En un artículo publicado cuando el coronavirus fue declarado como pandemia, la escritora y activista india Arundhati Roy nos recuerda que, “históricamente, las pandemias han obligado a los humanos a romper con el pasado e imaginar un nuevo mundo. Esta no es diferente. Es un portal, un paso entre un mundo y el siguiente”.
La palabra clave aquí es imaginar. Si los actores de los derechos humanos quieren ayudar a moldear el mundo pospandémico, deben comenzar a imaginarlo desde ya y proponer una visión de largo plazo de cómo sería tal mundo y trabajar por él, influyendo en las decisiones cruciales que se están tomando hoy en día. Como han mostrado los sociólogos, las inflexiones críticas en la historia, como este momento, crean aperturas para nuevas visiones. La pandemia hace que sobresalgan las disfuncionalidades de la “vieja” normalidad: las abundantes desigualdades, las similitudes con otras amenazas existenciales como el cambio climático y la polarización política aumentada por la tecnología y utilizada por los populistas autoritarios. También sacude, al menos por un tiempo, las ideas convencionales que han mantenido el statu quo: la creencia en que los homo sapiens estamos separados de y somos superiores a otras especies; la narrativa populista que nos pone a “nosotros” contra “ellos”; la historia neoliberal de que “no hay tal cosa como la sociedad”, sino sólo individuos; la fe en que todos los problemas sociales tienen una solución tecnológica en el mundo del capitalismo de vigilancia. Todas esas ideas son más difíciles de sostener cuando un virus detiene a la humanidad, cruza todas las barreras entre “nosotros” y “ellos”, desencadena comportamientos que abarcan toda la sociedad como las cuarentenas que salvan miles de vidas, y expone la necesidad y los peligros de las tecnologías digitales.
Las inflexiones críticas en la historia, como este momento, crean aperturas para nuevas visiones.
Aunque la oportunidad está allí, la imaginación de futuros pospandémicos basados en los derechos humanos no es una tarea fácil. El distanciamiento físico, las crisis económicas y las dificultades de salud generan miedo, el cual lleva a enfocarse en la ansiedad del presente y la nostalgia por el pasado. Mientras algunos gobiernos y empresas toman la ofensiva y usan la pandemia para aprobar normas e iniciativas antiderechos, los actores de los derechos humanos redoblan sus estrategias y narrativas defensivas. Varios artículos acerca de la covid-19 que hemos publicado en OpenGlobalRights muestran que este trabajo es esencial para la protección de comunidades e individuos vulnerables. Sin embargo, un enfoque exclusivamente reactivo y que mire al pasado corre el riesgo de dejar al movimiento de derechos humanos aún más a la defensiva que antes de la pandemia. Por lo tanto, necesita ser complementado por una respuesta que mire hacia adelante y que esté orientada a generar propuestas en el contexto actual.
Esa es la razón detrás de la nueva serie de OGR, Imaginar Nuestros Futuros Pospandemia. Con base lecciones de otros campos como el periodismo, estamos lanzando una conversación global acerca de las ideas y prácticas innovadoras de derechos humanos que tengan posibilidades de influenciar escenarios pospandémicos. Algunas propuestas en esta serie se construyen a partir del legado del movimiento de derechos humanos, como el importante trabajo en los derechos socioeconómicos (desde la salud hasta la alimentación, el trabajo y la vivienda) que las organizaciones del sur global han liderado por varias décadas y que será esencial para cualquier transición a economías más equitativas después de la covid. Otros artículos en esta serie desafían ideas convencionales de derechos humanos y expanden sus fronteras para invitar a los investigadores y practicantes a aprender de otros campos, como la salud pública, y lidien con temas a los que no han prestado suficiente atención, como las responsabilidades que implican los derechos humanos y la necesidad de que los trabajen de frente sobre temas estructurales como la desigualdad económica, el calentamiento global y la disrupción tecnológica. Otros artículos, por su parte, reflexionan acerca de las maneras en las que se pueden usar la movilización en línea y las tácticas colaborativas de forma efectiva en un momento en el que no son viables las reuniones físicas y las protestas masivas.
Además del análisis y la imaginación de nuevas formas de hacer derechos humanos, esta serie explora nuevas formas de hablar acerca de ellos. Como lo hicimos en la serie anterior de OGR en torno a las narrativas basadas en la esperanza, incluiremos artículos y guías prácticas acerca de las narrativas que inspiren acciones colaborativas volcadas al futuro, que contrarresten los marcos de miedo y crisis que tienden a dominar las discusiones públicas de los derechos humanos durante la pandemia. Después de todo, como lo dijo Yuval Harari de forma provocadora, “el único lugar en el que existen los derechos es en las historias que los humanos se cuentan… [la historia de los derechos humanos] contribuyó a la felicidad y al bienestar de la humanidad quizá más que cualquier otra historia. Pero todavía es un dogma”, una historia cuyo poder depende de que sea creíble y haga eco en los seres humanos contemporáneos y futuros a la luz de las circunstancias radicalmente nuevas en las que debemos vivir ahora.
No es suficiente el optimismo en el futuro. Lo que se necesita es una esperanza bien fundamentada y con posibilidad de acción.
Esta serie de OGR convierte esa provocación en pregunta: ¿qué nuevos marcos y narrativas pueden hacer que la historia de los derechos humanos sea creíble e inspire a los seres humanos que se enfrentan a la pandemia y a la posibilidad de tener un planeta inhabitable y distopias tecnológicas? Los escritores de esta serie brindan un abanico de respuestas basadas en los esfuerzos actuales de los actores de los derechos humanos alrededor del mundo, desde organizaciones de derechos de mujeres en India hasta organizaciones comunitarias en Sudáfrica y un movimiento virtual global para “liberar la vacuna” de la covid-19.
Incluso cuando nos enfrentamos a un desafío sin precedentes por parte de un virus incansable ayudado por las desigualdades humanas, esas iniquidades y las ideas que las sostienen no desaparecerán por arte de magia. No es suficiente el optimismo en el futuro. Lo que se necesita es una esperanza bien fundamentada y con posibilidad de acción del tipo que se ve en las contribuciones a esta serie. Como lo dice el rabino Jonathan Sacks, “el optimismo es la creencia de que el mundo está cambiando para bien; la esperanza es la creencia en que, unidos, podemos hacer un mundo mejor”. La esperanza es el optimismo con un plan.
Esta es la primera serie en un nuevo formato de OGR llamado Up Close. A través de este formato, OGR profundiza en un tema de interés e invita a un grupo diverso de analistas y practicantes de derechos humanos alrededor del mundo a discutir y brindar respuestas a un conjunto de desafíos y preguntas. Cada Up Close comenzará con un grupo de contribuciones e irá añadiendo artículos posteriores conforme sean publicados.
Además de inaugurar Up Close, esta serie tiene un significado profundo para OGR. La pensamos y editamos con David Petrasek, el veterano editor sénior de OGR, quien como siempre fue activo y crucial en cada detalle, desde el planteamiento sustantivo del tema hasta la obtención y edición de artículos. Él hizo todo eso con su combinación única de inteligencia, compasión y sentido del humor, incluso cuando empeoraba su enfermedad. Tristemente, murió unos días antes del lanzamiento de esta serie. Él habría estado orgulloso de ella, como lo estuvo del trabajo de OGR a lo largo del tiempo. Publicamos un tributo a David el día antes del lanzamiento, que recogía una larga lista de mensajes de afecto de decenas de escritores anteriores en OGR.
Esta serie es publicada a la memoria de David.