En todo el mundo, el autoritarismo populista de derechas está en aumento. Ante el temor a la migración masiva, los votantes se han volcado cada vez más en el populismo antiinmigración. Esta dinámica ha sido especialmente visible en Estados Unidos y Europa, pero también se ha documentado en países del Sur Global. El auge de la política antiinmigración va acompañado de un aumento de la migración por motivos climáticos. A medida que la Tierra se calienta, el cambio climático amenaza con desarraigar a muchas más personas y, de forma indirecta, marcar el comienzo de una nueva era de autoritarismo populista. Esta tendencia podría tener consecuencias devastadoras para la democracia, los derechos humanos y la vida misma.
El populismo de derechas como respuesta a la migración masiva
Las investigaciones empíricas indican que los altos niveles de inmigración pueden conducir a una reacción populista de derechas. En diez países europeos, los estudios han descubierto que el aumento de la inmigración está relacionado con un aumento de los votos a partidos populistas de derechas. Los análisis sugieren que la afluencia de refugiados desde 2015 fue una «gran ayuda» para los partidos populistas, que siguen disfrutando de mayores niveles de apoyo. Por ejemplo, los isleños griegos empezaron a apoyar al partido de extrema derecha Amanecer Dorado en mayor número cuando miles de refugiados cruzaron el mar Egeo en 2015. En Estados Unidos, la llegada de inmigrantes pobres aumentó la proporción de votos del Partido Republicano entre 1990 y 2010. Los temores sobre los cambios demográficos raciales, en parte debidos a la inmigración, llevaron a un mayor apoyo a Trump entre los estadounidenses blancos, incluidos los demócratas. A principios del siglo XX, los estadounidenses reaccionaron de manera similar a la migración masiva procedente de Europa.
¿Qué explica esta relación entre inmigración y populismo? Los estudiosos creen que las condiciones económicas, como el aumento de la desigualdad, la liberalización del comercio y la automatización, crean un «terreno fértil» para el alarmismo populista al erosionar el estatus social y las condiciones materiales de los grupos sociales dominantes. Los populistas de derecha se aprovechan de esta inseguridad convirtiendo a los inmigrantes en chivos expiatorios. Ofrecen un discurso simple pero convincente: los inmigrantes representan una amenaza para la cultura, los empleos y la seguridad «nativos».
La atención de los medios de comunicación a la migración puede hacer que este mensaje basado en el miedo sea particularmente potente. Los movimientos masivos de personas atraen la cobertura de los medios de comunicación, lo que ayuda a los populistas a aprovechar las actitudes racistas y antiinmigrantes entre los votantes. Los estudios muestran que los altos niveles de inmigración y el éxito de los populistas de derecha están relacionados principalmente con un aumento de la importancia de la inmigración como tema, en lugar de un aumento general del sentimiento antiinmigrante entre la población votante.
Si bien la hostilidad hacia los inmigrantes ha aumentado en las comunidades directamente expuestas a la migración, los inmigrantes pueden reducir el sentimiento antiinmigrante a nivel local a medida que establecen relaciones y comunidades con los residentes establecidos. De hecho, el apoyo populista de derecha suele ser más fuerte en las comunidades rurales más homogéneas. La atención de los medios de comunicación sobre los flujos migratorios y el alarmismo populista pueden desencadenar temores de inmigración imaginaria en lugares que no están experimentando una inmigración real.
La «gran migración climática»
Vivimos en una era de migración masiva. Las Naciones Unidas estiman que el número de personas desplazadas se ha más que triplicado desde el año 2000, llegando a la asombrosa cifra de 122 millones de personas en 2024. La mayoría de las personas huyen dentro de sus países, pero la migración internacional también ha alcanzado niveles sin precedentes, incluso como porcentaje de la población mundial.
Si bien es difícil evaluar las complejas causas interrelacionadas de la migración, cada vez hay más pruebas de que el cambio climático está contribuyendo a los flujos migratorios. La mayor parte de la migración relacionada con el clima se produce dentro de los países, ya que las personas se trasladan de las zonas agrícolas a las ciudades en busca de un trabajo menos vulnerable al clima. Sin embargo, los análisis empíricos y los testimonios de primera mano sugieren que el cambio climático también está empujando a las personas a cruzar fronteras internacionales. Varios estudios han descubierto que las condiciones meteorológicas anormales en México aumentaron la migración a Estados Unidos. Los investigadores también concluyeron que las condiciones climáticas desempeñaron un «papel significativo» en el hecho de que los refugiados buscaran asilo en Europa entre 2011 y 2015. Del mismo modo, los fenómenos climáticos estuvieron relacionados con la migración de países pobres a países ricos entre 1990 y 2001.
