Parece ser que México se encuentra ante un difícil dilema: ¿debe luchar contra la delincuencia o proteger los derechos de las personas acusadas de cometer delitos? Desde que el presidente Felipe Calderón declaró la guerra contra el narcotráfico en 2006 hasta 2012, alrededor de 95,000 mexicanos fueron asesinados, y otros 25,000 desaparecieron. Al mismo tiempo, el gobierno mexicano implementaba la reforma del sistema de justicia penal de 2008, la cual codificaba explícitamente normas internacionales como la presunción de inocencia y el derecho a ser asistido por un abogado durante los interrogatorios. Algunos podrían argumentar que es injustificado gastar tiempo y dinero en una reforma judicial cuando se enfrenta una violencia entre bandas descontrolada, mientras que otros dirán que tiene mucho sentido. Ciertamente, en una atmósfera plagada de violencia y miedo, los derechos de los acusados pueden parecer un lujo; algo que se puede conceder solo después de que se puedan controlar los problemas de seguridad urgentes. A pesar de lo detestable que pueda parecer, la idea de que los derechos protegen a los delincuentes, a lo que yo llamo “escepticismo en materia de derechos”, es una respuesta comprensible a la violencia que aumenta sin control. Sin duda, los aspirantes a cargos públicos que buscan sacar ventaja política de la delincuencia suelen adoptar posturas contra los derechos. Por otro lado, debido al aumento de las violaciones de derechos humanos, proteger los derechos de los acusados es primordial. Pero ¿cuál es la opinión de los mexicanos comunes sobre este intercambio entre seguridad y derechos?
En 2014, el proyecto Las Américas y el Mundo (CIDE, Ciudad de México) colaboró con las Encuestas de percepciones sobre derechos humanos (University of Minnesota) para sondear las opiniones de los mexicanos en materia de derechos. Estos dos grupos ya habían trabajado juntos en 2012, pero las nuevas encuestas ampliaron el número de preguntas sobre derechos humanos. Los encuestadores les preguntaron a los entrevistados, en una escala del 1 al 7 (en la que 1 es “nada” y 7 “mucho”): “¿[Q]ué tanto tiene que ver ‘proteger a delincuentes’ con lo que usted entiende por derechos humanos?”. ¿Creen los mexicanos que los derechos humanos protegen a los delincuentes? ¿Varía esta creencia a lo largo de las regiones y según aspectos del contexto social local, como los índices de delincuencia? Los resultados de nuestras encuestas, combinados juiciosamente con otros datos, indican que las opiniones de los mexicanos varían dependiendo de la geografía y la política.
Demotix/Enrique Perez Huerta (All rights reserved)
"The idea that rights protect criminals—which I’ll call 'rights skepticism'—is an understandable response to violence that is spiraling out of control."
La perspectiva liberal
La buena noticia para los defensores de los derechos es que la mayoría de los mexicanos no asocian los derechos humanos con la protección de delincuentes. De los 2,400 individuos encuestados, el nivel promedio de acuerdo con esta comprensión de los derechos fue solamente 2.7 en una escala del 1 al 7 (cualquier respuesta por debajo de “4” indica desacuerdo y cualquier respuesta que supere ese número, acuerdo). En una encuesta independiente, el nivel promedio de acuerdo de 500 líderes sociales, políticos y empresariales fue de 2.8. Así que, en general, tanto en las élites como en las masas, el nivel de acuerdo con esta opinión fue relativamente bajo. Pero tampoco fue cero.
Si los mexicanos no creen que los derechos humanos son para proteger a los delincuentes, ¿para qué sí creen que son? Los mexicanos apoyan sinceramente una comprensión de los derechos humanos como “proteger a las personas de la tortura y el asesinato” (5.8 el público en general y 6.8 los líderes). Los líderes y el público también entienden los derechos humanos como “promover la justicia social y económica” (5.9 el público y 6.5 los líderes) y las “elecciones libres y justas” (5.2 el público y 6.5 los líderes). En resumen, la mayoría de los mexicanos repudia las críticas de los escépticos y se apega a una visión liberal de los derechos.
La perspectiva escéptica
Es cierto que algunos mexicanos sí creen que los derechos humanos protegen a los delincuentes. ¿Quiénes son ellos y en dónde están? Para ver en dónde se concentra el escepticismo en materia de derechos humanos, estimé y tracé un mapa con los promedios de escepticismo en materia de derechos a nivel de los municipios, 185 en total. Aunque algunos municipios contaban con hasta 60 encuestados, la mayoría tenía solamente 10. Para obtener las estimaciones a nivel municipal, usé una técnica estadística llamada estimación en áreas pequeñas (EAP) para combinar la información de los encuestados en un municipio dado con la información de encuestados similares en otros municipios, y de otros municipios con características similares.
