemocrático de Myanmar del gesto de los tres dedos de los Juegos del Hambre y la refundición de los «manifestantes» como «protectores del agua» en las protestas indígenas de Standing Rock.

Las organizaciones populares progresistas nunca han dejado de adaptarse e innovar, lo que ha dado lugar a victorias recientes, como la defensa de la democracia liderada por los indígenas en Guatemala y las protestas dirigidas por jóvenes para anular la subida de impuestos en Kenia. Repensar cómo los movimientos entienden los poderes en juego, qué funciona y qué no en contextos específicos, compartir ese conocimiento y proporcionar herramientas sencillas puede ayudar a fortalecer los movimientos populares que tan urgentemente se necesitan para un cambio social profundo.