El cambio climático impulsa la migración de innumerables maneras. Los fenómenos meteorológicos extremos desplazan temporalmente a millones de personas cada año, algunas de las cuales se reubican de forma permanente. A raíz de los huracanes Irma y María, decenas de miles de puertorriqueños emigraron a Estados Unidos continental, mientras que miles de pakistaníes emigraron a Europa tras las devastadoras inundaciones de 2022. Sin embargo, los cambios de evolución lenta son más propensos a expulsar a las personas de sus hogares. Los impactos climáticos, como el aumento del nivel del mar y la sequía persistente, pueden perturbar los medios de vida y contribuir a los conflictos, lo que lleva a las personas a desplazarse en busca de seguridad física o financiera. Como resultado, las personas que se consideran migrantes económicos o refugiados pueden haber abandonado sus hogares «en parte debido a los impactos del cambio climático». La migración interna a ciudades pobres y superpobladas puede, a su vez, fomentar la migración internacional.
Se espera que estas tendencias aumenten en los próximos años. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) advierte de que el cambio climático amenaza con aumentar sustancialmente la migración y el desplazamiento en las próximas décadas. Los peligros climáticos podrían poner en riesgo de desplazamiento a cientos de millones de personas para finales de siglo, sobre todo si los contaminadores no logran frenar las emisiones. El IPCC advierte además de que el cambio climático «aumenta los riesgos de conflicto violento» y, por lo tanto, plantea «graves riesgos para la paz en este siglo». Más a corto plazo, el Banco Mundial estima que los fenómenos climáticos de evolución lenta podrían provocar el desplazamiento interno de más de 200 millones de personas en los próximos 25 años.
Sin embargo, los desplazamientos masivos pueden no ser inevitables. Los factores sociales y políticos serán determinantes cruciales de los futuros desplazamientos. Los gobiernos deberían, por una cuestión de justicia global, reducir los niveles de desplazamiento climático mitigando las emisiones, apoyando los esfuerzos de adaptación locales y proporcionando asistencia a las comunidades más afectadas por el cambio climático.
Esta incertidumbre sobre la migración futura ha llevado a las organizaciones y a los académicos a advertir que no se debe asumir que el cambio climático conducirá a una migración masiva, ya que tales predicciones pueden alimentar narrativas alarmistas y justificar la seguridad de las fronteras. Sin embargo, al no hacer frente al riesgo de un aumento de la migración, esta cautela académica deja un vacío para las narrativas populistas.
La necesidad de una visión positiva de la migración masiva
A medida que la crisis climática empeora, podría avivar las llamas del etnocentrismo y fortalecer el populismo de derecha. Estas respuestas temerosas a la migración climática amenazan con intensificar el retroceso democrático y erosionar los derechos humanos. El cambio climático también puede alimentar el populismo de derecha al crear una sensación de crisis. Una vez en el poder, es probable que los populistas de derecha refuercen esta dinámica al impedir la acción climática y forzar una mayor migración a medida que las personas huyen de la represión política.
Comprender esta dinámica puede guiar la respuesta al autoritarismo populista. Como muchos han argumentado tras la victoria de Trump, los responsables políticos deberían combatir la inseguridad económica que con demasiada frecuencia crea apetito por los mensajes xenófobos. Reducir la desigualdad y elevar el nivel de vida socavaría los cimientos del populismo de derecha. Sin embargo, también es importante abordar directamente los temores sobre la migración masiva.
En lugar de restar importancia a la probabilidad de un desplazamiento masivo, los políticos y los defensores deberían presentar una visión positiva que abarque esta posibilidad. Los partidos liberales no suelen ganar votos desviándose hacia la derecha en materia de inmigración, ya que esto cede el tema a los populistas de derecha.
En cambio, los defensores liberales y de izquierda deberían ofrecer mensajes que acojan la migración masiva. Esta visión puede basarse en un marco de reparaciones y justicia global, inspirándose en las tradiciones religiosas y culturales de hospitalidad. También puede apelar al interés propio de los votantes, haciendo hincapié en los valores de comunidad, ayuda mutua, interdependencia y «amor radical». Acoger a los migrantes puede servir como base para una plataforma más amplia de solidaridad humana, una alternativa esperanzadora al tribalismo temeroso y autodestructivo. Esta visión, junto con políticas de construcción de comunidad, puede ser fundamental para salvaguardar la democracia y los derechos humanos en el siglo XXI.