Durante décadas, los defensores de los derechos humanos en toda la región árabe han dependido de los recursos extranjeros para apoyar las iniciativas de derechos humanos en vez de en el propio financiamiento local. La recaudación de fondos a nivel local simplemente ha resultado demasiado difícil, en gran medida porque los gobiernos y una parte de la gente común desconfían de los derechos humanos y los perciben como un concepto occidental; aunque los gobiernos árabes firmaron y ratificaron la mayoría de los acuerdos y tratados de derechos humanos.
Los gobiernos árabes siguen reaccionando con ira ante las críticas contra sus prácticas de derechos humanos y acusan a las ONG de derechos humanos en difamar a la nación. Además, en países en los que hay recursos abundantes, las leyes actuales dificultan la recaudación de fondos sin la autorización expresa del gobierno. En la mayoría de los países, los posibles contribuyentes no gozan de ventajas tributarias a cambio de sus donaciones caritativas. Además, las empresas, corporaciones e individuos que de otra forma podrían tener interés en contribuir le temen a lo que se percibe como la naturaleza política del trabajo de derechos humanos.
Children carrying pictures of detained political leader Ibrahim Sharif in Bahrain. Bahrain14feb bilad/Demotix. All rights reserved.
Pocos donantes locales se muestran deseosos de ayudar a que la sociedad civil local enfrente de manera sustancial los problemas de derechos humanos desde la raíz de forma sostenible. Si una actividad no lucrativa se percibe como política, como inevitablemente es el caso de los derechos humanos, el potencial de financiamiento local se vuelve nulo. Siempre es más fácil encontrar donantes dispuestos a apoyar la restauración de la propiedad histórica o la construcción de un nuevo orfanato que encontrarlos dispuestos a apoyar una campaña de defensa de derechos humanos.
El estigma de los derechos humanos
En el mundo árabe, muchas personas, incluidos individuos con educación y patrimonio elevados, perciben a los derechos humanos como parte de una agenda partidista u opuesta al régimen. En años anteriores, muchos opositores políticos de los regímenes dictatoriales establecidos utilizaron los derechos humanos como una manera de socavar la credibilidad de dichos regímenes. Parecían estar usando los derechos humanos simplemente como una coartada contra el régimen. Esta percepción, a su vez, le dio una falsa reputación al trabajo de derechos humanos y muchos comenzaron a percibirlo como partidista. Esto ha dificultado la recaudación de fondos locales.
Depender del apoyo internacional, sin embargo, acarrea sus propios y graves problemas. La experiencia ha demostrado que relativamente pocos donantes internacionales en materia de derechos humanos persiguen objetivos estratégicos de largo plazo basados en las necesidades regionales singulares. En cambio, la mayoría de los donantes centran su apoyo en cuestiones identificadas como importantes a nivel internacional, con escasas contribuciones o participación en la definición de la agenda por parte de los actores locales. Las prioridades de los donantes internacionales después cambian y se ejerce presión para que las actividades de derechos humanos sigan las nuevas tendencias.
Para fomentar que los contribuyentes árabes otorguen más apoyo financiero es necesario aumentar los esfuerzos para desarrollar la conciencia pública sobre la importancia de los derechos humanos, particularmente en un momento en el que los públicos locales están creando un nuevo orden político. Es crucial que los actores locales e internacionales representen el trabajo de derechos humanos como algo esencial para el desarrollo social sostenible, en lugar de como una especie de agenda politizada y opuesta al régimen.
La tendencia de las donaciones
La gente que vive en la región dona una gran cantidad de dinero, pero por lo general lo hace para objetivos caritativos en vez de para el desarrollo o los derechos humanos. Mientras que en muchos países desarrollados la tendencia a “dar” parte del concepto de la “responsabilidad social”, la tendencia predominante en la región es la de la “caridad”, de dar porque “quiero ayudar”, y así se establece una dinámica de poder entre el donante y el receptor que socava todo el proceso de donación.