La Figura 1 muestra los promedios de la creencia de que los derechos humanos protegen a los delincuentes en los municipios incluidos en la muestra; los municipios de color verde pertenecen al 25 % más bajo y los de color rojo, al 25 % más alto (los de color amarillo y naranja tienen niveles intermedios). Cabe destacar que los escépticos en materia de derechos se concentran en los estados fronterizos del norte de México, todos ellos azotados por la violencia relacionada con el narcotráfico. El escepticismo en materia de derechos es, en promedio, alrededor de 1.4 puntos mayor en el norte que en cualquier otra zona. En cambio, las personas que no creen que los derechos protegen a los delincuentes (las áreas verdes y amarillas) se ubican en su mayoría en el centro y el sur de México. Las manchas rojas dispersas indican otras regiones críticas alrededor del país, incluido el asediado estado de Guerrero, donde ocurrió la desaparición forzada de 43 estudiantes normalistas el pasado mes de septiembre en Ayotzinapa, y la frontera sur con Guatemala.
El contexto social: delincuencia y política
La concentración del escepticismo en materia de derechos en el norte de México sugiere dos posibles causas: la delincuencia y las preferencias políticas. Aunque las organizaciones de narcotráfico se han propagado a todo México, tradicionalmente el norte ha sufrido la peor parte de su violencia. La Figura 2 traza un mapa de los índices de asesinatos de 2011 (por cada 100,000 habitantes) en los 185 municipios incluidos en la encuesta; el azul más oscuro indica los índices de asesinatos más altos, los cuales oscilaron entre 0 y 276.6. Hay una coincidencia considerable entre los municipios con índices de asesinatos altos y los escépticos en materia de derechos. Un análisis exploratorio indica que cada 50 asesinatos adicionales aumentan el escepticismo en materia de derechos en aproximadamente .3 puntos (5 % en la escala del 1 al 7). El efecto acumulado, sin embargo, es grande. El plácido municipio de San Diego de la Unión, Guanajuato, por ejemplo, no tuvo asesinatos y tuvo como promedio un escepticismo en materia de derechos muy moderado de 2.8 en la escala del 1 al 7. El tumultuoso municipio de San Fernando, Tamaulipas, en la frontera norte, donde se descubrió una fosa masiva de 172 transmigrantes centroamericanos en 2010, tuvo 276 asesinatos y un altísimo promedio de 5.2.
El norte también es la región en la que el Partido Acción Nacional (PAN) de centro-derecha ganó su primer punto de apoyo electoral, lo que sugiere otra posible causa de escepticismo en materia de derechos: la política partidista. De hecho, el análisis revela una asociación entre la participación del PAN en el voto municipal y el escepticismo en materia de derechos. Como muestra la Figura 3, por cada diez puntos porcentuales de aumento en el voto del PAN, la creencia de que los derechos protegen a los delincuentes aumenta .22 puntos (3.6 % en la escala del 1 al 7). Sería imprudente concluir que el PAN ha manipulado los temores más profundos de los votantes para obtener ventajas electorales. Pero tal vez no sería descabellado sugerir que, si lo deseara, ciertamente podría hacerlo.
Conclusiones
Las encuestas pueden decirnos muchas cosas acerca de los derechos humanos. Pueden reflejar pautas actitudinales generales y asociaciones entre la opinión y otros factores, como la geografía y las afiliaciones políticas. Como se indica en este análisis, los mexicanos descartan en gran medida la idea de que los derechos humanos protegen a los delincuentes; de hecho, los datos sugieren que probablemente muchos de ellos rechazan del todo el intercambio entre derechos y seguridad. La estimación en áreas pequeñas, que revela las concentraciones geográficas de las actitudes, muestra que el escepticismo en materia de derechos se concentra en el norte de México. En combinación con otros datos, las encuestas pueden señalar factores contextuales que incitan al escepticismo en materia de derechos, como los índices de asesinatos y las preferencias partidistas. Esta información puede entonces ayudar a concentrarse en las áreas y los segmentos sociales que están listos para recibir el mensaje de derechos humanos, a la vez que se identifica el terreno fértil para el escepticismo en materia de derechos. Esto, a su vez, puede contribuir a afinar los esfuerzos de programación y comunicación. Sin embargo, las encuestas no pueden garantizar que se respeten los derechos por sí solas. Para ello, siempre serán necesarios los funcionarios de gobierno, los abogados y los activistas comprometidos.