Las debilidades de la sociedad civil, incluidas las agrupaciones de derechos humanos, acumuladas durante las últimas seis décadas han contribuido a esta situación. La descentralización de los servicios, el desempeño y la rendición de cuentas de los gobiernos de muchos países árabes llevó a que las organizaciones sin fines de lucro desempeñaran un papel cada vez mayor para llenar los vacíos.
Sin embargo, esto no se tradujo en una contribución eficaz al proceso de formulación de políticas, y esta deficiencia afectó gravemente la credibilidad y la sostenibilidad de las ONG. La región se quedó con grupos de instituciones sin fines de lucro dedicadas a la prestación de servicios; mientras que muy pocas de ellas se involucraron en la defensa real y las iniciativas para la formulación de políticas. Para los regímenes existentes, que querían marginar a cualquier entidad sin fines de lucro que desafiara su monopolio en la formulación de políticas, esto fue una bendición.
Como resultado, los “propietarios de capital” canalizaron sus donaciones hacia las “intervenciones seguras”, principalmente sociales, culturales y ecológicas, en vez de hacia las iniciativas de derechos humanos, formulación de políticas y rendición de cuentas.
Es el momento de un cambio de paradigma
Se necesita urgentemente facilitar un cambio de paradigma hacia la filantropía a favor de los derechos humanos al interior de la región árabe. Las organizaciones filantrópicas existentes en la región deben crear conciencia sobre el valor de apoyar y financiar los esfuerzos de los derechos humanos. El Arab Human Rights Fund (Fondo Árabe para los Derechos Humanos), la primera entidad árabe creadora de subvenciones en materia de derechos humanos, dedicó un gran esfuerzo a la comunicación con los posibles donantes árabes sobre la importancia de contribuir a la promoción de los derechos humanos en la región y, por extensión, al desarrollo sostenible de las comunidades correspondientes. Esto incluyó campañas de correo directo, un uso intensivo de las redes sociales y un acercamiento hacia los donantes durante los principales eventos nacionales y regionales.
El Arab Human Rights Fund trató temas como los objetivos no partidistas del trabajo de derechos humanos, los vínculos entre los derechos humanos y el desarrollo sostenible, el efecto de un historial deficiente en materia de derechos humanos sobre el crecimiento económico, el papel de todos los actores (gubernamentales, no gubernamentales, los sindicatos profesionales, los medios, las instituciones académicas, etc.) en la mejora de los derechos humanos y el hecho de que un enfoque favorable para los derechos humanos no representa una amenaza para la estabilidad.
Este nuevo enfoque hacia la comunicación resultó en un crecimiento constante aunque aún muy lento en el número de posibles donantes, y el Fondo sigue comprometido con la creación de una base de apoyo para los derechos humanos en la región árabe.
Es extremadamente importante que los actores locales y regionales creen una base de apoyo para los derechos humanos, la cual a su vez ampliará la base de posibles contribuyentes. Esto puede lograrse a través de flujos de financiamiento de más largo plazo y un proceso más inclusivo para establecer las prioridades de financiamiento. Los acontecimientos políticos recientes provocaron un aumento de interés en la región, lo cual ha resultado en una mayor presencia física y directa de los principales patrocinadores y actores en materia de derechos humanos. Algunos de estos donantes decidieron de pronto instalar oficinas, contratar personal e implementar proyectos. Esto ha marginado a un número considerable de actores locales y regionales de derechos humanos, que inevitablemente son incapaces de competir con los grandes organismos internacionales. Por lo tanto, uno de los enfoques propuestos es establecer alianzas estratégicas en la región, en vez de dedicarse a la implementación directa.
Al mismo tiempo, las agrupaciones locales deben aumentar su propio profesionalismo, construir una base de apoyo más amplia para sus causas y, lo más importante, complementar su trabajo con una sólida participación en la formulación de políticas para que sus iniciativas generen cambios palpables en la vida de las personas. De lo contrario, su trabajo corre el riesgo de siempre permanecer subestimado y desacreditado porque no provoca cambios reales.
Muchos de los activistas de la región imaginan un día en el que los esfuerzos de los actores de derechos humanos se mantengan gracias a quienes reciben los beneficios de su labor: la población de la región árabe. Sabemos por qué esto aún no ha sucedido. ¿Cambiará pronto la situación?